Hoy descubrimos la cruz de otra
manera, porque en ella se nos revela el amor que Cristo nos tiene y que le ha
llevado a entregar su vida por nosotros. No es fácil entrar en este misterio y,
si podemos llegar a amarla, es porque contemplamos al Crucificado: entonces la
descubrimos como instrumento de salvación.
Los judíos, en el desierto vieron prefigurado el misterio de la cruz.
Quienes había sido mordido por las serpientes (el pecado) podían curarse
mirando a la serpiente de bronce que Moisés colocó en el estandarte. No podían
librarse del veneno, pero Dios, sí que podía
liberarlos con mirar la serpiente elevada, con fe y descubriendo la
misericordia de Dios.
La cruz, por tanto, nos habla de
cómo nos ama Dios, de hasta dónde llega su amor, de todo lo que ha estado
dispuesto a hacer por nuestra salvación, y sigue haciendo renovándolo en el
sacrificio de la Misa.
David AMADO FERNÁNDEZ
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