El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza. Esta pequeña semilla es para nosotros el
símbolo de Jesucristo que, sepultado en la tierra del jardín, surgió poco
después en su resurrección y se irguió como un gran árbol. Se puede decir que
cuando murió fue como una pequeña semilla. Fue un grano de semilla por la
humillación en la carne y un gran árbol por la glorificación en majestad. Fue
un grano de semilla cuando se presentó ante nuestros ojos desfigurado, y un
gran árbol cuando resucitó como el más bello de los hombres.
Las ramas de este árbol santo son los
predicadores del evangelio, de los cuales nos dice un salmo: A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su
lenguaje. Los
pájaros anidan en sus ramas cuando las almas de los justos se elevan por encima
de las seducciones de la tierra, y, apoyándose en sus alas de santidad,
encuentran en las palabras de los predicadores del evangelio el consuelo que
necesitan en las penas y fatigas de esta vida.
San Gregorio Magno
Nació en Roma; prefecto de su ciudad y monje después, fue papa desde
el año 590.
Es doctor de la Iglesia (540-604).
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