El Señor hizo a sus discípulos muchas advertencias y recomendaciones para que su espíritu se liberara del polvo de todo el terreno y se elevara el deseo de las realidades sobrenaturales. Según una de
estas advertencias, los que desean los bienes de arriba tienen que ser más
fuertes que el sueño y estar constantemente en vela. Hablo de aquel sopor
suscitado en aquellos que se hunden en la mentira de la vida por los sueños
ilusorios, como los honores, las riquezas, el poder, el fasto, los placeres...,
todo lo que la imaginación pueda presentar a los hombres superficiales para que
corran locamente tras ello. Todas estas cosas se desvanecen con el tiempo; son
de la naturaleza de la apariencia; apenas se consiguen, desaparecen como las
olas del mar.
Nuestro espíritu se libera de estas representaciones e ilusiones
gracias al Verbo, que nos invita a sacudir de nuestras almas este profundo
sopor para no apartarnos de las realidades auténticas, apegándonos a lo que no
tiene consistencia. Por esto nos propone la vigilancia, diciendo: Tened ceñida la cintura, y las lámparas
encendidas. Porque
la luz que ilumina nuestros ojos aparta el sueño y la cintura ceñida impide al
cuerpo caer en el sopor. El que tiene ceñida la cintura por la temperancia vive
en la luz de una conciencia pura. La confianza filial ilumina su vida como una
lámpara. Si vivimos de este modo entraremos en una vida semejante a la de los
ángeles.
San Gregorio de Nisa
Obispo de Nisa, hermano de san Basilio y
último de los grandes padres Capadocios (335?-394).
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