Nuestra Señora estaba con san Juan y,
estoy segura, María Magdalena fue la primera persona en oír el grito de Jesús: ¡Tengo sed! Ella conocía la intensidad y la profundidad
de este ardiente deseo de Jesús. Os deseaba a vosotros y a los pobres. Pero
nosotros ¿tenemos este deseo? ¿Lo oímos como ella? Tiempo atrás, nuestra Señora
me lo pedía a mí, pero ahora soy yo quien, en nombre de María, os lo pido a
vosotros y os suplico: «¡Oíd el grito de la sed de Jesús!» Que esto sea para
cada uno una palabra de vida. ¿Cómo acercarnos a la sed de Jesús? El secreto es
este: cuanto más nos acercamos a Jesús, más conoceremos su sed.
¡Arrepentios y creed en la Buena Nueva!, nos dice Jesús. ¿De qué hay que
arrepentirse? De nuestra indiferencia, de nuestra dureza de corazón. ¿Y en qué
hay que creer? En que Jesús tiene sed de vuestro corazón y de los pobres. Él
conoce vuestra debilidad y, sin embargo, desea vuestro amor. Quiere simplemente
que le deis una oportunidad para amaros. ¡Escuchadle pronunciar vuestro
nombre! Y así, haced que mi alegría, y la vuestra, sea completa.
Santa Teresa de Calcuta
Fundadora de las Hermanas
Misioneras de la Caridad (1910-1997)
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