lunes, 30 de julio de 2018

CRISTO TIENE UN SABOR DISTINTO PARA CADA UNO.


Dios envió a su Hijo a este mundo, el pan de los ánge­les, por el amor extremo con que nos amó. Porque Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo único. Este es el verdadero maná que el Señor hizo llover del cielo como alimento de los hombres, este el que Dios en su bondad ha preparado para sus pobres. Porque Cristo, que descendió por todos los hombres, atrae a todos hacia sí por su bondad inefable. No rechaza a nadie y admite a todos los hombres a la conversión. Para todos los que lo reciben es dulzura deliciosa. Únicamente él puede colmar todos los anhelos del hombre y se adapta de manera diferente a unos y a otros, según sus ten­dencias, sus deseos y apetitos.



Cada uno encuentra en él un sabor distinto. Porque no tiene el mismo sabor para el que se convierte y comienza el camino como para el que avanza en él o está ya llegando a la meta. No tiene el mismo sabor en la vida activa que en la vida contemplativa, ni para el que usa de este mundo como el que vive apartado de él, para el célibe y el hombre casado, para el que ayuna y distingue los días como para el que considera todos iguales. Este maná cura las enfermedades, alivia los dolores, anima en los esfuerzos y fortalece la espe­ranza. Aquellos que lo han saboreado siempre ten­drán hambre. Los que tienen hambre serán saciados.

San Balduino de Ford
Abad cisterciense (t Ca. 1190).


viernes, 27 de julio de 2018

"EL HIJO", TITULO DE NOBLEZA DE JESUS.




Hemos de recordar que el título de nobleza teoló­gica central de Jesús es «el Hijo». Sin duda intentó resu­mir en una palabra la impresión general que daba su vida; la orientación de su vida, su raíz y su punto de origen tenía como nombre «Abba», papá. Sabía que nunca estaba solo; hasta en su último grito en la cruz se dirige por entero al Otro, al que llama Padre. Esto es lo que hizo posible que su verdadero título de nobleza no sea finalmente «Rey» ni «Señor» ni otros atributos de poder, sino una palabra que también podríamos traducir por «niño». Entonces, podemos decir que si el niño ocupa un lugar eminente en la predicación de Jesús es porque está en consonancia con su misterio más personal, su filiación.

Su mayor dignidad, que le lleva a su divinidad, no es, al final, un poder que posee por sí mismo, sino que consiste en el hecho de volver al Otro: a Dios Padre... El hombre quiere hacerse Dios y debe llegar a él. Pero cada vez que, como en el eterno diálogo con la ser­piente del Paraíso, trata de alcanzarlo librándose de la tutela de Dios, y rechaza la infancia como estado de vida, desemboca en la nada, porque se opone a su pro­pia verdad que es dependencia. Solamente ha de con­servar lo más esencial de la infancia y la existencia de hijo, vivida primero por Jesús, para entrar con el Hijo en la divinidad.

JOSEPH RATZINGER

Teólogo alemán del siglo XX, perito en el Concilio Vaticano II.

Papa emérito Benedicto XVI.

 



martes, 24 de julio de 2018

LA FE ES UN DON GRATUITO DE DIOS.


El acto de fe es voluntario por su propia naturaleza. «Ciertamente, Dios llama a los hombres a servirle en espíritu y en verdad. Por ello, quedan vinculados en con­ciencia, pero no coaccionados... Esto se hizo patente, sobre todo, en Cristo Jesús» (Concilio Vaticano II, 11). En efecto, Cristo invitó a la fe y a la conversión, él no forzó jamás a nadie... Creer en Cristo Jesús y en Aquel que lo envió para salvarnos es necesario para obtener esa salvación.

La fe es un don gratuito que Dios hace al hom­bre. Este don inestimable podemos perderlo; san Pablo advierte de ello a Timoteo: Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe. Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemos ali­mentarla con la Palabra de Dios; debemos pedir al Señor que nos la aumente; debe actuar por la cari­dad, ser sostenida por la esperanza y estar enraizada en la fe de la Iglesia.

Catecismo de la Iglesia Católica

Exposición de la fe y de la doctrina de la Iglesia católica promulgada por Juan Pablo II en el año 1992 y cuya versión latina oficial se publicó el día 15 de agosto de 1997.

 

viernes, 20 de julio de 2018

LA ORACIÓN DE PETICIÓN.


¿Cómo es que rara vez nos parece experimentar el fruto de la oración? Tenemos la impresión de que sali­mos de la oración igual que hemos entrado, nadie nos responde una palabra, ni nos da lo que hemos pedido, tenemos la sensación de haber trabajado en vano. Pero ¿qué es lo que dice el Señor en el evangelio? No juz­guéis por las apariencias, sino tened un juicio justo; y ¿qué es un juicio justo sino un juicio de fe? Porque el justo vive de la fe. Sigue, pues, el juicio de la fe, que es más seguro que el de tu experiencia, porque la fe no engaña, mientras que la experiencia puede indu­cirnos al error.

Y ¿cuál es la verdad de la fe sino la que el mismo Hijo de Dios nos promete?: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido y la obtendréis. Así pues, hermanos, ¡que ninguno de vosotros tenga en poco su oración! Porque, os lo aseguro, aquel a quien ella se dirige no la tiene en poca cosa; incluso antes de que ella haya salido de vuestra boca, él la ha escrito en su libro. Sin la menor duda podemos estar seguros de que Dios nos concede lo que pedimos, aunque sea dándonos algo que él sabe que es mucho más venta­joso para nosotros. Porque nosotros no sabemos pedir como es debido.

San Bernardo
 Nace en Dijon, Francia; fue monje cisterciense y gran autor espiritual. Es doctor de la Iglesia (1090-1153).

martes, 17 de julio de 2018

LA REVELACIÓN DEL ESPIRITU SANTO.


El Paráclito, el Consolador que es una sola cosa con el Hijo, siendo el Espíritu que procede del Hijo... revela que aquel que se tenía por hijo del hombre es el Hijo único de Dios. Nuestro Señor había declarado todo lo que nos hacía falta, pero sus apóstoles no lo compren­dieron. Incluso confesando su fe con convicción bajo la acción secreta de la gracia, no comprendieron todo lo que ellos afirmaban.

¿No tuvo a bien el Salvador ocultar su secreto? ¿No es cierto que parece que quiso que conociéramos su secreto no desde el principio sino después, como si sus palabras tuvieran que esperar todavía mucho tiempo fe para adquirir su interpretación divina? Esto es lo que el Señor reservó para el momento de la venida de aquel que él enviaría. El Espíritu revelará a plena luz sus palabras. Solo después de la resurrección de Cristo, e incluso después de la ascensión, el Espíritu desciende sobre ellos. Entonces los apóstoles comprenden, por fin, quién había estado con ellos.

Beato John Henry Newman
 Nace en Londres; convertido del anglicanismo, fue presbítero, cardenal y fundador de una comunidad religiosa (1801-1890).

viernes, 13 de julio de 2018

EL SUFRIMIENTO.


La grandeza de la humanidad viene determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y el que sufre... La palabra latina «con-solatío», consolación, lo expresa de manera muy bella, sugiriendo un «ser-con» en la soledad, que entonces ya no es soledad. La capacidad de aceptar el sufrimiento por amor al bien, a la verdad y a la justicia es constitutiva de la grandeza de la humanidad porque, en definitiva, si mi bienestar personal y mi integridad son más importantes que la verdad y la justicia, entonces prevalece el dominio del más fuerte; entonces reina la violencia y la mentira...



Sufrir con el otro, por los otros; sufrir por amor a la verdad y a la justicia; sufrir a causa del amor para lle­gar a ser una persona que ama de veras son elementos fundamentales de humanidad; su abandono destrui­ría al mismo hombre. Pero una vez más surge la pre­gunta: ¿somos capaces de ello?... En la historia de la humanidad, la fe cristiana tiene, precisamente, el mérito de haber suscitado en el hombre, de manera nueva y mas profunda, la capacidad de sufrir de esta forma que es decisiva para su humanidad. La fe cristiana nos ha enseñado que la verdad, la justicia y el amor no son simplemente ideales, sino realidades de una enorme densidad. En efecto, nos ha enseñado que Dios -la Verdad y el Amor en persona- ha querido sufrir por nosotros y con nosotros.
Benedicto XVI
Papa emérito de la Iglesia católica tras casi 8 años de pontificado (1927-).


martes, 10 de julio de 2018

EL GOZO.

El gozo es la oración, el gozo es la fuerza, el gozo es el amor. Es como una red de amor que atrapa a las almas. Dios ama a los que dan con gozo. Aquellos que dan con gozo dan más. No hay mejor manera de demostrar nuestra gratitud a Dios y a los hombres que aceptarlo todo con gozo. Un corazón ardiendo de amor es, necesariamente, un corazón lleno de gozo. No permitáis jamás que la tristeza os invada hasta el punto de haceros olvidar el gozo de Cristo resucitado.
Todos experimentamos el ardiente deseo del cielo, allí donde se encuentra Dios. Pues bien, desde ahora está en poder de todos nosotros estar en el cielo con él, ser felices con él desde este mismo instante. Esta felicidad inmediata con él quiere decir: amar como él ama, ayudar como él ayuda, dar como él da, servir como él sirve, socorrer como él socorre, permanecer con él todas las horas del día, y tocar su mismo ser presente detrás del rostro de la aflicción humana.

Santa Teresa de Calcuta

Fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad (1910-1997).

jueves, 5 de julio de 2018

NO HAY PAZ SIN JUSTICIA.


La oración no es un elemento que «sigue» al com­promiso a favor de la paz. Al contrario, la oración está en el centro del esfuerzo por la edificación de una paz en el orden, en la justicia y en la libertad. Orar por la paz quiere decir abrir el corazón humano a la irrup­ción del poder renovador de Dios. Por la fuerza vivifi­cadora de su gracia, Dios puede crear salidas hacia la paz donde parece que no hay más que obstáculos y repliegue sobre uno mismo... Orar por la paz significa orar por la justicia...

No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón: he aquí lo que quiero anunciar a los creyentes y a los no creyentes, a los hombres y mujeres de buena voluntad que estiman el bien de la familia humana y su futuro. No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón: he aquí lo que quiero recordar a aquellos que tienen en sus manos el destino de las comunidades humanas, para que se dejen guiar siempre, en las decisiones graves y difíciles que tienen que tomar, por la luz del auténtico bien del hombre, en la perspectiva del bien común. No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón. No me cansaré de repetir esta verdad a los que, por el motivo que sea, alimentan en su corazón el odio, el deseo de venganza, los instintos destructores.


San Juan Pablo II Primer papa polaco de la historia. Su pontificado ha sido el tercero más largo de la historia (1920-2005).

lunes, 2 de julio de 2018

El sacerdote es un hombre despojado:


El sacerdote es un hombre despojado:
a más pobreza hay siempre más gloria de Dios
y más utilidad del prójimo. El sacerdote es un hombre crucificado:
a más muerte hay más vida para sí y para los demás. El sacerdote debe ser un hombre devorado:
por la caridad hay que llegar a hacerse pan.

 
Autor desconocido