Juan Bautista dice: He aquí el Cordero de Dios. Aquí nada dice Cristo, sino que Juan lo dice todo. Así suele proceder
el Esposo. Nada dice él a la esposa, sino que se presenta en silencio. Son
otros los que lo señalan y le entregan a la esposa. Así sucedió con Cristo.
Vino para desposarse con la Iglesia, pero nada dijo, sino que solamente se
presentó. Pero Juan, su amigo, le dio la mano derecha de la esposa,
procurándole con sus palabras la amistad de los hombres.
Solamente Juan lo proclamó ahí presente
abiertamente y delante de todos. Por esto Jesús lo llama el amigo del esposo,
pues solo él estuvo presente en las nupcias. Él lo preparó todo y lo llevó a
cabo. Él dio principio al negocio. Y fijando la mirada en Jesús que se paseaba,
dice: He
aquí el Cordero de Dios,
demostrando así que no solamente con la voz, sino también con los
ojos daba testimonio. Lleno de gozo y regocijo, se admiraba de Cristo. Tampoco
exhorta al punto a los discípulos, sino que primero solamente mira estupefacto
a Cristo presente, y declara el don que Cristo vino a traernos, y también el
modo de purificación. Porque la palabra Cordero encierra ambas cosas. Y no dijo
que cargará
sobre sí o que cargó sobre sí, sino que carga sobre sí el pecado del mundo, porque es obra que continuamente está
haciendo.
San Juan Crisóstomo
Natural de Antioquía, fue monje y obispo
de Constantinopla;
gran predicador y escritor, murió en el
destierro.
Es doctor de la Iglesia
(Ca. 349-407).
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