Y puesto que el Señor se había revelado enteramente a través de sus acciones milagrosas, dando la vista a los ciegos, el andar a los cojos, la curación a los leprosos, el oído a los sordos, la vida a los muertos, la instrucción a los pobres, dijo: Dichoso el que no se sienta defraudado por mí.
¿Acaso Cristo había ya hecho algún acto que pudiera escandalizar a Juan? Por supuesto que no. En efecto, se mantenía en su propia línea de enseñanza y de acción. Pero es preciso estudiar el alcance y el carácter específico de lo que dice el Señor: la Buena Nueva es recibida por los pobres. Se trata de los que habrán perdido su vida, que habrán tomado su cruz y le habrán seguido, que llegarán a ser humildes de corazón y para los cuales está preparado el reino de los cielos. Y porque el conjunto de sus sufrimientos iba a converger en los del Señor y su cruz iba a ser un escándalo para un gran número de ellos, declaró dichoso a aquellos cuya fe no sucumbiría a ninguna tentación a causa de su cruz, su muerte, su sepultura.
San Hilario
Nació en Poitiers, ciudad de la que fue obispo. Por luchar contra la
herejía arriana sufrió el destierro;
es doctor de la Iglesia (t 367).
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