No tenga otro deseo que el de entrar solo
por amor a Cristo en el desapego, el vacío y la pobreza de todo lo que existe en la tierra. No tendrá
otras necesidades más que aquellas a las que ha sometido su corazón; el pobre
de espíritu nunca será más feliz que cuando se encuentre en la indigencia;
aquel cuyo corazón no desea nada es siempre generoso.
Los pobres en el espíritu tienen una gran
libertad en todo lo que poseen. Su placer es pasar necesidad por amor a Dios y
al prójimo. [...] No solo los bienes, las alegrías y los placeres de este mundo
nos estorban y nos retrasan en el camino hacia Dios, sino también las alegrías
y las consolaciones espirituales son en sí mismas un obstáculo en nuestra
marcha, si las recibimos o las buscamos con un espíritu de propiedad.
San
Juan de la Cruz
Nace en Fontiveros, Ávila. A instancias
de santa Teresa, fue el primer religioso del Carmelo reformado. Doctor de la
Iglesia por sus escritos místicos (1S42?-1591).
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