Observemos lo que el Señor dijo al ciego que
se le acercó: ¿Qué quieres que haga por ti?
El que tiene el poder de devolver la vista, ¿ignoraba lo que quería el ciego?
Evidentemente, no. Pero desea que le pidamos cosas, aunque lo sepa de antemano
y nos lo vaya a conceder. (pero en su tiempo). Nos exhorta a pedir, incluso hasta ser
molestos, el que afirma : Vuestro Padre
celestial sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Si pregunta, es
para que se le pida; si pregunta, es para impulsar nuestro corazón a la oración.
Lo que pide el ciego al Señor no es oro, sino luz:
no le preocupa solicitar otra cosa que
luz. Imitemos a este hombre. No pidamos al Señor ni riquezas engañosas, ni
obsequios de la tierra, ni honores pasajeros, sino LUZ: no la luz circunscrita
por el espacio, limitada por el tiempo, interrumpida por la noche, con la que
compartimos la vista con los animales; pidamos esa luz que solo los ángeles ven
como nosotros¸ que no tiene principio ni fin. El camino para llegar a esta luz
es la fe. Por tanto¸ con razón el Señor responde inmediatamente al ciego que va
a recobrar la luz: ¡Levántate ! tu fe te
ha salvado.
San GREGORIO MAGNO
º(540 - 604)
No hay comentarios:
Publicar un comentario