No sabes lo que la obediencia es capaz de realizar por un sí, por un
simple sí... Que
se haga en mí según tu palabra, y María se convierte en madre de Dios. Diciendo su sí se declara
esclava del Señor y conserva intacta su virginidad, tan estimada por ella misma
y por Dios. Por este sí de María, el mundo obtiene la salvación, la humanidad
es rescatada. Entonces, procuremos nosotros también cumplir la voluntad de Dios
y digamos sí todos los días al Señor.
Que María haga florecer en tu alma nuevas virtudes y que te guarde.
Ella es el mar que hay que atravesar para llegar a las costas esplendorosas de
la eternidad. Permanece, pues, siempre con ella. Apóyate en la cruz de Cristo,
a ejemplo de María. Encontrarás un gran alivio y fortaleza. María permanecía
de pie bajo la cruz, junto a su Hijo crucificado. En ningún momento Jesús la
amó tanto como en aquel trance de sufrimientos intolerables.
San
Pío de Pietrelcina
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