Los inmensos beneficios con los que el Señor ha agraciado al pueblo
cristiano hacen que este quede elevado a una dignidad inestimable. En efecto,
no hay ni habrá nunca una nación en la que los dioses estén tan cerca de
nosotros como lo está nuestro Dios. El Hijo único de Dios, con el propósito de
hacernos participar de su divinidad, asumió nuestra naturaleza y se hizo hombre
para divinizar a los hombres. Todo lo que ha tomado de nosotros lo ha puesto al
servicio de nuestra salvación. Porque para nuestra reconciliación ofreció su
cuerpo a Dios Padre sobre el altar de la cruz; derramó su sangre como precio
de rescate de nuestra condición de esclavos y para purificarnos de nuestros
pecados por el baño de la regeneración.
Para que permanezca en nosotros el recuerdo continuado de tan gran
beneficio, dejó a los creyentes su cuerpo como alimento y su sangre como bebida bajo las especies del
pan y del vino. ¡Oh admirable y hermoso banquete que trae la salvación y
contiene la dulzura en plenitud! ¿Se puede encontrar algo de más precio que
esta comida en la que ya no es la carne de terneros y machos cabríos sino la de
Cristo, verdadero Dios, la que se nos ofrece?
Santo Tomás deAquino
Dominico italiano, se le considera guía
principal del pensamiento católico en filosofía y teología. Es doctor de la
Iglesia (1225-1274).
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