Fijémonos
en la lección del leproso. Ante el Dios que desciende y Se acerca a
nosotros, él se aproxima y se arrodilla. Dios se abaja para mostramos su amor,
pero solo nos damos cuenta cuando nos colocamos debajo de ese amor. Su amor
siempre es anterior y más grande. Encontramos ese diálogo en el que se pone en
juego todo el dinamismo de la fe: Si quieres, puedes limpiarme. El leproso expresa toda su confianza en Jesús, pero, al mismo tiempo,
deja espacio a su libertad. Pjde, pero no exige. De esa manera nos enseña a
ponernos ante la misericordia de Dios.
Jesús responde: Quiero: queda limpio. El querer de Jesús libera su poder. Jesús quiere damos la salvación,
pero espera a nuestra fe. La fe abre el cauce para que el poder de Jesús
circule libremente y limpie nuestro corazón. Pascasio Radberto señaló que si la
fe es pura, «vivida en el amor, sostenida por la perseverancia, paciente en la
espera, humilde en su afirmación, firme en su confianza, llena de respeto en
su oración y de sabiduría en lo que pide, con seguridad escuchará en toda
circunstancia estas palabras del Señor: Quiero».
David AMADO FERNÁNDEZ
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