viernes, 28 de diciembre de 2012

TIEMPOS PARA VIVIR





Todavía está en su sitio en la pared de la cocina. Las cuatro cifras brillan arriba para afirmar que hay que contar con él. Pero, he colgado mi calendario 2013.

El antiguo estaba cansado. Agotado. Ha soportado demasiado. Cargado de notas, sobrecargado de borrones, ha hecho su trabajo de calendario, sin romperse, sin caer. Pero ya es tiempo de relevo.

2013 está en la cita, a pesar de los falsos profetas que nos anunciaban el fin de los tiempos. A la entrada de este nuevo año, voy a proponer lo contrario: volvamos a dar vida a los tiempos. En plural. A todos esos tiempos que cuentan en la vida de  hombres y mujeres como cristianos que somos. Volvamos a dar sitio al tiempo presente, aquí y ahora, tiempo que nos ancla en la realidad de una sociedad, que nos invita a comprometernos y a dar, tanto como recibir. Que sepamos beber en las fuentes de los tiempos pasados, lo que nos ha construido, labrado, llenos de buen sentido. Sin parodiar a los profetas, osamos también mirar delante de nosotros, mañana y pasado mañana, como personas responsables, conscientes, avisados.

En 2013, encontremos algo más de tiempo para la paz y la alegría. El periodo de crisis que atravesamos  – crisis económica, pero también social y moral -  nos ha sumergido en un baño de morosidad agresiva y angustiosa. Quizás sea más urgente  abandonarnos a la vida sin bajar los brazos y paladear la alegría sin negar lo trágico de la existencia.

Por fin, confiemos algo más en el Espíritu, aceptemos dejarnos conquistar por la dulzura de la mirada de ese Dios que se ha hecho niñito, y empaparnos de su Palabra de vida.


Jean-Baptiste de FOMBELLE

Redactor-jefe  de “Panorama”.

jueves, 27 de diciembre de 2012

LA SANGRE.



Existe una especie de riachuelo de fuego que atraviesa la Biblia de una parte a otra y nos alcanza en la Eucaristía; es el tema de la sangre. Para  seguir el curso de este riachuelo tenemos que tener presente que la eucaristía está presente en toda la historia de la salvación, respectivamente, como “figura” en el Antiguo Testamento, como “acontecimiento” en la vida de Jesús y como “sacramento” en el tiempo de la Iglesia. A la luz de este esquema, la efusión de la sangre de Cristo nos aparece en primer lugar “proféticamente” prefigurada. Después “históricamente” realizada, y por último, “sacramentalmente” renovada en la eucaristía.

En el Antiguo Testamento tenemos la sangre del cordero pascual (Ex 12,7, 13), la sangre de la alianza con la que Moisés roció el pueblo (Ex  24,8) y la sangre del día de la gran expiación en el Santo de los Santos (Lv 16,1 ss). Todas estas figuras no pierden valor cuando aparece la realidad que es la sangre de Cristo derramada sobre la cruz.

La sangre es la sede de la vida, o sea, de lo que hay de más sublime y sagrado en el mundo. El derramamiento de la sangre de Jesús es el signo de amor más grande que puede existir. “No fue la muerte del Hijo lo que complació al Padre, sino su voluntad de morir libremente por nosotros” (S. Bernardo). La sangre es signo de la obediencia al Padre y de un amor por nosotros que llega hasta la muerte. Cristo nos ama y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre


Raniero CANTALAMESSA

domingo, 23 de diciembre de 2012

EL OFRECIMIENTO ¿UN TRUEQUE ?


Un sacerdote, un día, preguntó a sus feligreses: “¿Qué haces cuando te encuentras con un contratiempo, un dolor, una contradicción, cualquier problema? O sí, ¿por propia iniciativa, haces sacrificios o buscas ámbitos para sacrificarte? ¿Por qué lo haces?
Todos le respondieron que se lo ofrecían a Dios.
“Y ¿qué ganas con esto?”
Casi todos respondieron que se lo ofrecían por alguna intención concreta, por un hijo, por una curación, por solucionar cualquier problema. Alguno dijo: “Espero que, en el Cielo, el Señor me lo retribuya”.
Estas respuestas confirman que lo que menos se preguntan quienes ofrecen a Dios sacrificios o plegarías, es como le sienta eso, a Él. No se meten en su piel para saber en qué medida eso le alegra o le consuela. Tras el “te lo ofrezco. Enseguida viene el “por”. Se regala algo al Señor pero enseguida, se añade una intención concreta. Sin mala voluntad, se trata a Jesucristo como si fuera un simple intermediario; como quien ingresa una cantidad de dinero en el banco y encarga al empleado que le ponga en la cuenta de alguien a quien quiere o debe beneficiar.
Desgraciadamente, lo que realmente motiva a la mayor parte de los cristianos no es tanto el amor a Cristo, cuanto la propia conveniencia y el amor a otras personas. Seguro que esa conducta, siendo Él tan bueno, no le desagrada del todo. Conoce la ignorancia que late  detrás de ese modo de proceder. Sabe que la mayoría de los cristianos no sintoniza con su Corazón por que desconoce que éste siga siendo tan doliente y agradecido.
Sin embargo, también es posible que esa falta de sintonía con el sufrimiento actual de Cristo sea para Él un motivo de tristeza, sobre todo cuando se debe a la inadvertencia. Conviene hacer hincapié en la urgencia de consolar a Quien, por ser el que más ama, más sufre.

Michel ESPARZA
Sintonía con Cristo

jueves, 20 de diciembre de 2012

LA HUMILDAD EN EL SERVICIO


El servicio expresa otra característica del ágape divino: la humildad. Las palabras de Jesús: debéis lavaros los pies unos a otros significan debéis ofreceros recíprocamente los servicios de una humilde caridad. Caridad y humildad,  unidas, forman el servicio evangélico. Jesús dijo una vez : Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón (Mt. 11, 29). Pero ¿Qué ha hecho Jesús para definirse “humilde”? ¿Acaso se ha menospreciado a sí mismo, o ha hablado de forma modesta sobre su persona? Todo lo contrario. En el mismo episodio del lavatorio de los pies, él dice ser “Maestro y Señor” (Jn 13, 13). ¿Qué ha hecho, pues, para definirse “humilde”? Se ha rebajado, ha descendido para servir. Desde el momento de la encarnación no ha hecho otra cosa más que descender, descender hasta ese punto extremo, en que lo vemos de rodilla, lavando los pies a los Apóstoles. ¡Como debieron estremecerse los ángeles al ver semejante despojamiento al Hijo de Dios, sobre el que ellos ni siquiera se atreven a fijar su mirada (1 P.1, 12)!  ¡El Creador está de rodillas ante la criatura! Entendida de este modo – es decir como un despojarse, humillarse para servir – la humildad es verdaderamente la vía regia para asemejarse a Dios y para imitar la eucaristía de nuestra vida.
El fruto de esta meditación debería ser una revisión valiente de nuestra vida (hábitos, tareas, empleo y distribución del tiempo) para ver si es realmente un servicio y si, en este servicio, hay amor y humildad.

Raniero CANTALAMESSA 


domingo, 16 de diciembre de 2012

EL SERVICIO.



En el lavatorio de los pies, Jesús ha querido resumir todo el sentido de su vida, para que quedara bien grabado en la memoria de sus discípulos: Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora; lo comprenderás más tarde (Jn 13,7). Por eso, la Iglesia no cesa de hablar del servicio y de inculcarlo de todas las formas posibles a los discípulos de hoy.

El servicio no es una virtud, pero brota de las virtudes y, en primer lugar, de la caridad; aún más, es la expresión más grande del mandamiento nuevo. El servicio es un modo de manifestarse del ágape, esto es, de ese amor que no busca su interés (1 Cor 13, 5), sino él de los demás; que no está hecho de búsqueda sino de donación. Es, en definitiva, una participación e imitación del obrar de Dios que, siendo el Bien, todo el Bien, el sumo Bien, no puede amar o beneficiar más que gratuitamente, sin ningún tipo de interés particular. Por esto, el servicio evangélico, en contraposición con el del mundo, no es propio del inferior, del necesitado, de quien no tiene, sino que es propio, más bien, del que posee, de quien está arriba, de quien tiene. A quien se le dio mucho, se le reclamará mucho, en lo que concierne el servicio (Lc 12 48). Por esto Jesús dice que, en su Iglesia, es sobre todo el que gobierna el que debe ser como el que sirve (Lc 22 26) y el primero es el que debe ser el siervo de todos (Mc 10,44). El lavatorio de los pies es el “sacramento de la autoridad cristiana” (C. Spicq).


Raniero CANTALAMESSA

jueves, 13 de diciembre de 2012

EL NIÑO QUE SE DUERME

Nada tan hermoso como un niño que se duerme, dice Dios.
Os lo digo: nada tan bello en el mundo. Nunca he visto nada tan bello en el mundo.
Y, Yo lo sé. Mi creación está llena de hermosura.
Hay tantas hermosuras que no se sabe adonde ponerlas.
He visto millones y millones de astros rodar debajo de mis pies, como la arena del mar.
He visto días ardientes como llamas.
Días de verano, de junio, de julio y de agosto.
He visto tardes de invierno puestas como un abrigo.
            Todo lleno de estrellas.
He visto esas iglesias que son mis propias casas.
Y Paris, y Reims, y Rouen y catedrales que son mis palacios y mis castillos.
Tan hermosos que los guardaré en el cielo.
He escuchado cantar las misas y las triunfales vísperas.
He visto las llanuras y los valles.
Que son lo más hermoso visto.
He visto el mar profundo y la selva profunda; el corazón profundo del hombre.
He visto corazones devorados por el amor durante vidas enteras.
Perdidos de amor, ardientes como llamas.
Y he visto brotar lágrimas de amor
Que durarán más que las estrellas del cielo.
Y he visto miradas de súplica, miradas de ternura
     Perdidas de amor.
Que brillarán eternamente en las noches de las noches.
Y he visto vidas enteras, desde el nacimiento hasta la muerte.
Del bautizo hasta el viático.
Se desarrollaban como una hermosa madeja de lana
Pero, lo digo, dice Dios, no conozco nada tan bello en el mundo
     Como un niño que se duerme diciendo sus oraciones.
Debajo del ala de su ángel de la guardia.
Y que sonríe a los ángeles cuando empieza a dormirse.
Y que ya lo mezcla todo y ya no entiende nada.
Y remezcla las palabras del “Padre nuestro” de cualquier forma, en desorden con las palabras del “Salve, María”.
Mientras un velo baja ya en sus párpados.
El velo de la noche en su mirada y en su voz.
He visto los santos más grandes, dice Dios, pues os lo digo:
     No he visto nada tan hermoso en el mundo como ese niño que se duerme diciendo sus oraciones.
Como ese chiquitín que se duerme en la confianza.
 Y que mezcla su “Padre nuestro” con su “Dios te salve”.
Nada es tan hermoso e incluso es un punto
 En que la Virgen y Yo estamos de acuerdo.
Y, lo puedo decir, es el único punto en que estamos de acuerdo
Porque generalmente tenemos pareceres contrarios.
Porque Ella quiere misericordia.
Y Yo, tengo que querer la justicia.
                                                                                  Charles PEGUY


viernes, 7 de diciembre de 2012

SEÑOR Y DADOR DE VIDA


Partiendo de las palabras del símbolo niceno-constantinopolitano que definen al Espíritu Santo como “Señor” y “Dador de vida”, “que habló por los profetas” se amplia la perspectiva hasta trazar una verdadera y propia historia del Espíritu Santo. Él siempre ha actuado cuando de lo que se trataba era de dar la vida. Al principio, Adán era una imagen inerte, hecha de barro; pero recibió un soplo, “un aliento de vida” en él y el hombre se convirtió en un ser vivo. Cuando se trató de llamar a la existencia al Nuevo Adán , también el Espíritu Santo intervino sobre María para dar vida, en ella, al Salvador. En el Cenáculo, tenemos todavía un puñado de hombres asustados e inciertos, una especie de cuerpo inerte, como el del primer hombre, pero llega también aquí el soplo del Espíritu  y aparece la Iglesia viva. Cada vez es el Espíritu el que hace dar un salto de cualidad a la vida y a la historia de la salvación.

 

Raniero CANTALAMESSA

viernes, 30 de noviembre de 2012

NADA TE TURBE.

Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
Sólo Dios basta.


Eleva tu pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
nada te turbe.

A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
nada te espante.


¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
todo se pasa.

Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
»
Fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.


Ámala cual merece
bondad inmensa;
pero no hay amor fino
sin la paciencia.

Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza.


Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios tu tesoro
nada te falta.


ID, pues, bienes del mundo;
ID dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta.


Santa TERESA DE ÁVILA

domingo, 25 de noviembre de 2012

EL AUTORITARISMO.


 

 

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A menudo, él que tiene esta tendencia al autoritarismo no se da mínimamente cuenta de los sufrimientos que provoca o incluso se asombra al ver que los demás no parecen apreciar su “interés” y sus esfuerzos, y hasta se hace la víctima. Jesús dijo a sus discípulos que fueran como corderos en medio de lobos, pero estos, por el contrario son lobos en medio de corderos. Una gran parte de los sufrimientos que a veces afligen a una familia o a una comunidad se debe a la existencia en ellas de algún espíritu autoritario y despótico que con el pretexto de “servir” a los demás, en realidad los pisotea y los tiraniza.

Es muy posible que seamos precisamente nosotros los lobos. Si nos asalta una pequeña duda en este sentido, sería bueno preguntáramos sinceramente a quien vive cerca de nosotros y les diéramos la posibilidad de expresarse sin ningún temor. Si resulta que también hacemos la vida difícil a alguien con nuestro carácter, debemos aceptar con humildad la realidad y replantear nuestro servicio.

Al espíritu de servicio se opone el apego exagerado a las ideas y costumbres propias. La regla del servicio es siempre la misma: Cristo no buscó su propio agrado.

 

Raniero CANTALAMESSA

domingo, 18 de noviembre de 2012

LA VENIDA DE CRISTO.


 

Los Padres de la Iglesia nos advierten que prestemos atención para no caer en falsas imaginaciones y en esperar una extravagante segunda venida de Cristo, del fin del mundo. Dicen que antes de la definitiva y última venida de Cristo está su venida a la vida de cada uno. Esta venida debe ir acompañada de un discernimiento de saber leer los signos que ocurren en nuestra vida para captar en qué forma Cristo llama a nuestra puerta y mediante qué acontecimiento se quiere  liberar de la esclavitud del pecado y trasplantarnos a un fundamento que no se derrumba. También la experiencia personal o comunitaria de la venida de nuestro Señor ocurre a menudo mediante momentos difíciles y dramáticos, cuando vemos que las cosas más sólidas, las certezas más intocables, caen. Y esto es así porque, en su amor, Dios no quiere que apoyemos nuestra vida en puntos que son sólidos sólo aparentemente.

 

MARKO I, RUPNIK, S.J.

 

 

Cuando te sientas cansado, triste, solo, por causa del sufrimiento, retírate a este santuario íntimo de tu alma y allí encontrarás a tu hermano, a tu amigo Jesús, que será tu consolador, tu apoyo, tu fuerza.

 

CHARLES DE FOUCAULD

 

miércoles, 14 de noviembre de 2012

DAR LAS GRACIAS.

Dichoso este leproso samaritano que reconoció que no tenía nada que no hubiera recibido. Él guardó hasta el último día el encargo que se le había confiado y regresó donde estaba el Señor para darle las gracias. Dichoso aquel que, a cada don de la gracia, vuelve en quien se encuentra la plenitud de toda gracia, porque, si somos agradecidos con  Él por todo lo que hemos recibido, hacemos sitio en nosotros mismo para recibir una más abundante. En efecto, solo el desagradecimiento puede frenar el progreso en nuestro camino de conversión.
Dichoso, pues, el que se mira como un extranjero, y sabe  dar las gracias incluso por los más pequeños beneficios recibidos, teniendo en cuenta que todo lo que se da a un extranjero y a un desconocido es un don puramente gratuito. Por el contrario, qué desdichados y miserables somos cuando después de habernos mostrado timoratos, humildes o devotos, olvidamos lo gratuito que es lo que hemos recibido. Os ruego pues, mantengámonos con gran devoción en la acción de gracias y Dios nos concederá la  única gracias que puede salvar nuestras almas. Seamos agradecidos, no solo de palabras sino por las obras y en verdad.

SAN BERNARDO
(1090-1153)

viernes, 9 de noviembre de 2012

SER SANTO.


La fiesta de Todos los Santos lleva a los adolescentes, y no adolescentes, a preguntarse: ¿Cómo se hace uno santo en el siglo  XXI? ¿Cuál es el camino? Espontáneamente deseamos ser santos. Pero la santidad es fruto del Espíritu, no el resultado de nuestro poder. Es el resultado involuntario de una intención voluntaria. San Pedro o la Virgen María han respondido “SI” a la llamada recibida, “sí” por ir hacia… con… pero no han querido ni buscado la santidad. Ha sido el resultado de su fidelidad.
También tenemos otra idea inconsciente que enlaza santidad y perfección. La santidad es un don, una gracia. No en función de nuestros méritos, sino de nuestra fe. Es ella que obra a través nosotros mismo. Es Dios el alfarero. Eso no impide que el joven, o el adulto, tenga necesidad de modelos para construirse como cristiano. Ellos se construyen a través de la imitación de figuras que le revelan lo que sienten en lo profundo. Esa identificación sólo es posible si puede reconocerse en la debilidad, los defectos y el amor por la vida de sus héroes. Darse cuenta de que Pedro duda y miente, que a Francisco de Asís le gustan los tejidos, por ejemplo, le permite comprender y admitirlos. Un personaje perfecto es inaccesible. La Biblia enseña una aspiración a la santidad, si sus actores no son dioses, sino personas que, no sin dificultad, han escogido vivir bajo la mirada del Más-Alto. Si la persona se siente en comunión con la desobediencia de David o el amor por el deporte de Juan-Pablo II, podrá seguirlos en su viaje interior.
Ser santo es una renuncia, se piensa a veces. No, es una conversión que obliga a escoger. La agresividad de S. Pablo se trasforma en valor, el gusto por la vida de Francisco de Asís le lleva al ascetismo. Cada uno tiene su carácter, su singularidad. El Espíritu le guía a su ritmo, le enseña qué ruta escoger. Si negamos nuestra personalidad, nos asemejamos al que enterró sus talentos y no puede dar nada al maestro que viene. La santidad nos pide un doble movimiento: desarrollar nuestra semilla interior y confiar en el Otro para que la haga fructificar.

Geneviève de TAISNE.

jueves, 1 de noviembre de 2012

EL "AMÉN" DE LA COMUNIÓN.


El sacerdote proclama: “¡El Cuerpo de Cristo!” y nosotros respondemos: ¡Amen! Decimos Amén al cuerpo santísimo de Jesús nacido de María y muerto por nosotros, pero decimos también Amén a su cuerpo místico que es la Iglesia y que son, concretamente, los hermanos que están a nuestro alrededor, en la vida o en la mesa eucarística. No podemos separar los dos cuerpos, aceptando uno sin el otro. Quizás no nos cueste demasiado pronunciar nuestro Amén a muchos hermanos, es posible que a la mayoría de ellos. Pero siempre habrá alguno entre todos ellos que nos haga sufrir, no importa de quien fue la culpa, si suya o nuestra; siempre habrá alguno que se oponga a nosotros, nos critique, nos calumnie. Decir Amén en este caso es más difícil, pero esconde una gracia especial. Es más, existe un especie de secreto en este acto. Cuando queremos realizar una comunión más íntima con Jesús, o tenemos necesidad de perdón o de obtener una gracia especial de Él, este es el modo de lograrlo: acoger a Jesús en la comunión, junto con “aquel” o “aquella”… Decirle explícitamente: Jesús, hoy te recibo junto con (decir el nombre), le hospedo junto a ti en mi corazón, estoy contento si Tú lo traes contigo. Este pequeño gesto le agrada mucho a Jesús porque sabe que para realizarlo debemos morir un poco.

Raniero CANTALAMESSA

domingo, 28 de octubre de 2012

HABLAR A UN NIÑO DE LA MUERTE


La muerte es muchas veces un tema tabú. Cuando sobreviene, los adultos se encuentran sin palabras. ¿Cuándo y como hablar de la muerte a los niños? ¿Qué decirles sobre ese misterio y la esperanza cristiana? 

Isabel con sus cuatro añitos pregunta lo que es la vejez. Su mama le explica que, después de una larga vida, pero antes de morir, se es viejo. Algunos días más tarde, en el mercado, enseñando con el dedo a una persona de edad, la niña exclama: “Mira, Mama, ¡la señora está casi muerta!”. ¿Cómo hablar de la muerte a un niño? Lo más sencillamente posible. Porque la muerte forma parte de la vida. Y porque el niño necesita estar acompañado frente al misterio y a la herida que es la muerte.

Madre, abuela, y casi bisabuela, Clotilde se acuerda muy bien del silencio que rodeó la muerte de su hermanito.”Tenía siete años. Apenas yo había visto al bebe que acababa de nacer que me mandaron a casa de mi abuelo, sin saber el por qué. De hecho, mi hermano prematuro tenía una malformación cardiaca que no se podía operar durante la guerra. Mi abuelo me dijo que habia muerto sin manifestar emoción y sin preocuparse de lo que entendía. De vuelta a casa, me pareció haber soñado con ese bebe. No había rastro de su nacimiento, habían quitado la cuna, ni una lágrima y sobre todo un silencio inmenso, como si no había pasado nada. Pensé que la muerte de un niño no tenía importancia y me sentía amenazada: ¡mi vida no valía nada! Necesite años para volver a encontrar paz.

Queriendo sobreproteger al niño, se provoca una herida más profunda todavía. “Lo que traumatiza, es ocultar, no decir nada, o peor: mentir”, dice una especialista. Tampoco hay que carear violentamente el niño y la muerte. Solamente decir la verdad. Un equilibrio que depende de la edad, de su relación con la persona fallecida y también de la pena del adulto que acompaña al niño.

Las palabras sencillas ahuyentan los miedos.

Pablo, 15 meses, murió durmiendo. Cuando sus padres lo descubrieron, era demasiado tarde. Por la mañana, tuvieron decirlo a sus tres hermanos mayores. “queríamos a cualquier precio evitar las palabras falsas, como decir que se había dormido, les hemos dicho la verdad. Preguntaron todo lo que les pasaba por la cabeza y procuramos contestar con paciencia. Luego, hemos ido hacia la cuna de Pablo para ver la realidad.” Tres días más tarde, en el entierro, Martín exclamó: “pero… si es su bautismo”. “Me dejo sin reacción: Pablo iba a vivir una vida nueva en el corazón de Dios.”

Hay que hablar de la muerte, incluso cuando ronda por ahí… si se dice “morir” en un hospital, nadie ha oído, hay un vacío y se habla de otra cosa.  “la muerte es cuando se ha terminado la vida”. No hay que buscar más allá: las palabras sencillas hacen desaparecer los miedos. Por supuesto no se trata de rodear al niño con un clima abrumador sino de hacerle entender que la muerte no es lo que ve en la tele o en los juegos informáticos.  Los padres pueden encontrar mil ocasiones para hablar de la muerte. Sin banalizar: es importante hacer comprender el carácter definitivo de la muerte: no se tiene varias vidas como en los juegos-videos

L0s niños no tienen miedo a la muerte, quieren comprenderla. Si se explica con alegría el principio de la vida, ¿por qué dudar al hablar del fin?  Si se ve un niño después de un fallecimiento que se encierra violentamente sobre sí mismo, niega la muerte y su pena, hágalo llorar. Hay que vaciarle de su pena a fin de que no se forme una ponzoña de dolor que volvería más tarde.

Saber confiar en el niño.

Los que tienen una educación cristiana saben ya algo de la muerte. La familia¸ el catecismo se acercan al problema de la vida, la muerte y la Resurrección de Jesús. Si Jesús ha muerto, es natural que los hombres también lo hagan.

Pero ¿hay que llevar el niño al entierro? ¿Al hospital? ¿Dejarle tocar el cuerpo muerto de su abuela? El primer criterio es el deseo del niño. Sabe lo que puede vivir y lo que lo sobrepasa. El niño puede soportarlo todo. Hay dramas peores que el duelo. Pero hay que acompañarle con atención. Lo que pasa es que la familia está tan dolorida e inmersa en su pena que pueden no estar disponibles al niño.

 Atreverse a decir la fe en la Resurrección.

También los adultos están organizando la ceremonia, el papeleo, las llamadas y dejan muchas veces de lado al niño, esperando así protegerle. Sin embargo es capital para el niño saber lo que pasa alrededor suyo. Hay que darle la oportunidad de expresarse.

Finalmente los padres deben compartir con el hijo su esperanza cristiana. La muerte es un misterio que la Iglesia acompaña y los adultos deben hablarle de su fe en la resurrección, que la muerte no es el fin de todo, que es una trasformación con esperanza. Es esencial tranquilizar al niño y hacerle entender que la vida sigue.

 
                                                                                  Christophe HENNING

miércoles, 24 de octubre de 2012

LA ESPADA DE DOS FILOS


¿Cual es el significado o la simbología de “la espada de dos filos”?

LA ESPADA DE DOBLE FILO PENETRA SIN ENCONTRAR RESISTENCIA, ASÍ COMO ENTRA LA ESPADA POR LA MÉDULA ESPINAL DEL TORO EN LAS CORRIDAS ESPAÑOLAS PORQUE VA CORTANDO POR AMBOS LADOS. CUANDO ELLA NOS PENETRA Y NOS EMPIEZA A SEÑALAR TODO LO QUE HACEMOS QUE NO ES ACORDE A LA PALABRA DE NUESTRO SEÑOR. Y TODO LO QUE PENSAMOS Y SENTIMOS QUE SE OPONE A ELLA, LLEGA UN MOMENTO QUE POR MÁS QUE NOS RESISTAMOS, CAEREMOS DOBLEGADOS ANTE ELLA PORQUE ES MÁS FUERTE QUE NOSOTROS Y TERMINA POR VENCERNOS, PARA ASÍ CONSTRUIR EL SER NUEVO QUE EL SEÑOR QUIERE DE NOSOTROS, A SU IMAGEN Y SEMEJANZA.

EL PODERÍO DE LA PALABRA ES UN PODERÍO POSITIVO.

SEPARA AL BIEN DEL MAL, PORQUE ELLA DENUNCIA EL

MAL CONSTANTEMENTE.

LA PALABRA, SIMBOLIZADA CON ESTA ARMA DE GUERRA QUE ES LA ESPADA, DESATA UNA GUERRA SANTA EN NUESTRO INTERIOR ENTRE LA VERDAD Y EL ENGAÑO. POR ESO ES “ESPADA DE DOBLE FILO”, TIENE DOBLE PODERÍO, PORQUE DESTRUYE Y CORTA DENTRO DE NOSOTROS EL ENGAÑO, LA FALSEDAD Y LA IGNORANCIA, Y, A LA VEZ, CONSTRUYE LA VERDAD Y
LA SABIDURÍA.

LA PALABRA
TIENE DOBLE FILO PORQUE SEPARA LA VERDAD DE LA MENTIRA, LA SABIDURÍA DE LA NECEDAD E IGNORANCIA.

LA PALABRA DE DIOS POR SER “ESPADA DE DOBLE FILO” PRODUCE DOS EFECTOS CONTRARIOS: DESTRUYE PARA CONSTRUIR.

LO MISMO HACE EN LAS PERSONAS: EN ALGUNAS PRODUCE ADMIRACIÓN Y EN OTRAS REPUDIO, EN ALGUNAS PRODUCE LUZ Y EN OTRAS MÁS CEGUERA, Y ESTO DEPENDE DE LA RELACIÓN PERSONAL CON JESÚS Y DEL CONTACTO ASIDUO CON SU PALABRA.

JESÚS, EN MATEO 10,34 DICE:
“NO PENSÉIS QUE HE VENIDO A TRAER PAZ EN LA TIERRA; NO HE VENIDO A TRAER PAZ SINO ESPADA”.
ESTO NOS LO DICE, PORQUE HA VENIDO A DARLE CORTE A LA ANTIGUA ALIANZA Y A INSTAURAR LA NUEVA ALIANZA.

(MERCURY)


viernes, 19 de octubre de 2012

¿SON LOS ESTADOS UNIDOS UN PAÍS LÁICO?


El día 6 de noviembre, el presidente de los Estados Unidos jurará sobre la Biblia y dirá el famoso: “GOD BLESS AMERICA”. En aquel país es imposible imaginar un presidente ateo. Cual es esta laicidad tan religiosa?

¿Se puede decir que Estados Unidos es un país laico?
Si, sin ninguna duda, pero laico no quiere decir sin Dios. Esto significa que las instituciones públicas son neutras desde el punto de vista religioso. Por otra parte, los países europeos son también países laicos: sin embargo dejan un sitio a Dios, en algunos casos a las instituciones religiosas. Acordase de que la reina de Inglaterra es el jefe de la Iglesia Anglicana, que la constitución alemana hace referencia a Dios; sin hablar de la bandera europea que representa las estrellas coronando a la mujer de la Apocalipsis. Solamente una parte de los Franceses y de los Españoles piensan poder extirpar Dios de la vida social. La realidad es esa: la laicidad no quiere decir retirada de Dios; es simplemente un orden jurídico universalmente aceptado que garantiza la libertad de conciencia y las creencias.

Sin embargo en los Estados Unidos, Dios parece tener un papel particular, más importante que en Francia.
Efectivamente existe una excepción americana desde este punto de vista: el pueblo americano es creyente, incluso si un cierto ateismo se está desarrollando. Forma parte de las “costumbres del corazón”, de alguna manera, una religión civil. De generación en generación, incluso ahora, se transmite una sensibilidad religiosa con la convicción de que la nación americana se aglutina alrededor de Dios. Pero no es el Dios de una religión particular. Es el Dios hacia el cual convergen todas las oraciones, un dios a la vez cristiano, judío, musulmán u otro es decir un dios que tiene tanta caras como la sociedad americana, que ha asimilado todas las confesiones. Esto ha sido largo y a veces doloroso: pero ahora es un elemento importante del vivir juntos de ese pueblo.

¿Es la señal de una cierta sabiduría del pueble americano que no elimina Dios del dominio público? ¿o bien una supervivencia de la antigua creencia que piensa que Dios ha bendecido los primeros exploradores que han construido America?
Los Americanos, en su mayoría, piensan que Dios bendice muy particularmente los Estados Unidos. Y desde luego, su país debe ser digno de ello, lo que les da esa faceta de “salvadores del mundo”. La referencia a Dios también ha servido en el combate contra el comunismo soviético ateo. Hoy este aspecto se borra por la secularización de la sociedad americana y confiesa su desconocimiento y  falta de creencia.

Jean-Luc POUTHIER
Historiador, catedrático en la Escuela de SCIENCIAS POLÍTICAS.

miércoles, 17 de octubre de 2012

¿ QUIEN DA A QUIEN ?


Das los bienes de este mundo y recibes los bienes eternos. Das la tierra y recibes el cielo. Pero ¿a quien dar . Escucha la Escritura que te dice como prestar al mismo Señor: Quien se apiada del débil, presta al Señor. Seguramente Dios no tiene necesidad de ti, pero hay alguien que sí la tiene. Lo que das a uno, otro lo recibe. Porque el pobre no tiene qué devolverte; querría, pero no tiene nada; tan solo queda en él la voluntad de orar por ti. Pero cuando un pobre ora por tí, es como si dijera a Dios: “Señor, he recibido un préstamo, sé tú mi fianza”. Entonces, si el pobre al cual tú has prestado es insolvente, hay un buen garante, porque Dios te dice: “Da sin miedo, yo respondo por él. Soy yo quien te lo devolverá, soy yo quien lo recibe, es a mÍ a quien das”.
Como Cristo es Dios, no hay aquí ninguna duda, porque El dice: Tuve hambre y me distes de comer. Quiere enseñarnos que Él es realmente el garante de los pobres, quien responde por todos sus miembros y declara: Cada vez que lo hicisteis con uno de estos humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.

SAN AGUSTIN

domingo, 14 de octubre de 2012

NUESTRO “ SI ".

En este mundo, Dios espera de cada uno de nosotros un “si” que solo cada uno puede dar en el lugar donde se encuentra. Por tanto, cada uno de nosotros es la cima de la humanidad, cada uno tiene su vocación y cada uno debe empujar para abrir a los otros, aquí y ahora, en este lugar y en este momento, la puerta que en Jesucristo fue abierta.
Para nosotros es inconmensurable y precioso saber que cuando vivimos en total intimidad con Dios, y le decimos nuestro “si”, estamos vinculados, encadenados a los otros, estamos comprometidos en el servicio de los demás.
La Iglesia no es sino la señal de que Dios ha acogido y tomado en serio a los hombres, tal como son. Nuestro “si” a la humanidad entera, por tanto, es real y auténtico si inscribimos esta humanidad en este “si” de Dios, en sus obras, en su gracia, en su misericordia para con los hombres. Somos todos albañiles que no podemos que hacer más que poner los propios ladrillos en las manos del Único que construye con ellos la casa de Dios entre los hombres: La Iglesia. No somos nosotros quienes la construimos; es Él. Pero a nosotros se nos pide, como a María, que consideremos cada simple momento como un ladrillo para poner en sus manos.

Klaus HEMMERLE

jueves, 11 de octubre de 2012

LA ORACIÓN ES DE SIEMPRE

El bien supremo es la oración, la conversación familiar con Dios. Ésta es la relación que tenemos con Dios y la unión con Él. Igual que los ojos del cuerpo quedan iluminados al ver la luz, el alma que tiende hacia Dios queda iluminada por su inefable luz. La oración no es efecto de una actitud exterior, sino que viene del corazón. No queda reducida a unas horas o momentos determinados, sino que es una actividad continua, tanto de día como de noche. No nos contentemos orientando nuestro pensamiento a Dios durante el tiempo dedicado exclusivamente a la oración, sino que, cuando otras ocupaciones nos absorban, es importante que mantengamos el deseo y el recuerdo de Dios, a fin de ofrecer al Señor del universo un alimento muy suave sazonado con la sal del amor de Dios.
La oración es la luz del alma, el verdadero conocimiento de Dios, la mediación entre Dios y los hombres. A través de ella, el alma se eleva hacia el cielo y estrecha el Señor con un abrazo inexpresable. Como un niño de pecho hace con su madre, el alma llama a Dios llorando, hambrienta de la leche divina. Expresa sus deseos más profundos y recibe regalos que sobrepasan todo lo que se puede ver en la naturaleza. La oración que con respeto presentamos delante de Dios es gozo para el corazón y descanso del alma.

HOMILÍA DEL SIGLO V.

sábado, 6 de octubre de 2012

TODA GRACIA

El ángel, al saludarla, no llama a María por su nombre, la llama simplemente "llena de gracia". María es, así, la proclamación viviente, concreta, de que en el inicio de todo, en las relaciones entre Dios y las criaturas, está la gracia.
 ¿Qué es la gracia? Para nosotros el significado más común es el de belleza, fascinación, amabilidad. Si hablamos de un condenado a muerte que ha obtenido la gracia, entendemos expresar que ha recibido el favor, la condonación de la pena. En el saludo del ángel a María se reflejan ambos significados. María ha hallado gracia, es decir favor, ante Dios. Por consiguiente María es bella, de esa belleza que llamamos santidad. Puesto que es agraciada, María es tambien llena de gracia. María es bella porque es amada. La suya es una gracia incontaminada , y la Iglesia lo expresa con el título "Inmaculada".
Tambien la Iglesia está llamada a volverse "toda gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada (Ef 5, 27). la Iglesia es liberada de toda mancha. la una tiene arrugas que un día serán allanadas; la otra no tiene nada que allanar, por gracia de Dios. Tambien para la Iglesia, para nosotros, en el principio de todo está la gracia, la libre y gratuita elección de Dios, su inexplicable favor, su venir a nuestro encuentro y darse a nosotros por puro amor.Esto nos ayuda a encontrar la actitud adecuada hacia la Iglesia. Por tanto, María recuerda y proclama a la Iglesia, sobre todo, esto: TODO ES GRACIA. por tanto a toda alma creyente va dirigida la invitación: "Alégrate, llena de gracia" y "¡No temas, porque has hallado gracia!". La gracia es la razón principal de nuestra alegría y de nuestro coraje. Es preciso hacer todo lo posible por renovar cada día el contacto con la gracia de Dios que está en nosotros. y la primera cosa que la criatura debe hacer en repuesta a la gracia de Dios es darle gracias. Esto es lo que María hizo con el "Magnificat".
En muchos lugares se venera a María con el título de "Santa María de las gracias".Tendríamos que dar un paso adelante y descubrir un título todavía más hermoso: "Santa María de la gracia", así, en singular.

Raniero CANTALAMESSA

miércoles, 3 de octubre de 2012

EL PECADO CONTRA EL ESPÍRITU SANTO


¿Por qué la blasfemia contra el Espíritu Santo es imperdonable? ¿En qué sentido hay que entender esta blasfemia? Santo Tomás de Aquino responde que se trata de un pecado “irremisible por su misma naturaleza porque excluye los elementos gracias a los cuales se concede la remisión de los pecados”. Según tal exégesis, esta blasfemia no consiste propiamente en decir palabras ofensivas contra el Espíritu Santo, sino que consiste en no querer recibir la salvación que Dios ofrece al hombre a través del Espíritu Santo que actúa en virtud del sacrificio de la cruz. Si el hombre rechaza la manifestación del pecado que viene del Espíritu Santo y que tiene un carácter salvifico, rechaza al mismo tiempo, la venida del Paráclito, venida que tiene lugar en el misterio de Pascua, en unión con el poder redentor de la Sangre de Cristo, Sangre que purifica la conciencia de las obras muertas.
Sabemos que el fruto de tal purificación es la remisión de los pecados. En consecuencia, quien rechaza al Espíritu y a la Sangre permanece en las “obras muertas”, en el pecado. Y la blasfemia contra el Espíritu Santo consiste, precisamente, en el rechazo radical de esta remisión de la cual es Él el dispensador íntimo y que presupone la verdadera conversión que Él opera en la conciencia. Si Jesús dice que el pecado contra el Espíritu Santo no puede ser perdonado ni en este mundo, ni en el otro, en porque esta “no-remisión” está ligada, como a su causa, a la “no-penitencia”, es decir al rechazo radical de convertirse.

Beato JUAN PABLO II


domingo, 30 de septiembre de 2012

CONTEMPLACIÓN EUCARÍSTICA


La conocida y sencilla anécdota del campesino que no hacía “nada, yo lo miro y él me mira”, nos dice que la contemplación cristiana son siempre dos miradas que se encuentran: la nuestra sobre Dios y la de Dios sobre nosotros. Si a veces se baja nuestra mirada o desaparece, nunca ocurre lo mismo con la mirada de Dios. Él nos sigue mirando, mimando y abrazando.
En la contemplación, basta con hacer feliz al Señor, según la frase de Charles de Foucauld y tenemos que aprovechar ese breve tiempo para hacerle feliz a Él.
La contemplación es una profecía porque anticipa lo que haremos por siempre, tras la muerte, cuando estemos en la presencia de Dios.
La distracción o la aridez no cortan la contemplación, basta renunciar a la satisfacción del fervor. Y Jesús sabe y goza que estemos allí junto a ÉL

jueves, 27 de septiembre de 2012

EL DESIERTO


Se puede decir que el desierto es el templo sin límites de nuestro Dios. Es allí donde a menudo él se manifiesta a nuestros santos; es en la soledad donde acostumbra a encontrarse con los hombres. En el desierto Moisés, con el rostro inundado de luz, vio a Dios. Allí fue admitido a conversar familiarmente con el Señor, y después de ir al desierto como pastor de ovejas, dejo el desierto y se convirtió en pastor de pueblos.

De la misma manera, cuando el pueblo de Dios debía ser liberado de Egipto y de las obras terrestres, se fue a lugares alejados y se refugió en las soledades. Sí, en el desierto se acercó a Dios, se convirtió en el jefe de su pueblo guiando sus pasos a través del desierto. Los hijos de Israel pudieron, pues, ver el trono de Dios y oír su voz mientras vivieron en la soledad del desierto. Para que el pueblo pudiera entrar un día en posesión de una región que manaba leche y miel, fue necesario que pasara primero por lugares áridos y yermos. Que habite en una tierra inhabitable el que quiera gozar de la dicha del Señor en la tierra de los vivos. Que sea huésped del desierto quien quiera llegar a ser ciudadano de los cielos.

San EUQUERO
Obispo de Lyon (+ 450))

domingo, 23 de septiembre de 2012

ORACIÓN DE CONTEMPLACIÓN


Jesús,

Estar aquí ante ti, y ya está todo;

Cerrar los ojos de mi cuerpo,

Cerrar los ojos de mi alma

Y quedarme así inmóvil y silencioso;

Abrirme ante ti que estás abierto a mí;

Estar presente ante ti, el infinito presente.

 

Yo acepto, Señor, este no sentir nada,

No ver nada,

No oír nada,

Vacío de toda imagen.

En la noche.

Heme aquí simplemente

Para encontrarte sin obstáculo

En el silencio de la Fe,

Ante Ti, Señor.

 

Amen.

 

Felix MANCILLA ARCOS

 

 

miércoles, 19 de septiembre de 2012

PERDONA COMO PERDONAMOS.



La paciencia es un  tipo de fortaleza cristiana. Es más fácil combatir el mal, vencer el mal, que soportarlo. Sabemos los problemas que nacen de la pasividad: el mal introduce sus raíces y  crece a causa de la inercia de los buenos. La paciencia, entonces, sirve como pretexto para la pereza y la debilidad.
A pesar de todo, hay en el mundo problemas que no pueden evitarse. Combatirlos sería como dar con la cabeza contra la pared. En primer lugar, están las enfermedades y los accidentes. No hay que dilatar su curación o solución. En la vida cotidiana soportamos libremente muchas dificultades: el estudio, el examen, los viajes incómodos, el vecino poco simpático,  etc. Este tipo de paciencia y otros parecidos pueden ser grandes medios de perfección si las aceptamos como cruces que debemos llevar en el seguimiento a Jesús, es decir con una recta intención, con espíritu de fe, dándole un sentido religioso.
Así pues la paciencia es la virtud que nos enseña a soportar con paz aquellos problemas que no podemos evitar. Esta actitud es razonable, conlleva cierta capitulación. La paciencia debe ser una virtud positiva, no podemos concebirla solo como una razonable rendición; tendrá que tener un sentido más profundo. La paciencia es virtud. Su objetivo no es solo mitigar, sino hacer huir la tristeza y el abatimiento del alma que nos tienta en las dificultades sobrevenidas. Soportamos firmemente, con magnanimidad cualquier adversidad que Dios permite; por eso, no disminuye nuestro deseo de perfección, no hacemos omisión de nuestros deberes, sino que seguimos rigiéndonos con sano juicio y con la voluntad de Dios.

Cardenal Tomás SPIDLIK.
(1919-2010)

domingo, 16 de septiembre de 2012

¿SOMOS INDEPENDIENTES?


Una de las realidades que más cuesta reconocer en nuestro tiempo es que somos dependientes. Existe un ideal falso de autonomía según el cual lo mejor que le podría pasar a una persona es estar totalmente desligada de los demás. Pero ello contradice la experiencia. Desde nuestra concepción hasta pasada la juventud necesitamos de nuestros padres para sobrevivir y crecer; y en la ancianidad, al revés, necesitamos de nuestros hijos o cualquier otra persona. En el tiempo intermedio otros dependen de nosotros, y necesitamos a los demás. Los creyentes, además, sabemos que nuestra existencia es posible porque Dios la quiere, nos sostiene con su amor. Como cristianos, sucede lo mismo. Jesús dice en el Evangelio: Permaneced en mí y yo en vosotros. Igual que el bebé en el seno de la madre, también el cristiano se mantiene en la gracia por su vinculación con Cristo.
El Señor dice: Sin mí no podéis hacer nada. Ésta es una verdad que fácilmente perdemos de vista. Basta con que tengamos éxito en alguna cosa, por pequeña que sea, para que enseguida pensemos en lo buenos que somos o en nuestra capacidad. Pero todo lo que se hace sin Cristo no da verdadero fruto. La imagen de la vid es muy clara. Quien se fija en el sarmiento, contemplando sus abundantes racimos de uvas, pero olvida que está unido a un tronco, a la vid de donde procede todo alimento, no entenderá la razón de esa fecundidad.

                                                                                  David AMADO FERNÁNDEZ

miércoles, 12 de septiembre de 2012

APOSTÓLADO Y ORACIÓN


No es posible comprometerse en el apostolado directo si no se es un alma de oración. Seamos conscientes de ser uno con Cristo, tal como él era consciente de ser uno con su Padre, nuestra actividad no es verdaderamente apostólica sino en la medida en que le dejamos a Él trabajar en nosotros y a través de nosotros con su propio poder, su deseo y su amor. Sólo cuándo hayamos aprendido a buscar a Dios y su voluntad, nuestras relaciones con los pobres serán un camino de santificación para nosotros y para los demás.
Amad la oración; a lo largo del día sentid la necesidad de orar y esforzaos en orar. La oración dilata el corazón hasta tener la capacidad de este don que Dios nos hace de sí mismo. Pedid y buscad, y vuestro corazón se ensanchará hasta poderle acoger y que está con vosotros. Lleguemos a ser un verdadero sarmiento de la viña de Jesús, un sarmiento que dé fruto. Para ello, aceptemos a Jesús en nuestra vida tal como Él desea llegar hasta nosotros.

                                                                       Beata TERESA DE CALCUTA

Dios es un ser infinito. El hombre es un ser finito que no puede abarcar a Dios. Pero su corazón se puede ensanchar.

Santa TERESA DE LISIEUX

jueves, 6 de septiembre de 2012

ORACIÓN Y DISTRACCIÓN


Hay un arma – un camino – que es esencial para abordar las dificultades y hacer progresos en la oración. Y es la firme resolución de no cesar nunca de hacer intentos, de no cesar nunca de orar, sin que importen las dificultades que se presenten, ni la pequeñez de los éxitos, ni lo que vaya a costar. Cuando nos decidimos a ser personas de oración, hacemos una declaración de guerra no solamente contra nosotros, sino contra el demonio mismo... solo un coraje resuelto y una confianza firme e inconmovible en Dios puede capacitarnos para persistir en ese combate. Dios no deniega su gracia a aquellos que utilizan la que ya tienen, por muy pequeña que sea.
La dificultad más común que pone a prueba la fortaleza es la lucha continua contra las distracciones.
.Las distracciones pueden tener orígenes diversos: curiosidad no mortificada, preocupación, humillaciones, fatiga. Si la distracción es obra de Dios, podemos gloriarnos de nuestra pequeñez y esperar la gracia de Dios.
También las distracciones pueden ser debidas a la inestabilidad natural de la mente, especialmente de la imaginación. Lo que podemos hacer es renovar nuestra atención hacia Dios. Y se debe hacer suave y tranquilamente, sin violencia e, incluso, sin sorprendernos de nuestra propia extravagancia.
Una forma de tratar esas ideas locas y obstinadas es convertirlas en materia de oración, buscando alguna relación entre la idea que nos distrae y Dios. Puede ser motivo para alabar a Dios o usarse como una prueba de nuestra necesidad de su gracia. Sea lo que fuere, Dios lo hizo y permitió que entrara en nuestra mente, de suerte que siempre hay un camino que lleva a Dios.
Las distracciones que no son deliberadas son una prueba, no una falta.

Eugene BOYLAN

lunes, 3 de septiembre de 2012

LOS POLÍTICOS


LOS  POLÍTICOS.


No pasa el estamento o clase política por sus mejores momentos y esto en casi todos los países del mundo: ineficacias, corrupción, egoísmos partidistas… y humanamente no parece que haya mucha solución. Quizá sea por eso más necesario que nunca rezar por los que nos gobiernan. ¿No lo mandaba ya San Pablo? Quizá sea por algo. Ante todo recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los gobernantes para que podamos llevar una vida tranquila y en paz, con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agrada a Dios, nuestro Salvador. (I Tim 2, 1-3). El Santo Padre también ve esta necesidad y nos pone manos a la obra: honestidad y ejemplo de vida son conductas que sirven al bien común, así como el amor a la verdad, suprema aspiración y bien del hombre.

domingo, 2 de septiembre de 2012

LA LEY.



Nos cuesta imaginar la emoción y el entusiasmo de los israelitas al escuchar las palabras de Moisés preguntándose si alguna nación, por grande que fuera, podía afirmar que sus dioses eran tan cercanos a ellos como Yahvé estaba cerca de Israel. La conciencia de la proximidad de Dios, percibida como una prueba de afecto, ayudaba a entender también que sus mandamientos eran justos. De ahí que esos mandatos no se vieran como una carga pesada, pues formaban parte de esos cuidados de un Dios que no quedaba relegado a un mundo inaccesible, sino que se acercaba a los suyos. La Ley se entendía como manifestación del trato entre los hombres y Dios. El mismo Dios que entregó las tablas de la ley era él que había liberado al pueblo de la esclavitud y lo acompañaba en su travesía del desierto. Dentro de esa relación , y con la experiencia de la libertad ganada al faraón con su auxilio, la ley era deseada y amada. Formaba parte de la nueva condición de hombres libres y, al mismo tiempo, ayudaba a mantener el vínculo con Dios que era el último garante de que no volverían a la esclavitud. Esta relación se sigue dando entre nosotros, pues solo cuando dejamos de percibir a Dios y empezamos a verlo lejano, la ley empieza a parecernos pesada.

Frente a la concepción legalista de los tiempos de Jesús, que privaba al hombre de la libertad que Dios nos da, Jesús nos muestra que la verdadera ley consiste en cumplir la voluntad de Dios. Esta debe ser escuchada y meditada , y ser observada en la persona de Cristo, que es el único que no la tergiversa porque su corazón está totalmente unido al del Padre. El apóstol Santiago nos recuerda que todo beneficio y todo don perfecto vienen de arriba. A nosotros nos ha llegado a través de Jesucristo. Al señalar esto, nos recuerda constantemente que tenemos que estar pendientes del cielo, frente a la tentación de reducir la religión a nuestra medida, y hacerla “a la carta”. De forma sintética señala que la ley que hemos de llevar a la práctica consiste en visitar huérfanos y viudas en tribulaciones es decir, en el precepto de amor enseñado por Cristo. Solo desde Cristo se alcanza a comprender la belleza y la exigencia de los mandamientos y de todas las enseñanzas, porque en él encontramos al Dios cercano que nos ama.


David AMADO FERNÁNDEZ

miércoles, 29 de agosto de 2012

LA ORACIÓN.


 

La oración es un hablar de corazón a corazón con Dios. La oración bien hecha toca el corazón de Dios y le incita a escucharnos. Cuando oramos, que sea todo nuestro ser el que se vuelva hacia Dios: nuestros pensamientos, nuestro corazón… el Señor se dejará doblegar y vendrá a ayudarnos.

Ora y espera. No te turbes; la agitación no sirve para nada. Dios es misericordioso y escuchará tu súplica. La oración es nuestra mejor arma: es la llave que abre el corazón de Dios. Es necesario que te dirijas a Jesús mucho más con el corazón que con los labios.

 

                                                                       San PÍO DE PIETRELCINA

sábado, 25 de agosto de 2012

LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA



¡Por qué Cristo instituyó la Eucaristía en la Última Cena y no después?


Aunque interesante, el tema no es transcendente, pues lo que nos interesa es creer que Jesucristo está en cuerpo, sangre, alma y divinidad bajo el velo de las especies del pan y del vino.

En la Misa, decimos – y es – que es el sacrificio incruento de Jesucristo, como anticipo del que posteriormente sufriría de forma cruenta en la cruz. Es la ofrenda que el Señor hace al Padre de su sufrimiento a favor de toda la humanidad y el testimonio del Padre de que “tanto amó al mundo que envió a su Hijo” y Él “se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Por tanto, es Dios sufriente en su cuerpo pasivo que se ofrece, por lo que la institución de la Eucaristía tiene que ser cuando el Hijo tiene la humanidad pasiva.

Si la institución de la Eucaristía hubiera sido después de la resurrección, el Señor ya no hubiera podido ofrecer al Padre el sacrificio, pues su humanidad ya no era pasiva, y como Dios vive en presente, en su etapa que quiso estar en el tiempo, abrazó en su sufrimiento todos los pecados de la humanidad desde el inicio del mundo hasta su finalización. Nosotros en nuestros actos de adoración, de amor, acción de gracias, reparación y súplica entregándonos a Él, le aliviamos los sufrimientos de su pasión, ya que en la Misa actualizamos su muerte y resurrección.

Por tanto, era preciso que la institución de la Eucaristía fuera antes de su Pasión y en el momento tan importante de la despedida de sus discípulos durante la Última Cena.


Sebastián RIVAS BRIALES

miércoles, 22 de agosto de 2012

¿ QUÉ AMO ?




¿Qué es lo que amo cuando amo a Dios? No la belleza de un cuerpo ni la hermosura de lo que se acaba, ni la blancura de la luz, tan agradable a nuestros ojos: no amo al amarle a Él suaves melodías de distintas canciones, ni la fragancia de las flores, ni perfumes, ni aromas: al amarle a Él no amo comidas deliciosas y suculentas, ni atractivos cuerpos para ser abrazados.

Nada de esto amo cuando amo a Dios. Y sin embargo, al amarle, amo una cierta luz, una cierta voz, una como fragancia, y un alimento, y algo como un abrazo, luz voz, fragancia, alimento y abrazo de mi hombre interior, donde mi alma ve una luz que se apaga, donde oye melodías infinitas, donde se expande la fragancia de perfumes que no disipa el  viento, donde se gusta un alimento que nunca sacia, donde el abrazo es tan íntimo que ningún cansancio lo desenlaza. Eso es lo que amo cuando amo a Dios.



SAN AGUSTIN

domingo, 19 de agosto de 2012

LA VALENTÍA DEL HOMBRE MODERNO




A menudo no sabemos qué hacer, nos sentimos como ante puertas cerradas con siete candados. ¿Qué decisión tomar? Pretendemos saber siempre como se desarrollará todo en el futuro. Nadie puede saber lo que vendrá, por eso se es cauteloso, por eso hay también una conducción tan poco clara y segura. El hombre sobrenatural es audaz en sus decisiones. Desde el punto de vista paulino, el hombre sobrenatural procede ciñéndose siempre a la ley de la puerta abierta. Tiene una gran meta que no pierde de vista. Siempre detecta cada una de las etapas, auscultando la situación del tiempo. Así percibe enseguida cuál es el designo de Dios para el momento presente. Y mañana se enterará de lo que tenga que ver con el mañana.

El hombre moderno es, por naturaleza, colectivista, orientado hacia la masa. De ahí que le resulte extraordinariamente difícil tomar la responsabilidad en sus propias manos; de ahí la necesidad de dejarse guiar. Pero hemos de tener la valentía de decidirnos. Pretender disponer de un panorama certero de todas las cosas, pretender abordar la obra con absoluta seguridad personal significaría esperar quizás décadas. En cambio, el hombre sobrenatural marcha con valentía, asumiendo el riesgo de equivocarse y fracasar en su empresa. Pero esa equivocación y fracaso eventuales se convertirán entonces en un medio externo para crecer aún más profundamente en el mundo sobrenatural.



                                                                       José KENTENICH




martes, 14 de agosto de 2012

EL HOMBRE FILIAL




Si queréis comprobar hasta donde ha tomado cuerpo en vosotros la filialidad, la fe en el amor paternal de Dios, tenéis que fijaros si también en una situación difícil podéis decir: “Dios es Padre, Dios es bueno; bueno es todo lo que hace.” ¿Cuánto tiempo necesitáis cuando se os exige algo difícil, hasta que podéis decir conscientemente: esto es expresión y demonstración de un amor paternal especialmente profundo? Ante una pesada cruz y sufrimiento nuestra reacción debería ser: “Dios, mío, Tú que me quieres tanto ¿qué me vas a regalar ahora?”.

Así siempre tendremos la seguridad del péndulo. Si eso os brota así del alma, entonces os habéis hecho niños. La grandeza de nuestra vida consiste en eso: en que el desdén, al pasar desapercibido, el desprecio y la desilusión también sean interpretados como expresión de un profundo amor. Ser despreciado y humillado significa asemejarse a Jesucristo. No tengo nada más que hacer que entregarme por entero a él. Solamente el hombre heroicamente filial vence al hombre primitivo. Las voces del tiempo requieren filialidad por nuestra parte. ¡Este debe ser el gran ideal para nuestra autoeducación y la educación de otros!





José KENTENICH

Fundador del movimiento Schoenstatt.

sábado, 11 de agosto de 2012

SED DE FELICIDAD


Julio, agosto, tiempo de toda sed. Se necesita recomponer dentro de sí, el gusto de vivir, de pasar buenos momentos.

Se dice: “Es la felicidad”. ¿Por qué esta palabra, esta sensación? La sed nos envía a la más arcaica de las experiencias y la más fundamental de nuestra infancia. Nuestra vida se abre con esa felicidad de una sed calmada en el seno de nuestra madre, felicidad que nos daba una sensación de plenitud, de calor, de afección que se derramaba en nosotros y nos daba vida. Y ¿No es esta necesidad que conduce a Jesús  a descansar cuando surge la Samaritana?

“Dame de beber” le dice en tiempo de vacaciones. Esta frase nos descansa. Jesús también siente el cansancio. Pero, enseguida surge una paradoja: a la vez que pide de beber, anuncia que Él es una fuente que apaga por siempre jamás la sed.

Esta contradicción me parece una hermosa lección de vida en la fe. Jesús conoce y respeta nuestras necesidades humanas, y las colma. Somos a la vez hijos del mundo Y de Dios. Tenemos que vivir con ese Y, y no transformarlo en O. Es bueno apagar nuestras sedes, aprovechar los momentos de descanso, y también desear desde nuestra fe, a otro nivel de felicidad: la que sintieron los discípulos en la Transfiguración o en el camino de Emaús: “Señor, estamos bien aquí” 

¿Como alcanzar esta felicidad hoy?  Dos actitudes son necesarias: el respeto a los mandamientos y la atención al pobre que somos, y al que tenemos al lado. “Si alguien tiene sed que venga a mí y beba”. La felicidad del Evangelio nos conduce desde el bienestar al deseo, del descanso a la puesta en marcha. A la finitud del mundo responde el infinito de la fe, en nuestra sed se revela el misterio de la Vida en Dios.



Geneviève de TAISNE.



Traducida de “Panorama”, julio-agosto 20)


lunes, 6 de agosto de 2012

LA SIEMBRA




Sin saber quien recoge, sembrad,
Serenos, sin prisas,
Las buenas palabras, acciones, sonrisas;
Sin saber quien recoge, dejad
Que se lleven la siembra las brisas.


Con un gesto que ahuyenta el temor
Abarcad la tierra
 En ella se encierra
La gran esperanza para el sembrador.
Abarcad la tierra.


No os importe no ver germinar
El don de la alegría.
Sin melancolía,
Dejad al capricho del viento volar
La siembra de un día.


Las espigas dobles romperán después;
Yo abriré la mano
Para echar mi grano,
Como una armoniosa promesa de mies
En el surco humano.


Brindará la tierra su fruto en agraz,
Otros segadores
Cortarán las flores,
Pero habré cumplido mi deber de paz,
Mi misión de amores.


Cristina ARTEAGA