La Palabra de Dios es viva y eficaz, más penetrante que una espada de
doble filo. Cuando
se predica esta Palabra de Dios, la palabra exterior, pronunciada y escuchada,
se reviste del poder de la Palabra acogida en el interior. Entonces, los muertos resucitan, y este testimonio hace
surgir nuevos hijos de Abrahán. Esta Palabra es palabra viva: viva en el
corazón del Padre, viva en los labios del predicador y viva en los corazones
llenos de fe y de amor. Y como es Palabra viva, no hay duda de su eficacia.
La
Palabra actúa con eficacia en la creación del mundo, en su gobierno y en su
redención. ¿Qué puede haber más eficaz o más fuerte que ella? ¡Cantad las proezas del Señor, su poder! La eficacia de esta Palabra se manifiesta
en sus obras y se manifiesta también en la predicación. No tornará a mide vado, sin que haya
cumplido aquello para lo que la envié. La Palabra es, pues, eficaz y más penetrante que una espada de doble filo cuando se la recibe con fe y amor. En
efecto, ¿qué hay de imposible para quien cree, y qué hay de duro para aquel que
ama?
Balduino de Ford Abad cisterríense (t Ca. 1190).
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