La cruz es, en resumen, el
instrumento necesario por medio del cual penetra lo divino en lo humano y el
hombre participa con más plenitud en la vida de Dios, elevándose desde el reino
de este mundo al reino de los cielos. Pero es
preciso tomar la cruz, despertarse por la mañana esperándola, sabiendo
que solo por medio de ella nos llegan esos dones que el mundo no conoce; esa
paz, ese gozo y ese conocimiento de las cosas divinas que se le escapa a la
mayoría, la cruz… algo tan común. Tan fiel que no falta ningún día a la cita.
Bastaría cogerla para hacernos santos. La cruz, emblema del cristiano, que el
mundo no quiere porque cree que, huyendo de ella, huye del dolor y no sabe que
ella abre de par en par el alma de quien la ha comprendido, al reino de la luz
y del amor, de ese amor que el mundo tanto busca pero que no tiene.
Chiara LUBICH
No hay comentarios:
Publicar un comentario