martes, 29 de mayo de 2018

¿QUÉ ES LO QUE NOS HACE CAUTIVOS?.


¿Dónde está el corazón del amante? En la cosa que ama: por consiguiente, allí donde está nuestro amor, allí es donde nuestro corazón permanece cautivo. No puede salir de allí, no puede elevarse más alto, no puede ir ni a derecha ni a izquierda; vedle parado. Allí donde está el tesoro del avaro, allí tiene su corazón; allí donde está nuestro corazón, ese es nuestro tesoro. Una nonada, una imaginación, una palabra seca que alguien nos ha dicho, una falta de acogida gratuita, un pequeño rechazo, el solo pensamiento de que alguien no cuenta con nosotros... itodo esto nos hiere y nos indispone! El amor propio ataca a estas heridas ima­ginarias, no sabemos salir de ellas, estamos siempre metidos en ellas y ¿por qué? Porque estamos cauti­vos de esa pasión. ¿Qué es lo que nos hace cautivos? ¿Vivimos la libertad de los hijos de Dios? ¿O estamos atados a los bienes, a las comodidades, a los honores?

Oh Salvador, nos habéis abierto la puerta de la liber­tad, enseñadnos a encontrarla. Hacednos conocer la importancia de esta sinceridad, haced que recurramos a vos para llegar a ella. Iluminadnos, Salvador, para ver a qué cosas estamos atados, e introducidnos en la libertad de los hijos de Dios.


San Vicente de Paúl
Sacerdote y párroco en París. Fundó la Congregación de la Misión y también la Congregación de las Hijas de la Caridad (1581-1660).

viernes, 25 de mayo de 2018

DIOS RECOMPENSA LA HOSPITALIDAD.


En el tiempo en que el hambre azotaba a la tie­rra entera ¿por qué Elias fue enviado a casa de una viuda? Una gracia singular se concede a dos mujeres: un ángel visita a una virgen; un profeta, a una viuda. A aquella, Gabriel; a esta, Elias. Pero la viudedad no merece ninguna alabanza por sí misma a no ser que se le una la virtud. En la historia no faltan viudas; y, sin embargo hay una que se distingue de entre todas y que las alienta con su ejemplo. Dios es particular­mente sensible a la hospitalidad: en el evangelio, por un vaso de agua fresca promete recompensas eternas; aquí, por un poco de harina o de aceite, una profusión infinita de riquezas.



¡Cuan perfecta es esta viuda! Abatida por una gran hambre, continuaba, sin embargo, venerando a Dios. Sus provisiones no las guardaba para ella sola; las com­partía con su hijo. ¡Un bello ejemplo de ternura, y un ejemplo aún más bello de fe! Seguro que prefería a su hijo antes que a cualquier otra persona: y pone al pro­feta de Dios por encima de su vida. Ciertamente, no solo le dio un poco de su alimento, sino toda su sustancia; no ha guardado nada para sí; así como su hospitalidad la ha llevado a una donación total, su fe la ha condu­cido a una confianza total.

San Ambrosio

Nació en Tréveris (Alemania). De familia y educación romana, fue obispo de Milán, elocuente predicador y gran catequeta: convirtió y bautizó o san Agustín. Es doctor de la Iglesia (340-397).



martes, 22 de mayo de 2018

JESÚS ES EL CAMINO HACIA DIOS.




. Por el bautismo, tenemos acceso a Dios a través de Jesús. Es hoy un buen día para pensar si nuestra vida religiosa pasa por el encuentro personal con Jesús. Jesús nos llama a la purificación interior y a descubrir el verdadero culto que es el que encontramos en él. Su cuerpo es el nuevo templo. Jesús se ofrecerá en la cruz por todos nosotros y su entrega amorosa nos reconciliará con el Padre. Esa nueva realidad es la que ha de mover nuestra vida. Todo lo que después la acompañe no será superfluo si nos acerca más a él o nos ayuda a seguirlo mejor.
La Cuaresma es un tiempo para redescubrir esa relación tan especial que podemos tener con Dios a través de Jesús. Dios nos ha abierto su intimidad para que entremos en lo más profundo de su amor y nos da la fuerza para que nues­tro culto no quede reducido a lo ritual, sino que se extienda a toda nuestra vida mediante la vivencia de la caridad. El celo (amor) con el que Jesús purifica el templo es el mismo que nos da para que ardamos en su amor y nuestra vida sea una ofrenda agradable a Dios


DAVID AMADO FERNÁNDEZ



viernes, 18 de mayo de 2018

ABRAHAN, NUESTRO PADRE EN LA FE.


Vuestro padre deseó ver mi día, lo vio y se alegró. ¿Qué significa esto? Abrahán creyó a Dios y se le reputó como justicia. En primer lugar, porque este es el único Dios, Creador del cielo y de la tierra; después, porque multiplicaría su descendencia como las estre­llas del cielo. Dejando toda parentela terrena, siguió al Verbo de Dios, peregrinando junto a él para habi­tar con él. Los apóstoles, descendencia de Abrahán, dejando la barca y a su padre, siguieron al Verbo de Dios. También nosotros, acogiendo la misma fe que tuvo Abrahán y portando la cruz como Isaac la leña, lo hemos seguido.

Pues en Abrahán el hombre había aprendido y se había acostumbrado a seguir al Verbo de Dios. Abrahán había seguido según su fe el precepto del Verbo de Dios, con ánimo dispuesto a entregar a su hijo el amado en sacrificio a Dios, para que así Dios se complaciese en entregar en favor de toda su des­cendencia como sacrificio de redención a su amado Unigénito. Y como Abrahán era profeta, y con el espí­ritu veía el día de la venida del Señor y la economía de la pasión, por la cual él mismo como creyente y todos los demás que como él creyeron serían salvos, se alegró con grande gozo.

San Ireneo de Lyon

Discípulo de san Policarpo, obispo de Esmirna. Como obispo de Lyon (Francia), se erigió en defensor de la ortodoxia frente a los gnósticos. Murió mártir (t 200).

martes, 15 de mayo de 2018

QUE LA CRUZ NO OS ESPANTE.



Que la cruz no os espante, dice el Señor Jesús, y no os haga dudar de las palabras que yo os digo. La ser­piente levantada por Moisés en el desierto era eficaz por el poder de aquel que mandaba levantarla. Del mismo modo, el Señor carga sobre sí a la humanidad y sufre los dolores de la cruz y, gracias al poder que le habita, otorga la vida eterna a los que creen en él. En tiempo

de Moisés, la serpiente de bronce, sin tener vida en sí misma, gracias al poder de otro, salvaba de la muerte a los que iban a perecer por la mordedura de la serpiente venenosa solo con dirigir su mirada hacia el estandarte. Jesús, del mismo modo, a pesar de su apariencia mor­tal y lleno de sufrimientos, da la vida a los que creen en él gracias al poder que le habita.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que ninguno de los que creen en él se pierda, sino que tenga vida eterna. Es evidente que la divinidad no puede sufrir. No obstante, lo hace en virtud de su unión con la humanidad. San Pablo, para mostrar la grandeza de la pasión, dice: Si lo hubieran conocido, no habrían crucificado al Señor de la gloria. Quiere revelar, dando este título a Jesús, la gloria de su pasión. Del mismo modo, nuestro Señor, para mos­trar la riqueza de su amor a través de los sufrimientos padecidos, declara muy acertadamente: Dios entregó a su Hijo único.

Teodoro de Mopsuestia

Maestro de la escuela exegética y teológica de Antioquía y obispo de Mopsuestia (350?-428).

viernes, 11 de mayo de 2018

EL AMOR DE DIOS NO DEFRAUDA.


San Pablo y el evangelio nos hablan de cómo se ha por­tado Dios con nosotros. Dice el apóstol: Estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo. El término «revivir» apunta a la realidad de Jesús resucitado, que no solo reconstruye lo que el pecado ha destruido, sino que nos comunica una vida nueva. Nos engañamos si pen­samos que la gracia simplemente nos quita el pecado y nos da una especie de sosiego. Es mucho más: nos comunica la fuerza de Jesús resucitado, pues, como dice san Pablo, nos ha sentado en el cielo con él.

Jesús nos ofrece una intimidad que se manifiesta en nues­tra vida con una nueva manera de vivir, de comportarse, de querer al prójimo. Señala el apóstol: Para que nos dedique­mos a las buenas obras, que de antemano dispuso él que practicásemos para indicamos que debemos contemplar nuestra vida desde el amor de Dios y abrimos a una pers­pectiva más grande que nos llena de esperanza. El amor de Dios no defrauda.

Igualmente, en el evangelio se nos recuerda el amor de Dios hacia nosotros. La verdad del amor la vemos en lo que uno está dispuesto a hacer por la persona amada. Dios nos ama entregando a su Hijo único. Recuerdo a una madre que un día me dijo: «Por fin he comenzado a entender estas palabras del evangelio, porque yo sería capaz de darlo todo a cambio de que mis hijos no sufran. Dios, en cambio, entrega a su Hijo. Su amor es mucho más grande de lo que yo puedo imaginar».

DAVID AMADO FERNÁNDEZ

martes, 8 de mayo de 2018

UN BRECHA ABIERTA,


¡Con qué celo el fariseo que subía al templo para la oración pretendía ayunar dos veces por semana y dar el diezmo de todo lo que ganaba! Había fortificado bien la ciudadela de su alma. Se decía: Dios mío, te doy gracias. Había venido con todas las seguridades imaginables ante Dios. Pero dejó un espacio abierto y expuesto al enemigo cuando añade: Porque no soy como el resto de los hombres, ni como ese publicano. Así, por la vanidad ha dejado entrar al enemigo en la ciudadela de su corazón que estaba, no obstante, bien fortificado por sus ayunos y sus limosnas.
Todas las precauciones son inútiles cuando queda en nosotros una rendija por donde puede entrar el ene­migo. Este fariseo había vencido la gula por la absti­nencia; había dominado la avaricia por su generosidad. Pero ¿cuántos esfuerzos en vista a esta victoria han sido anulados por un solo vicio, por la brecha de una sola falta? Por esto, no basta con pensar en practicar el bien, sino que debemos vigilar nuestros pensamientos para mantenerlos puros en las buenas obras. Porque si son una fuente de vanidades o de orgullo en nuestro cora­zón, nuestros esfuerzos estarían llenos de vanagloria y no servirían a la gloria del Creador.
San Gregorio Magno
Nació en Roma; prefecto de su ciudad y monje después, fue papa desde el año 590. Es doctor de la Iglesia (540-604).


 

viernes, 4 de mayo de 2018

EL MANDAMIENTO DEL AMOR.




Pregunta: Os pedimos, primeramente, que nos digáis si los mandamientos de Dios tienen un cierto orden. ¿Hay un primero, un segundo, un tercero, y así sucesivamente?





Respuesta: El Señor en persona determinó el orden en que se debían seguir sus mandamientos. El primero y más grande es el de guardar amor a Dios, y el segundo, que le es semejante, o mejor dicho, es su cumplimiento y consecuencia, se refiere al amor al prójimo.







Pregunta: Háblenos primero del amor de Dios. Se sabe que hay que amar a Dios, pero ¿cómo hay que amarle?







Respuesta: El amor a Dios no se aprende. Nadie nos ha enseñado a gozar de la luz ni a estimar la vida por encima de todo; tampoco nadie nos ha enseñado a amar a los que nos han dado la vida y nos han edu­cado. Igualmente, o con más razón aún, no es a través de una enseñanza exterior por la que aprendemos a amar a Dios. En la misma naturaleza del hombre existe una especie de germen que contiene en sí mismo el principio de esta capacidad de amar. En la escuela de los mandamientos de Dios se debe recoger este germen, cultivarlo diligentemente, alimentarlo cuidadosamente, y llevarlo a su desarrollo mediante la gracia divina. La virtud de la caridad es una, pero es más poderosa que todos los mandamientos, porque: El que me ama guar­dará mi palabra, y también: Estos dos mandamientos contienen toda la ley y los profetas.





San Basilio Magno





Natural de Cesárea de Capadoáa, fue monje y obispo de su ciudad. Es doctor de la Iglesia y se le considera padre del monaquismo oriental (330-379).