Jesús nos ha conseguido el envío del Espíritu Santo. Aunque el
Espíritu es un Don —precisamente uno de sus nombres es el de Don—, y es, por
tanto, gratuito, podemos y debemos hacer de nuestra parte para atraer ese Don.
No hemos de olvidar que el Paráclito es fruto de la Cruz. Ésa es la
interpretación mística de la muerte de Cristo en la Cruz: «inclinando la
cabeza, entregó su Espíritu» (Jn 19, 30), avalada por el hecho que después de
la lanzada saliese agua y sangre de su costado herido. «El agua que sale del
costado traspasado de Jesús es vista por Juan como el cumplimiento de la
promesa sobre los ríos de agua viva que brotarían de su seno y como signo del
Espíritu que recibirían los que creyeran en Él (cfr. Jn 7, 39). Lo que fue la
paloma en el Bautismo de Jesús (cfr. Jn 1, 32), es ahora el agua en este
bautismo de la Iglesia; es decir, un símbolo visible de la realidad invisible
del Espíritu. Tenemos una confirmación explícita de ello en el mismo
evangelista, cuando, refiriéndose ciertamente, a este momento, habla de las
tres cosas que dan testimonio de Jesús: el Espíritu, el agua y la sangre (1 Jn
5, 8). El agua y la sangre son los vehículos sacramentales a través de los
cuales el Espíritu actuará en la Iglesia, o, sencillamente, los símbolos de su
efusión acaecida sobre la Iglesia»33.
Para recibir el Espíritu Santo acudimos a los sacramentos,
especialmente a la Eucaristía, renovación sacramental de ese sacrificio de la
Nueva Alianza, en donde se nos da junto con el Cuerpo de Cristo su Espíritu.
La
oración de petición es otro medio para conseguir el Santo Espíritu. «Pedid y
recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide
recibe, y quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre
vosotros si un hijo le pide un pan le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le
dará en vez de un pez una serpiente? ¿O si le pide un huevo le dará un
escorpión?» Y el Señor concluye: «Si vosotros, pues, siendo malos, sabéis dar
cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el
Espíritu Santo a los que se lo piden?» (Le 11, 13).
Javier FERNÁNDEZ-PACHECO
No hay comentarios:
Publicar un comentario