miércoles, 14 de noviembre de 2012

DAR LAS GRACIAS.

Dichoso este leproso samaritano que reconoció que no tenía nada que no hubiera recibido. Él guardó hasta el último día el encargo que se le había confiado y regresó donde estaba el Señor para darle las gracias. Dichoso aquel que, a cada don de la gracia, vuelve en quien se encuentra la plenitud de toda gracia, porque, si somos agradecidos con  Él por todo lo que hemos recibido, hacemos sitio en nosotros mismo para recibir una más abundante. En efecto, solo el desagradecimiento puede frenar el progreso en nuestro camino de conversión.
Dichoso, pues, el que se mira como un extranjero, y sabe  dar las gracias incluso por los más pequeños beneficios recibidos, teniendo en cuenta que todo lo que se da a un extranjero y a un desconocido es un don puramente gratuito. Por el contrario, qué desdichados y miserables somos cuando después de habernos mostrado timoratos, humildes o devotos, olvidamos lo gratuito que es lo que hemos recibido. Os ruego pues, mantengámonos con gran devoción en la acción de gracias y Dios nos concederá la  única gracias que puede salvar nuestras almas. Seamos agradecidos, no solo de palabras sino por las obras y en verdad.

SAN BERNARDO
(1090-1153)

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