Esfuérzate por complacer a Dios, espérale
interiormente sin cansarte, búscale a la medida de tus pensamientos, violenta
tu voluntad y sus decisiones, fuérzalas para que tiendan continuamente hacia
él. Y verás cómo él viene a ti y establece en ti su morada. El está allí,
observando tus razonamientos, tus pensamientos, tus reflexiones, examinando
cómo le buscas: si es con toda tu alma, o negligentemente. Y cuando vea que lo
buscas con ardor, enseguida se te manifestará, se te aparecerá,
te concederá su auxilio, te dará la victoria y te librará de tus
enemigos.
En efecto, cuando haya visto cómo le buscas, cómo pones en él
continuamente tu esperanza, entonces verás cómo te instruye, te enseña la
verdadera oración y te da la caridad verdadera que es él mismo. Entonces él lo
será todo para ti: paraíso, árbol de la vida, perla preciosa, corona,
arquitecto, agricultor, un ser sometido al sufrimiento pero que no queda
afectado por él, hombre, Dios, vino, agua viva, cordero, esposo, guerrero,
armadura, Cristo todo
en todos. Igual
que un niño no puede ni alimentarse ni cuidarse solo, sino que no puede hacer
otra cosa que mirar, llorando, a su madre hasta que esta, movida por la
compasión, lo atiende, así las almas creyentes lo esperan todo de Cristo y le
atribuyen todo lo que es justo.
San Macario de Egipto
Monje egipcio que vivió sesenta años
retirado en el desierto de Scitia (t Ca. 390).
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