El sacerdote es un hombre despojado:
a
más pobreza hay siempre más gloria de Dios
y
más utilidad del prójimo. El sacerdote es un hombre crucificado:
a más
muerte hay más vida para sí y para los demás. El sacerdote debe ser un hombre
devorado:
por
la caridad hay que llegar a hacerse pan.
Autor desconocido
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