miércoles, 13 de noviembre de 2013

LA ALEGRÍA, UNA URGENCIA.



Somos muchos los que procuramos ayudar a una persona depresiva, marido, hijo, hermano, amiga o compañera de trabajo. Ese oscuro fenómeno, la depresión, cuyas causas parecen ser a la vez psíquicas y fisiológicas, desorienta. La tradición monástica identifica también como peligro mayor para la vida espiritual lo que llama “acedía”, la falta de aprecio por la oración y la vida espiritual, acompañada por un sentimiento de tedio y de tristeza. Etimologicamente, la palabra sugiere negligencia e indiferencia, luego esta falta de interés, de energía y de deseo que caracteriza a los depresivos.
Creyentes y no creyentes están igualmente impotentes frente a ese mal-estar, incluso si la fe anima algo la esperanza de los primeros. ¿Cómo volver a dar gusto y sabor a las ganas de vivir de una persona que da la espalda a todo? ¿Que todo aburre y abruma? Cuando se trata de una persona querida, hasta ahora bien viva y anímica, y que vemos de pronto depresiva y abatida por lo que parece una vida espiritual, uno se siente la más de las veces, impotente y capaz solamente – lo que ya es mucho – de estar a su lado perseverando en la oración.
En los casos más ligeros, podemos sin embargo preguntarnos si no tenemos una responsabilidad en ese abandono, esa tristeza. Los monjes condenaban la acedía como una aflicción culposa y su enseñanza se parece en alguna forma a la del Rabí Nahman de Bratislava, en el siglo XVIII que insistía sobre la lucha contra el abatimiento y la tristeza. Veía en la alegría una obligación espiritual urgente .
Sus exhortaciones a la alegría a pesar de todo lo llevaba a decir: “Hay que obligarse a la alegría”.  Esta enseñanza viene a recordarnos que a pesar de que todo es gracia, la persona debe también coger los acontecimientos y los vaivenes espirituales a brazo partido. ¿Jacob no tuvo que luchar contra Dios mismo?


Katell BERTHELOT. 

2 comentarios:

  1. Querida Chantal: Ayer no conseguí enviarte el comentario, a ver si lo consigo esta tarde; tengo mucha gana de verte para que me cuentes como habéis realizado el viaje.Trataré de ir mañana a Santo Domingo.
    Es importante estar alegre; el sólo hecho de saberte hijo de Dios, ya reporta la suficiente alegría para que te despiertes cada mañana con buen ánimo para alabarlo y pedirle cuanto necesitas para vivir la jornada sin sobresaltos y sin cometer imprudencias que pudieran disgustarlo.Somos débiles y cuando caemos nos ponemos tristes;Él está ahí para perdonarnos.Otra clase de tristeza es cuando oramos y buscamos a Dios y así un día tras otro y parece que lo hubiéramos perdido definitivamente, parece ser que al Señor le agrada que lo busquemos con impaciencia; después se experimenta una alegria muy grande cuando se ha encontrado.

    La depresión es otra cosa:una persona deprimida no atiende,no entiende ni escucha. Ante una persona con depresión hay que conseguir que la vea un médico a la mayor brevedad posible y que le haga un diagnóstico para poder ponerle el tratamiento adecuado.Puede tener un cortisol elevado; o que sus neurotransmisores le estén fallando y, en tal caso, la bioquímica se lo puede solucionar.Yo no creo que se curen las depresiones peleándose con nadie. Un beso.MªjoséBermúdez

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