Los dos discípulos se dirigían a Emaús. Su porte era normal, como el
de tantas otras personas que pasaban por aquellos parajes. Y es allí, con
naturalidad, donde Jesús se les aparece y camina con ellos, comenzando una
conversación que les hace olvidar su fatiga... Jesús en el camino. ¡Señor, tú
siempre eres grande! Pero me conmueves cuando condesciendes a seguimos, a buscarnos
en nuestro ir y venir cotidiano. Señor, concédenos la simplicidad de espíritu;
danos una mirada pura, una inteligencia clara para poder comprenderte cuando
vienes a nosotros sin ningún signo exterior de tu gloria.
Al
llegar al pueblo, el trayecto se acaba y a los dos discípulos que, sin darse
cuenta, han sido tocados en lo más profundo de su corazón por la palabra y el
amor de Dios hecho hombre, les duele que se marche. Porque Jesús se despide de
ellos aparentando
que iba más lejos. Nuestro
Señor no se impone jamás. Una vez percibida la pureza del amor que ha puesto en
nuestra alma, quiere que le llamemos libremente. Hemos de retenerle a la
fuerza y rogarle: Quédate
con nosotros porque atardece y se acaba el día, empieza ya la noche. Camino de Emaús. Nuestro Dios ha llenado
de dulzura este nombre, y Emaús es el mundo entero porque el Señor ha abierto
los caminos divinos de la tierra.
San
Josemaría Escrivá de Balacuer
Sacerdote español del siglo xx, fundador del Opus Dei, institución que
promueve la santidad laical en el trabajo y en la vida ordinaria (1902-1975).
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