La esperanza en la misericordia inagotable de Dios nos sostiene en el
tumulto de las pasiones y en la tempestad de las contrariedades. Con
confianza, acudamos al sacramento de la penitencia donde el Señor nos espera en
todo momento como un Padre de misericordia. Es cierto que en su presencia
somos conscientes de no merecer su perdón; pero no dudamos de su misericordia
infinita. Olvidemos, pues, nuestros pecados como Dios los olvida antes que
nosotros.
No hay que volver sobre ellos, ni con el pensamiento ni en la
confesión, si ya los hemos confesado anteriormente. Gracias a nuestro
arrepentimiento sincero, el Señor los ha perdonado una vez por todas. Querer
volver sobre ellos para quedar de nuevo absueltos o porque dudamos que nos
hayan sido perdonados, ¿no sería una falta de confianza en la bondad divina? Si
esto te puede dar algún alivio, puedes volver con tu pensamiento sobre las
ofensas contra la justicia de Dios, o su sabiduría, o su misericordia, pero
únicamente para llorar lágrimas saludables de arrepentimiento y de amor.
San
Pío de Pietrelcina
Capuchino italiano. Se le atribuyen hechos sobrenaturales: estigmas,
curaciones, bilocaciones y lectura de conciencias de los fíeles que se
confesaban con él (1887-1968).
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