Señor, hay tantas necesidades en el mundo. A ti encomiendo a todos los
pobres, a todos los enfermos y turbados: a todos los que sufren. Atrae a ti sus
corazones. Haz que sus ojos se abran a tu verdad. Guía a los que buscan. Lleva
a casa a los extraviados. Señor, tú eres la verdad omnipotente y la sabiduría
sin fin: atrae a ti cuanto esté lejos de ti. Acércanos a todos cada vez más a
ti.
Abre los ojos a los hombres para que
conozcan la verdad. Enséñales a querer el bien y a luchar por él con alegría.
Haz que se descubran como hermanos y hermanas. Con nuestras propias fuerzas no
podemos obtener la paz. Haz que se implante primero en nuestros corazones, y
después podrá unir también a los pueblos entre sí. Reúne a todos los hombres en
la unidad de la fe para que haya un solo reino, una sola comunión de todos en
ti. A ti encomiendo a todos los difuntos. Acógelos en tu paz.
Levantanos, Señor, cuando nos caigamos, que no desfallezcamos por un simple traspies
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