La Ley dice: O/o por ojo, diente por diente. A través de los santos mandamientos, Cristo nos enseña a purificar
nuestras pasiones a fin de que éstas no nos hagan caer de nuevo en los mismos
pecados. Nos muestra la causa que nos hace llegar al desprecio y a la transgresión
de los preceptos de Dios, y nos proporciona el remedio para que podamos
obedecer y ser salvados.
¿Cuál es el remedio y la causa de este desprecio? Escuchad lo que nos
dice el mismo Señor: Aprended
de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis el descanso para
vuestras almas. De
manera breve, con una sola palabra, nos muestra la raíz y la causa de todos los
males junto con su remedio, fuente de todos los bienes. Nos enseña que lo que
nos hace caer es la soberbia, y que no es posible alcanzar misericordia sino
por la humildad, que es la disposición contraria. De hecho, la soberbia
engendra el desprecio y la desobediencia que conduce a la muerte, mientras que
la humildad engendra obediencia y la salvación de las almas. Yo entiendo la
verdadera humildad no como rebajarse de palabra y en actitudes, sino como una
disposición verdaderamente humilde en lo más íntimo del corazón y del espíritu.
Por esto dice el Señor: Yo soy manso y humilde de corazón. El que quiera encontrar el verdadero
descanso para su alma que aprenda a ser humilde.
San Doroteo de Gaza
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