Para conformarse plenamente al plan divino, el Señor Jesús apareció en
el Cenáculo bajo el aspecto que tenía antes de transfigurarse, y no según la
gloría que le era connatural y que correspondía al templo de su cuerpo
transfigurado. No quería que la fe en la resurrección condujera hacia otro
aspecto y hacia un cuerpo diferente del cuerpo asumido en la encamación en la
Virgen y que murió en la cruz. En efecto, la muerte no tenía poder más que
sobre la carne de la que iba a ser expulsada. Porque, si su cuerpo muerto no
resucitara, ¿cómo iba a ser vencida la muerte?
Por lo demás, el hecho de que el Señor
entrara estando las puertas cerradas es una prueba de su resurrección. Saluda
a sus discípulos con estas palabras: Paz a vosotros, mostrando así que él mismo es la paz. Ellos reciben, por su presencia,
un espíritu pacificado y tranquilo. Esto es, sin duda, lo que san Pablo desea a
sus fieles cuando dice: La paz de Dios, que supera cualquier razonamiento, guardará vuestros
corazones y vuestros pensamientos por medio de Cristo Jesús.
San CIRILO DE ALEJANDRÍA.
Monje y obispo de Alejandría, fue gran
defensor de la fe;
es doctor de la Iglesia (370-444).
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