Considera ahora el celo de los criados: quieren arrancar la cizaña
inmediatamente; es cierto que, aunque les falte reflexión, dan prueba de su
solicitud por la simiente. No buscan vengarse del que ha sembrado la cizaña,
sino salvar la cosecha; por eso quieren extirpar totalmente el mal del campo.
¿Y qué responde el Maestro? Se lo impide por dos razones: la primera, por temor
a perjudicar el trigo; la segunda, por la certeza de que un castigo inevitable
se abatirá sobre los que están afectados de esa enfermedad mortal. Si queremos
que se les castigue sin que se perjudique la cosecha, debemos esperar el
momento conveniente. Por otra parte, ¿Es posible que una parte de esa cizaña se
convierta en trigo? Podría ser pero si
lo arrancáis ahora podéis perjudicar su cambio, o la próxima cosecha arrancando
a los que podrían llegar a ser mejores.
San JUAN CRISOSTOMO.
(349 - 407)
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