El Señor dijo: Dentro de poco ya no me veréis; dentro de otro poco, me veréis. Eso que él llama un poco es todo el
espacio de nuestro tiempo actual, lo que el evangelista Juan dice en su carta: Es la última hora. Esta promesa va dirigida a toda la
Iglesia, como también esta otra: Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo. El
Señor no podía retrasar su promesa: dentro de poco tiempo le veremos y ya no
tendremos que pedirle nada, ni hacerle ninguna pregunta, porque ya todos
nuestros deseos se verán satisfechos, y ya no buscaremos más.
Este poco tiempo nos parece largo porque todavía está discurriendo;
cuando haya terminado, entonces nos daremos
cuenta de lo corto que ha sido. Que nuestro gozo sea diferente del que tiene el
mundo de quien se dice: El mundo se alegrará. En este tiempo en que crece nuestro deseo, no estemos sin gozo, sino,
tal como dice el apóstol Pablo: Con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación. Porque la mujer, cuando va a dar a luz,
con la cual el Señor nos compara, siente tanto gozo por el hijo que va a parir
que no se entristece por su sufrimiento.
San Agustín
Oriundo de Tagaste (en la actual Argelia),
fue obispo de Hipona. Es uno de los cuatro grandes padres de la Iglesia latina.
Es doctor de la Iglesia (354-430).
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