El apóstol Pablo dice: Lo que algunos tienen es ignorancia de Dios. Yo digo que permanecen en esta ignorancia
todos aquellos que no quieren convertirse a Dios. Ellos rechazan esta
conversión por la única razón de que imaginan a un Dios solemne y severo cuando
es todo suavidad; ellos lo imaginan duro e implacable cuando es todo
misericordia; creen que es violento y terrible cuando es adorable. Así el impío
se engaña a sí mismo y se fabrica un ídolo en vez de conocer a Dios tal cual
es.
¿Qué teme esta gente de poca fe? ¿Que Dios no querrá perdonar sus
pecados? Pero si él mismo, con sus propias manos, los clavó en la cruz. ¿Qué
pueden temer todavía? ¿Ser ellos mismos débiles y vulnerables? Pero si él
conoce muy bien la arcilla con que nos ha hecho. ¿De qué tienen miedo? ¿De
estar demasiado acostumbrados al mal para abandonar las costumbres de la carne?
Pero el Señor liberta a los cautivos. ¿Temen que Dios, irritado por la
inmensidad de sus faltas, dude en tenderles una mano que los socorra? Pero si
allí donde abundó el pecado la gracia sobreabundó. ¿Quizá la preocupación por
el vestido, el alimento y otras necesidades de su vida les impide separarse de
sus bienes? Dios sabe que tenemos necesidad de todo esto. ¿Qué más quieren?
¿Cuál es el obstáculo para su salvación?.
Ignoran a Dios, no creen en nuestra palabra. Por eso es necesario que se fíen de la experiencia de los demás.
SAN BENARDO
1090-1153
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