sábado, 26 de diciembre de 2015

LAS TINIEBLAS NO PUEDEN APAGAR LA LUZ.


 

 

El Niño del pesebre extiende sus bracitos, y su sonrisa parece decir ya lo que más tarde pronunciaran los labios del hombre: Venid a mí todos los que están fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. ¡Sígueme! Así  dicen las m anos del Niño como más tarde lo harán los labios del hombre. Así hablaron al discípulo que el Señor amaba y que ahora también pertenece al séquito del pesebre. Y san Juan, el joven de corazón limpio como un niño, lo siguió sin preguntar a donde o para qué. Abandonó la barca del padre y siguió al Señor por todos los caminos hasta la cima del Gólgota. Sígueme!: esto oyó también el joven Esteban. Siguió  al Señor en la lucha contra el poder de las tinieblas, contra la ceguera de la obstinada incredulidad; dio testimonio de Él con su palabra y con su sangre.

Éstas son las figuras luminosas que se arrodillan en torno a los pastores del pesebre: los tiernos niños inocentes, los confiados pastores, los humildes reyes, Esteban, el discípulo entusiasta, y Juan, el discípulo predilecto. Todos ellos siguieron la llamada del Señor. Frente a ellos se alza la noche de la incomprensible dureza y de la ceguera: los escribas, que podían señalar el momento y el lugar donde el Salvador del mundo habría de nacer, pero que fueron incapaces de deducirlo y aceptarlo; el rey Herodes, que quiso quitar la vida al Señor de la Vida. Ante el Niño en el pesebre se dividen los espíritus. Él pronuncia su "Sígueme" y el que no está con él está contra él. Él nos habla también a nosotros y nos coloca frente a la decisión entre la luz y las tinieblas.

 

 

 

Santa TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ  (Edith Stein)

1891  -  1942

 

 

viernes, 18 de diciembre de 2015

0RAR ES SENCILLO.


 



Sólo con la oración mental y la lectura espiritual podemos cultivar el don de la oración. La simplicidad favorece enormemente la oración mental, es decir, olvidarse de sí mismo trascendiendo el cuerpo y los sentidos y haciendo frecuentes aspiraciones que alimentan nuestro oración. San Juan Marie Vianney dice: "para practicar la oración mental, cierra los ojos, cierra la boca y abre el corazón". En la oración vocal hablamos a Dios; en la oración mental, El nos habla a nosotros; se derrama sobre nosotros.

Nuestras oraciones deberían ser palabras ardientes que provinieran del horno de un corazón lleno de amor. En tus oraciones habla a Dios con gran reverencia y confianza. No te quedes remoloneando, no corras por delante; no grites, ni guardes silencio, ofrécele tu alabanza con toda tu alma y todo tu corazón, con devoción, con mucha dulzura, con natural simplicidad y sin afectación.

 

Beata TERESA DE CALCUTA.

 

viernes, 11 de diciembre de 2015

¿ POR QUÉ NO SE MANIFIESTA DIOS MÁS ABIERTAMENTE ?


 

 

Cuando Juan Bautista y cuando el mismo Jesús comienzan su ministerio, proclaman que el reino de Dios está cerca, que ha llegado. En un sentido, se realizó en Jesucristo lo que anunciaban los profetas, pues en él  se manifiestan los signos mesiánicos: los ciegos ven, los cojos andan, se proclama para todos un tiempo de liberación. Y sin embargo, podríamos ir a la ventana, mirar a la calle y comprobar que nada ha cambiado. Todos los años, cuando llega la fiesta de Navidad, se me plantea un problema, pues tengo como sacerdote la misión de proclamar este día a los hombres y decirles que su Salvador ha nacido: ¿tengo derecho a decir esto, cuando aparentemente no ha cambiado nada en el mundo?

Para hallar una repuesta a este problema debemos tener en cuenta la voluntad y el plan de salvación de Dios tal como nos lo da a conocer la revelación. Somos nosotros los que debemos trabajar por la restauración y por la salvación de nosotros mismos y de todas las cosas, pero debemos reservar la manifestación total de su poder y la plenitud de sus efectos para un tiempo final que todavía no ha llegado y que se llama parusía o escatología. Es cierto que Jesús ha venido y que ha comenzado con él una renovación total, pero debe volver otra vez. Es cierto que es poderoso y vigilante pero no hace alarde de todo su poder, pues tiene que ser el salvador por la cruz, y no quiere forzar nuestra libertad bajo la evidencia de su irresistible autoridad.

 

Yves M. J.  CONGAR

1904 - 1995

sábado, 5 de diciembre de 2015

LOS VA Y VEN EN LA ORACIÓN.


 
 

Conocemos el amor que tú nos has dado, sin límites, indecible; es luz inaccesible, luz que actúa en todo. En efecto, ¿qué hay que no haga esta luz, y qué no es ella? Ella es encanto y gozo, dulzura y paz, misericordia sin fin, abismo de compasión. Cuando la poseo, no me doy cuenta, tan solo la veo cuando se va. Me afano para capturarla, y se esfuma enteramente. No sé qué hacer, y me consumo. Con lágrimas y gran humildad aprendo a pedir y a buscar y a no considerar como cosa posible lo que está por encima de la naturaleza, ni como efecto de mi poder o del esfuerzo humano, lo que viene de la compasión de Dios y de su infinita misericordia.

Esta luz nos conduce de la mano, nos fortifica, nos enseña, mostrándose, pero huyendo cuando tenemos necesidad de ella. No es cuando queremos -eso es solo para los perfectos - sino cuando estamos perturbados y completamente agotados que viene en nuestra ayuda. Aparece y la veo desde lejos y me concede sentirla en mi corazón. Grito hasta ahogarme de tanto que la quiero atrapar, pero todo es noche, y vacías quedan mis manos. Lo olvido todo, me siento y lloro, desesperando por verla otra vez. Tras mucho llorar, viene misteriosamente y vuelvo a deshacerme en lágrimas sin saber que está allí, iluminando mi espíritu con una dulcísima luz.

San SIMEÓN EL NUEVO TEÓLOGO.    949 - 1022

 

 

 

 

sábado, 28 de noviembre de 2015

YO SOY LA RESURRECCIÓN.


 



 

Dos palabras aparecen únicamente en el evangelio de Juan; los dos aparecen en ambiente de muerte ( la muerte de Jesús y la de Lázaro) , y es la única vez  que Jesús se llama a sí mismo LA RESURECCIÓN.... Y LA VIDA.

En Jn 11, 25, Marta de Betania ha dejado de ser una mujer fuerte, capaz de superarlo todo; está rota por la desgracia; y por si fuera poco, Jesús, tardo en el  pésame y al parecer sin inmutarse por el problema de esa familia tan acogedora, hablas un lenguaje que a marta le sonaría a "música celestial":  "Tu hermano resucitará"; como si ese consuelo le devolviera la presencia física de su hermano muerto. A Marta le faltó decir: "A buenas horas" pero con más educación dijo: sé que mi hermano resucitará en el último día...

Marta está en otro nivel y no entiende el lenguaje de fe, ni conoce de verdad a Jesús. Gracias a su fe tan débil tenemos ahora otra definición reveladora de Jesús: YO SOY LA RESURECCIÓN... Y LA VIDA.

Lo sorprendente es que Jesús se aplica a sí mismo un título abstracto femenino.  Ahora bien, cuando Jesús dice "Yo soy la resurrección" habla en serio y dice más que "yo resucito a los muertos, o yo devuelvo la vida". Sus palabras  vienen a ser : "Yo soy por esencia eso que hace que los muertos vivan, lo que hace que un cadáver deje de ser un cadáver"

Ordinariamente usamos la misma palabra para hablar de la resurrección de Jesús y para hablar de las resurrecciones que hizo Jesús en su vida pública. Sin embargo, a esto último deberíamos llamarlo más bien "revivificación, o reanimación, o vuelta a la vida" porque retornan a una situación similar a la anterior, y de hecho morirán. En cambio, la resurrección de Jesús no tiene vuelta atrás, "la muerte no tiene ya dominio sobre él". Porque la resurrección de Jesús es Jesús mismo, que vive glorioso para siempre.

 

Manuel

IGLESIAS GONZALEZ, S.J.

lunes, 23 de noviembre de 2015


 
 
 



 

 

 

EL SOL Y LAS SOMBRAS.

 

La luz y las tinieblas forman parte de nuestra imaginación infantil. El sol y las sombras configuran nuestra confianza y nuestros temores.

Si miramos hacia el sol no veremos la sombra que proyectan nuestros cuer­pos sobre el terreno. Y, al contrario, sólo cuando damos la espalda al sol des­cubrimos que, más larga o más corta, nuestra sombra parte de nuestros propios pies.

En ese momento nos damos cuenta que un lado de nuestro cuerpo es inac­cesible para el sol. Pero no sólo eso. Se nos hace evidente que con nuestro cuerpo impedimos que la luz del sol llegue a un espacio de la tierra y que pueda bañar algunos objetos y tal vez a algunos seres vivos. Cada uno de noso­tros se interpone con frecuencia entre el sol y las cosas.

Por otra parte, cuando falta la luz, a muchos de nosotros nos asalta el miedo. En la oscuridad parece que los raidos se agrandan y hasta creemos ver fantasmas. Caminamos a tientas, tropezamos con cualquier cosa y desconocemos los luga­res que deberían sernos familiares.

Pues bien, esa observación se con­vierte en una especie de parábola cuando pensamos en nuestra vida de fe. Sabemos que si volvemos la vista hacia Dios, quedaremos inundados por su luz. Ante la luz de Dios perderán impor­tancia muchos de los problemas que creíamos insuperables, hasta el punto que nos quitaban el sueño y la paz.

Evidentemente todos tenemos que tener los pies bien plantados en el suelo

y observar atentamente lo que ocurre en nuestra tierra. Pero si solamente diri­gimos la mirada hacia lo más terrenal de nuestra vida, perderemos la necesaria perspectiva y nuestras preocupaciones se agrandarán de forma insospechada.

Aún hay más. Cuando caemos en el orgullo y la altanería, cuando nos ensal­zamos y crecemos demasiado a nuestros propios ojos, nos interponemos entre Dios y nuestros hermanos. Proyectamos una sombra tan espesa sobre ellos que con frecuencia llegamos a ignorar su presencia y sus lamentos.

Algo parecido ocurre con el mundo creado. Hemos agrandado hasta tal pun­to nuestras necesidades o caprichos que hemos creado verdaderos desastres eco­lógicos. Hemos dejado en sombra gran­des zonas de la naturaleza. Creamos un cierto eclipse que nos lleva a ignorar a muchos seres vivos y a una parte notable de la tierra.

Volver la vista a Dios nos llevará a descubrir su grandeza y su misericordia. Nos obligará a comprender cuál es nues­tro puesto en el mundo. Nos ayudará a respetar la dignidad de nuestros seme­jantes. Y la belleza de este mundo crea­do, en el cual podemos descubrir las huellas del Creador.

 

José- Román FLECHA ANDRÉS.

 

 

lunes, 16 de noviembre de 2015

EL MUNDO DE HOY.


 

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De forma recurrente surge la pregunta de hacia dónde se encamina el mundo. A veces es formulada desde el temor, porque vemos la degradación del planeta, de los valores, los conflictos que persisten y aumentan en tantas partes, o el aumento de las desigualdades entre los hombres. En otras ocasiones, desde el optimismo, se afirma que estamos mejor y que el progreso que nos traen la ciencia y la técnica nos aseguran  un futuro de harmonía y bienestar.

Los cristianos no permanecemos ajenos a estas preocupaciones y somos conscientes de nuestra responsabilidad a la hora de contribuir a la mejora en el mundo en que vivimos. Sin embargo, nuestra mirada ante el sentido de la historia no se reduce al horizonte de lo material. Nuestra preocupación y empeño por construir la ciudad eterna está iluminad por la palabra de Cristo, que nos habla de su retorno glorioso.

Como señaló repetidas veces Benedicto XVI, somos un pueblo que avanza hacia el encuentro del Señor que he de volver. Ese caminar no le realizamos saliendo de este mundo, sino ordenando nuestra vida y todas las cosas hacia Él. Ello incluye tanto la preocupación por el estudio de la verdad y las aplicaciones que se siguen de los conocimientos científicos, como el cultivo de la belleza en las artes y, sobre todo, la práctica de la bondad como expresión del amor que se nos ha manifestado en Cristo y que se nos ha dado. En él encontramos el verdadero motor de la historia.

 

David AMADO FERNÁNDEZ

 

 

 

martes, 10 de noviembre de 2015

MARÍA DE LA ESCUCHA.




 

María es la mujer de la escucha. Lo vemos en el encuentro con el ángel y lo volvemos a ver en todas las escenas de su vida, desde las bodas de Caná hasta la Cruz. Y hasta el día de Pentecostés. En el momento del anuncio del ángel podemos ver ya la actitud de escucha, una escucha verdadera, una escucha dispuesta a interiorizar: no dice simplemente "Si", sino que asimila la Palabra, acoge en sí la Palabra. Y después sigue la verdadera obediencia, como una Palabra interiorizada, es decir, transformada en Palabra en ella y para ella. Así la Palabra se convierta en Encarnación.

Lo mismo vemos en el Magníficat. Sabemos que es un texto entretejido con palabras del Antiguo Testamento. Vemos que María es realmente una mujer de escucha que en el corazón conocía la Escritura.  No solamente conocía algunos textos, sino que está identificada con la Palabra, que en su corazón y en sus labios se transforma, sintetizada en un canto. Vemos que su vida estaba realmente penetrada por la Palabra; había entrado en ella, la había asimilada. Así en ella se había convertido en vida, transformándose luego de nuevo en palabra de alabanza y de anuncio de la grandeza de Dios.

 

BENEDICTO XVI

 

sábado, 31 de octubre de 2015

JESÚS, PONIENDO SOBRE ÉL SU MIRADA, LE AMÓ.


 

Dios te mira, seas quien seas. Y te llama por tu nombre. Te ve y te comprende, Él que te ha hecho. Todo lo que hay en ti, lo sabe: todos tus sentimientos, tus pensamientos, tus inclinaciones, tus gustos, tu fuerza y tu debilidad. No es solamente porque formas parte de su creación, Él que se preocupa incluso de los gorriones, sino porque tú eres un hombre rescatado y santificado, su hijo adoptivo, gozando en parte de esta gloria y de esta bendición que eternamente derrama sobre el Hijo único.

Tú has sido escogido para ser su propiedad. Tú eres uno de aquellos por quienes Cristo ofreció al Padre su última plegaria y la selló con su sangre preciosa. ¡qué pensamiento tan sublime, un pensamiento casi demasiado grande para nuestra fe!  Cuando nos detenemos a reflexionar en ello, ¿Cómo no reaccionar como Sara, que se rio de asombro ante tan gran maravilla y, al mismo tiempo, de confusión?  ¿Qué es el hombre, quienes somos nosotros, quien soy yo, para que el Hijo de Dios se acuerde tanto de nosotros? ¿Quién soy yo para que me haya renovado totalmente y para que haga de mi corazón su morada?

 

Beato JOHN HENRY NEWMAN

1801  -  1890.

jueves, 22 de octubre de 2015

DICHOSOS LOS QUE ESCUCHAN.


 



La redención del género humano es una decisión tomada en el silencio eterno de la vida interior de Dios. y la encarnación del Salvador se realizó en la oscuridad de une casa silenciosa de Nazaret, cuando la fuerza del Espíritu Santo descendió sobre la Virgen silenciosa, solitaria  y orante. Luego, reunida en torno a la Virgen silenciosa, la Iglesia naciente, en oración, esperaba la nueve efusión del Espíritu que le había sido prometido para darle vida, darle claridad interior, fecundidad y eficacia.

En este diálogo silencioso entre los seres benditos de Dios y su Señor se preparan los acontecimientos de la historia de la Iglesia, visibles de lejos, que renuevan la faz de la tierra. La Virgen, que guardaba todas los cosas dichas por el Señor en su corazón, prefigura a las almas atentas en las que sin cesar renace la oración sacerdotal de Jesús.

 

Santa TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ, Edith Stein

 

1891  -  1942.

 

lunes, 19 de octubre de 2015

TERESA DE JESÚS.


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 Si en medio de las adversidades persevera el corazón con serenidad, con gozo y con paz, esto es amor.

 

 La vida es una mala noche en una mala posada.

 

 La verdad padece, peo no perece.

 

 Si Satanás pudiera amar, dejaría d ser malvado.

 

Tristeza y melancolía no las quiero en casa mia.

 

Solo amor es el que da valor a todas las cosas.

 

Vivir sin vivir en mí, y tan alta vida espero que muero porque no muero.

 

En la cruz está la ida y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo.

 

Todo el daño nos viene de no tener puesto los ojos en Vos, que si no mirasemos otra cosa que el camino, pronto llegaríamos.

 

Fuiste por amor criada hermosa, ella, y ainsi en mis entrañas pintada, si te pierdes, mi amada alma, buscarte has en mí.

 

Para mí, lo oración es un impulso del corazón,

Una sencilla mirada al cielo,

Un grito de agradecimiento y de amor en las penas como en las alegrías.

 

Tener gran confianza...

Quiere Su Majestad y es amigo de ánimas animosas,

 

 

Dios o ha de forzar nuestra voluntad; toma lo que le damos, mas no se da a sí del todo hasta que nos damos del todo.

 

Quizás no sabemos qué es amar, y no me espantaré mucho; porque no está en el mayor gusto, sino en la mayor determinación de desear en todo a Dios y procurar, en cuanto pudiéramos, no ofenderle.

 

La única razón que encuentro para vivir es sufrir¸ y eso es lo único que pido para mí.

 

La tierra que no es labrada llevará abrojos y espinas aunque sea fértil; así es el entendimiento del hombre.

 

Darse del todo al Todo, sin hacernos partes.

 

De devociones absurdas y santos amargados, líbranos, Señor.

 

Lee y conducirás, no leas y serás conducido.

 

El amor, para que sea auténtico, debe costarnos.

 

Sin un corazón lleno de amor y sin unas manos generosas, es imposible curar a un hombre enfermo de su soledad.

 

No podemos hacer grandes cosas, pero sí cosas pequeñas con un gran amor.

 

El que no sirve para servir, no sirve para vivir.

 

Nada te turbe, nada te espante, quien a Dios tiene nada le falta.

 

SANTA TERESA DE JESÚS.

 

domingo, 11 de octubre de 2015

FIJAROS BIEN EN CÓMO ESCUCHÁIS.


 
Escucha en silencio. Porque tu corazón está lleno de mil cosas, no puedes escuchar la voz de Dios. Pero desde el momento en que te pones a la escucha de la palabra de Dios en tu corazón pacificado, éste se llena de Dios. Esto requiere muchos sacrificios. Si pensamos, si queremos orar, es necesario prepararnos para ello. Sin darle largas. Aquí no se trata sino de las primeras etapas hacia la oración, pero, si no las llevamos a cabo con determinación, jamás llegaremos a la última etapa, la presencia de Dios.

Por eso el aprendizaje debe ser perfecto desde el comienzo: escucha a Dios en tu corazón; y en el silencio del corazón, Dios habla. Después, de la plenitud de lo que hay en el corazón, Dios habla. Aquí se obra la coherencia. En el silencia del corazón, Dios habla y sólo tenemos que escucharle. Después, una vez que tu corazón entra en la plenitud porque se encuentra lleno de Dios, lleno de amor, lleno de compasión, lleno de fe, tiene la boca de qué hablar. Acuérdate, antes de hablar, de que es necesario escuchar, y solamente así, desde lo más profundo de un corazón abierto, puedes hablar y Dios te escucha.

 

Beata Teresa DE CALCUTA

(1910  -  1997)

miércoles, 7 de octubre de 2015

LAS REVELACIONES PRIVADAS.




 

Las revelaciones privadas no son base de fe teologal. Por tanto, la fe se contamina y debilita cuando uno se apoya en ellas, en vez de apoyarse solamente en la Palabra de Dios y en la fe de la Iglesia católica. Para los que deseen aprovecharse de ellas, la norma a seguir podrías ser la que da San Pablo: El que profetiza habla a los hombres para su edificación, exhortación y consolación. En cuanto a los profetas, hablen dos o tres, y los demás juzguen. Y como norma de discernimiento, san Juan de la Cruz valora enormemente la razón sana, o sentido común iluminada por la fe teologal.

En conclusión: acoger con gratitud el buen efecto que producen tales comunicaciones cuando son de Dios, sobre todo el aumento de fe y amor a Dios y al prójimo; pero no embarazarse con ellas, porque entonces impedirían la unión con Dios en la fe pura y amor generoso.

 

Marcelino IRAGUI REDÍN

(Hacia Dios en la noche)

jueves, 1 de octubre de 2015

POR CRISTO, CON ÉL Y EN ÉL.




 

El requerimiento de Nuestro Señor de que oremos en su nombre tiene un significado profundo. Después de cada una de las plegarias eucarísticas ofrecemos todos estos ruegos: POR CRISTO, CON ÉL Y EN ÉL.  A través de Él podemos pedir cualquier gracia necesaria para nosotros mismos, como si fuera para Cristo mismo. Es más: sabemos que Cristo mismo pide por nosotros y con nosotros. Él nos ha dicho: en verdad, os digo, si pedís al Padre cualquier cosa en mi nombre, Él os la concederá. Ningún pecado, ninguna vergüenza nos deberá hacer vacilar en aproximarnos a Dios con la oración.

Si Cristo participa así en nuestras oraciones y obras, nosotros también participamos en las suyas. Nuestra unión con Jesucristo es de tal índole que, mientras no la quebrantemos por el pecado voluntario, podemos siempre reclamar una parte de sus méritos, pues todos somos un Cuerpo en Cristo. Por tanto, por muy desvalidos o desanimados que sean nuestros intentos de oración, con que sólo hagamos su voluntad y nos pongamos de rodilla a su merced, podemos contar con una gran participación en su oración. Él está a la derecha de Dios, intercediendo por nosotros.

 

Eugène BOYLAN.

 

viernes, 25 de septiembre de 2015

LA PRESENCIA DE DIOS EN NOSOTROS, BASE DE LA OLRACIÓN.


 

 

Santa Teresa nos dice  que el alma no tiene necesidad de buscar a Dios fuera de sí mismo para orarle. Está dentro, y nos podemos dirigir a Él con la simplicidad del niño que habla a su padre. En otro lugar, la Santa insiste en las ventajas de formarse una convicción viva de la proximidad de Dios..

Y no son necesarias las palabras. Podemos contentarnos con conceder silenciosa atención a nuestro Huésped, confiando que Él ve y acepta el amor y la adoración de nuestro corazón.

No olvidemos la afirmación de Santa Teresa: Oración mental no es otra cosa que tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama.

 

Eugene BOYLAN

 

 

lunes, 21 de septiembre de 2015

LA MOTA Y LA VIGA.


 

 

El Señor nos pone en estado de alerta contra el juicio temerario e injusto. Él quiere que actuemos con un corazón sencillo y que solo a Dios dirijamos nuestra mirada. Puesto que el verdadero móvil de muchas acciones se nos escapa¸ sería temerario hacer juicio sobre ellas. Los que más prontamente y de manera temeraria juzgan y censuran a los demás son los que prefieren condenar antes que corregir y conducir al bien¸ y esto denota orgullo y mezquindad. Un hombre, por ejemplo, peca por cólera, y tú le reprendes con odio.

La misma distancia hay entre la cólera y el odio que entre la mota y la viga. El odio es una cólera inveterada que, con el tiempo, ha tomado esta gran dimensión y que, justamente, merece el nombre de viga. Puede ocurrirte que te encolerices deseando corregir, pero el odio no corrige jamás.

 Primeramente aparta lejos de ti el odio, y después podrás corregir al que amas.

 

San AGUSTIN

 

 

 

jueves, 17 de septiembre de 2015

EL NOMBRE DE LA VIRGEN ERA MARÍA.


 
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Ese nombre significa "Estrella del mar"  le encaja admirablemente a la Virgen Madre. Nada es más justo que compararla con una estrella que da sus rayos sin alterarse, como ella da a luz a su hijo sin detrimento de su cuerpo virgen. Es ciertamente esta noble estrella nacida de Jacob, cuyo esplendor ilumina el mundo entero, quien brilla en los cielos y penetra en los infiernos. Verdaderamente esta bella y admirable estrella se levanta por encima del mar inmenso, resplendiendo de méritos, alumbrando por su ejemplo. Todos vosotros, cuando estéis en alta mar, sacudidos por la tormenta y la tempestad, lejos de la tierra firme, poned los ojos en la luz de esta estrella para evitar el naufragio. Si los vientos de la tentación se levantan, si ves acercarse el escollo de la prueba, mira a la estrella, invoca a María.

Si eres sacudido por los vacíos del orgullo, de la ambición, de la maledicencia o de los celos, levanta la mirada hacia la estrella, invoca a María. Si te abruma la grandeza de tus pecados, si te la avergüenza tu conciencia, te espanta el temor del juicio, si estás a punto de zozobrar  en el precipicio de la tristeza y la desesperación, piensa en María. ¡en el peligro, la angustia, la duda, piensa en María! Que su nombre jamás abandone tus labios, ni tu corazón. Siguiéndola, no te extraviarás; rogándola¸ no desesperarás. Y comprenderás por tu propia experiencia cuan justas son estas palabras: EL NOMBRE DE LA VIRGEN ERA MARÍA.

 

San BERNARDO.

(1090  -  1153)

 

sábado, 12 de septiembre de 2015

EL BAUTISMO.


 



 

El fin de toda oración es la unión con Dios. Se podría decir también que la unión con Dios es el comienzo de toda oración, lo mismo que es el comienzo de la vida espiritual. Se suelen desconocer y olvidar demasiado a menudo los admirables efectos del Bautismo, que es la iniciación a la vida del espíritu. Esto constituye una pérdida enorme, pues por este Sacramento se nos hace hijos de Dios de verdad, así como de nombre. No es una mera adopción extrínseca que no tiene efectos internos en nosotros, sino que lo que se produce en nuestra alma es un cambio real e intrínseco, por el cual se nos hace partícipes de la naturaleza divina, en especial de la filiación divina, de suerte que podemos llamar de verdad a Dios: Padre Nuestro. Y aún más: en el bautismo, Dios viene a habitar en nuestros corazones real y verdaderamente, en una forma absolutamente diferente de aquella en que está presente en el resto de la creación.

Nuestro Señor insiste  en que nos dirijamos a Dios como a un Padre: orad a vuestro Padre… el Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Orad pues así: Padre Nuestro. Mientras estemos en estado de gracia hay en nosotros aquello que nos hace hijos de Dios, y no meramente de nombre. Si recordamos también que Dios es un Padre, nuestra confianza en la oración tendrá un fundamento seguro y sólido. Nuestra mera postura de rodillas o en cualquier otro gesto de oración ante Dios se convierte en una oración: nuestras debilidades, necesidades, nuestros fallos e infidelidades y hasta nuestros pecados, se convierten en nuestra más elocuente súplica de la compasión paternal. Y esto gracias al Bautismo.

 

Eugene BOYLAN.