Si de buena voluntad llevas la cruz, ella te llevará y guiará al fin
deseado, adonde será el fin del padecer, aunque aquí no lo sea. Si la llevas
contra tu voluntad, cargas y te la haces más pesada: y sin embargo conviene
que sufras. Si desechas una cruz, sin duda hallarás otra, y puede ser que más
grave. ¿Piensas escapar de lo que ninguno de los mortales pudo? ¿Qué santo ha
habido en el mundo sin cruz y tribulación? Nuestro Señor Jesucristo, en cuanto
vivió en este mundo, no estuvo una hora sin dolor de pasión. Porque convenía, dice,
que Cristo padeciese, y resucitase de los muertos, y así entrase en su gloria.
Pues ¿cómo buscas tú otro camino sino este camino real que es la vida de la
santa cruz?
Mas
este así afligido de tantas maneras no está sin el alivio de la consolación; porque
siente el gran fruto que crece al llevar su cruz. Porque cuando se sujeta a
ella de buena gana, toda la carga de la tribulación se convierte en confianza
de la divina consolación. Esto no es virtud humana, sino gracia de Cristo, que
tanto puede y hace en la carne flaca para que lo que naturalmente siempre
aborrece y huye lo acometa y acabe con fervor de espíritu. No es según la
condición humana llevar la cruz, amar la cruz. Si te miras a ti mismo, no
podrás hacer cosa alguna de estas: mas si confías en Dios, él te enviará
fortaleza del cielo, y hará que te estén sujetos el mundo y la carne. Y no
temerías al diablo, tu enemigo, si estuvieses armado de fe y señalado con la
cruz de Cristo.
Tomás de Kempis
Nace en Kempen, ¡unto a Colonia; este
canónigo regular de Windesheim es el autor de la Imitación de Cristo (1379?-1471).
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