¿Cómo llegó la luz a todo el mundo? ¿De qué manera la divinidad habita
la carne? Como el fuego en el hierro. Sin dejar de ser lo que es, el fuego
comunica al hierro su propio calor. No por esto queda disminuido el fuego, sino
que llena por completo el hierro al que se comunica. Del mismo modo, Dios, por
el Verbo que plantó su tienda entre nosotros, no
ha abandonado su ser. El Verbo que se hace carne no ha sufrido ningún cambio.
El cielo no está privado de aquel que lo contiene en sí.
Entra del todo en el misterio: Dios ha venido en la carne para dar
muerte a la muerte que se escondía en la carne. Del mismo modo que los
medicamentos nos curan cuando son asimilados por el cuerpo, del mismo modo que
la oscuridad de una casa se desvanece al encender una luz, así la muerte que
nos tenía en su poder ha sido anihilada por la venida de nuestro Dios. Del
mismo modo que el hielo formado durante la noche se derrite con el calor del
sol, así la muerte ha gobernado hasta la venida de Cristo. Pero cuando el Sol
de justicia se levanta, la muerte es engullida en la victoria. No puede
soportar la presencia de la vida verdadera. Demos gloria con los pastores,
cantemos y dancemos en coro con los ángeles, porque nos ha
nacido un Salvador que es Cristo el Señor. Celebremos la salvación
del mundo, el día del nacimiento de la humanidad.
San
Basilio Magno
Natural
de Cesárea de Capadocia, fue
monje y obispo de su ciudad.
Es doctor de la Iglesia
y se le considera padre del monaquismo oriental (330-379).
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