Fue la predicación el procedimiento más importante en la divulgación
del Evangelio. El tema más enseñado fue el de la "unicidad de Dios",
frente al politeísmo indígena. Insistieron los misioneros en la falsedad de los
ídolos que, lejos de ser dioses, eran verdaderos demonios. Hicieron ver a los indios
que los fenómenos de la naturaleza tienen un origen natural y así quedaban
maravillados cuando se les explicaban los eclipses sirviéndose de naranjas y
candelas. Otro tema muy importante fue el de la existencia del más allá, con un
cielo y un infierno, cielo al que iban los amigos de Dios, e infierno para los
pecadores. Los misioneros describieron el cielo y
el infierno con tal viveza que, dado el
carácter impresionable de los indios, estos sintieron miedo a su propia
idolatría que les conducía al infierno.
Al ser los indios muy aficionados a los ritmos y ceremonias, les
encantaba los actos del culto cristiano, como procesiones y sacramentos. La
música tuvo un papel fundamental para el aprendizaje de oraciones y textos
evangélicos. Las representaciones plásticas del Evangelio, a modo de teatro
medieval, sirvieron para explicar las verdades de fe más complicadas. El arte
barroco, la imaginería cristiana, los cuadros pintados con fuertes colores,
sirvieron como espléndidos catecismos a quienes, no sabiendo
leer, se acercaban a Dios por la
contemplación y admiración. Hoy, nos llama la atención la difusión de
catecismos impresos en diversas lenguas nativas, dedicados a los indígenas más
instruidos, y que fueron un eficaz medio en el aprendizaje de la fe cristiana.
Sin embargo, las exigencias morales del
cristianismo resultaron complicados en la práctica. Virtudes como la castidad y
la caridad, actitudes como la aceptación de la monogamia o de la
indisolubilidad matrimonial fueron algo superior para los indígenas. Será el
tiempo quien se encargará de ir corrigiendo lo que ellos entendían como
costumbres y los cristianos como pecado.
Santiago CORREA RODRÍGUEZ
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