El acto de fe es voluntario por su propia naturaleza. «Ciertamente,
Dios llama a los hombres a servirle en espíritu y en verdad. Por ello, quedan
vinculados en conciencia, pero no coaccionados... Esto se hizo patente, sobre
todo, en Cristo Jesús» (Concilio Vaticano II, 11). En efecto, Cristo invitó a
la fe y a la conversión, él no forzó jamás a nadie... Creer en Cristo Jesús y
en Aquel que lo envió para salvarnos es necesario para obtener esa salvación.
La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre. Este don
inestimable podemos perderlo; san Pablo advierte de ello a Timoteo: Combate el buen combate, conservando la
fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe.
Para vivir, crecer y
perseverar hasta el fin en la fe debemos alimentarla con la Palabra de Dios;
debemos pedir al Señor que nos la aumente; debe actuar por la caridad, ser sostenida por la esperanza y estar
enraizada en la fe de la Iglesia.
Catecismo
de la Iglesia Católica
Exposición de la fe y de la doctrina de
la Iglesia católica promulgada por Juan Pablo II en el año 1992 y cuya versión
latina oficial se publicó el día 15 de agosto de 1997.
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