No hay nada más frío que un cristiano despreocupado por la salvación
de los hermanos. No puedes, en este asunto, poner de pretexto tu pobreza: la
que dio las dos monedas ínfimas se levantaría para acusarte. También Pedro, que
decía: No
tengo ni oro ni plata. Y Pablo, que era tan pobre que a menudo pasaba hambre y le faltaba lo
necesario para vivir. Tampoco puedes excusarte en tu origen humilde: ellos
también eran de condición modesta. Ni la ignorancia sería una disculpa válida:
ellos tampoco eran gente de letras. Ni pienses alegar la enfermedad: Timoteo
tenía frecuentes molestias de estómago. Cualquiera puede ser útil a su prójimo
si lo quiere de verdad.
No digas que te es imposible restablecer
en el buen camino a los demás, porque si eres cristiano es imposible que esto
no suceda. Cada árbol lleva su fruto y como no hay contradicción en la
naturaleza, tampoco la hay entre lo que nosotros decimos y la verdad, porque
es inherente a la naturaleza del cristiano. Es más fácil que la luz se vuelva tinieblas que el cristiano deje de iluminar
a los demás.
San
Juan Crisóstomo
Natural de Antioquía, fue monje y obispo
de Constantinopla;
gran predicador y escritor, murió en el
destierro.
Es doctor de la Iglesia (Ca. 349-407).
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