La relación Eucaristía-Iglesia
no es una relación estática, sino dinámica y operante. No basta con decir que
la Eucaristía está en el centro de la Iglesia, hay que decir: la
Eucaristía hace la Iglesia. La
construye estando dentro de ella, la teje en torno suyo. Hay dos sacramentos
que "hacen" la Iglesia de un modo particular: el bautismo y la
Eucaristía. Pero mientras el Bautismo hace crecer la iglesia, por decirlo así,
en extensión y en número, es decir, cuantitativamente; la Eucaristía la hace
crecer en intensidad, cualitativamente, porque la transforma cada vez más en
profundidad a imagen de su Cabeza, Jesucristo. La Eucaristía se parece a la
levadura de la mujer del Evangelio. Jesús la ha puesto en la masa, que es su
Iglesia, para que la "levante" y la haga fermentar; que haga de ella
un "pan" a semejanza suya. Si la Iglesia es la levadura del mundo, la
Eucaristía es la levadura de la Iglesia.
En
distintos modos y momentos, la Eucaristía "hace" la Iglesia, es
decir, la transforma en Cristo: mediante
consagración, comunión, contemplación e imitación.
Raniero CANTALAMESSA
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