Dios me envía la cruz... bendita sea, pues si, como dice Job, recibimos alegremente de la mano de Dios
los bienes, ¿porqué no recibirlos males?
Todo nos viene de él, salud y enfermedad, bienes temporales,
desgracias y reveses en la vida... todo, absolutamente todo, lo tiene ordenado
con perfección, y si alguna vez la criatura se rebela contra lo que Dios le
manda, comete un pecado, pues todo es necesario y todo está bien hecho; y son
necesarias las risas y las lágrimas, y de todo podemos sacar provecho para nuestra
perfección, siempre que, con espíritu de fe, veamos la obra de Dios en todo, y
quedemos como niños en las manos del Padre, pues nosotros solos, ¿dónde vamos a
ir?
Claro
que no trato de arrancarme esos sentimientos, solamente lo que Dios quiere de
mí es perfeccionarlos, y para eso me lleva de aquí a allí como un juguete y
dejando pedazos de corazón en todas partes. ¡Qué grande es Dios y qué bien lo
hace todo! ¡Cuánto me quiere y qué mal correspondo! Su providencia es infinita
y a ella nos debemos entregar sin reservas.
San
Rafael Arnaiz Barón
Joven monje trapense, uno de los grandes
místicos del siglo XX. Sus numerosos escritos se han difundido ampliamente.
Fue canonizado en el año 2009
(1911-1938).
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