La Sagrada Escritura y la Tradición no cesan de enseñar y celebrar
esta verdad fundamental: «El mundo ha sido creado para gloria de Dios». «Dios
ha creado todas las cosas», dice san Buenaventura, «no para añadir nada a su
gloria, sino para manifestar y comunicar esta gloria». Porque Dios no tiene
otra razón para crear que su amor y su bondad. «El amor es la llave que ha
abierto la mano de Dios para crear todo lo que existe» (santo Tomás de Aquino).
La gloria de Dios consiste en que se
realice esta manifestación y esta comunicación de su bondad en vista de las
cuales ha sido creado el mundo. Hacer de nosotros hijos adoptivos por Jesucristo: éste fue el designio benevolente de su
voluntad a la alabanza de su gloria y su gracia. «Porque la gloria de Dios es el hombre viviente, y la vida del
hombre es la visión de Dios: si la revelación de Dios por la creación procura
la vida a todos los seres que viven en la tierra, cuánto más la manifestación
del Padre por el Verbo procura la vida a aquellos que ven a Dios» (san Ireneo).
El fin último de la creación es que Dios, «el creador de todos los seres,
llegue a ser todo en todos procurando a la vez su gloria y nuestra bienaventuranza»
(Concilio Vaticano II).
No hay comentarios:
Publicar un comentario