martes, 29 de julio de 2014

ADELANTAR EN LA ORACIÓN.


El gran recurso del cristiano que desea crecer en el amor a Dios es la oración. Hay innumerables maneras de orar y muchos tipos de oración. Todos son buenos; cada persona debe seguir el suyo.

Pero, en la medida en que adelanta, la oración tiende a unificarse; pues, es el mismo Espíritu Santo el que actúa en todos y con todos. La meditación se prolonga en contemplación, la plegaria oral en oración mental y de afectos, la presencia intermitente de Dios en unión continua con Él. En definitiva, toda forma de orar va configurándose como un inagotable diálogo, divino y humano, del hombre con su Creador. Decía S. Agustín: “La oración es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él”.

“Orar” no es “rezar” pues no se trata de una acción circunstancial, sino de una vida de oración. Es decir una oración que mira la vida, y una vida orientada por la oración y desde la oración.

Hay que persuadirse de la necesidad de adelantar siempre; de sacar cada día más fruto a los tiempos dedicados a orar. Es muy bueno el temor, santo, a quedarse “parados”.

                          

Manuel ORDEIG CORSINI.

sábado, 26 de julio de 2014

LA CIZAÑA.


 El método del diablo es el de mezclar siempre la verdad con el error, revestido este con las apariencias y colores de la verdad, de manera que pueda seducir fácilmente a los que se dejan engañar. Por eso, el Señor solo habla de la cizaña porque esta planta se parece al trigo. Seguidamente indica como lo hace para engañar: Mientras la gente dormía. Cristo nos dice todo esto para enseñarnos a no dormirnos, de ahí la necesidad de la vigilancia de un guardia. Y también nos dice: Él que persevere hasta el final se salvará.
Considera ahora el celo de los criados: quieren arrancar la cizaña inmediatamente; es cierto que, aunque les falte reflexión, dan prueba de su solicitud por la simiente. No buscan vengarse del que ha sembrado la cizaña, sino salvar la cosecha; por eso quieren extirpar totalmente el mal del campo. ¿Y qué responde el Maestro? Se lo impide por dos razones: la primera, por temor a perjudicar el trigo; la segunda, por la certeza de que un castigo inevitable se abatirá sobre los que están afectados de esa enfermedad mortal. Si queremos que se les castigue sin que se perjudique la cosecha, debemos esperar el momento conveniente. Por otra parte, ¿Es posible que una parte de esa cizaña se convierta en trigo? Podría ser  pero si lo arrancáis ahora podéis perjudicar su cambio, o la próxima cosecha arrancando a los que podrían llegar a ser mejores.
 
San JUAN CRISOSTOMO.
            (349  -  407)

martes, 22 de julio de 2014

MARÍA MAGDALENA.


 

Entre las mujeres que llevaron perfume a la tumba de Cristo, María Magdalena es la  única de la cual celebramos memoria. Cristo había expulsado de ella siete demonios para dar cabida a los siete dones del Espíritu. Su perseverancia en permanecer cerca de la tumba le ha valido la visión y la conversación con los ángeles, y después de haber visto al Señor, se convierte en su apóstol ante los apóstoles. Instruida y plenamente avalada por la boca misma de Dios, les anuncia que ha visto al Señor y les repite lo que le dijo.

María Magdalena precede en dignidad a Pedro, el jefe de los apóstoles, y a Juan, el discípulo muy amado de Cristo; por tanto, ella ha sido más favorecida que éstos. Ellos, cuando se acercaron al sepulcro, no vieron más que las vendas y el sudario; pero ella, que había permanecida hasta el final con un firme esperanza en la puerta de la tumba, ha visto, antes que los apóstoles, no solo a los ángeles sino al mismo Señor de los ángeles resucitado en la carne. Ha oído su voz y así Dios se ha servido de su palabra.

 

S. GREGORIO PALAMAS

Teólogo bizantino. (1296  1359)

 

Al levantarse la aurora con la luz pascual de Cristo,

La Iglesia madrugadora te pregunta: “¿A quién has visto?”

“Porqué lloras en el huerto?¿A quién buscas “A mi amado.

Buscando al que estaba muerto, lo encontré resucitado.

Me quedé sola buscando, alas me daba el amor,

Y cuando estaba llorando, vino a mi encuentro el Señor.

Vi a Jesús resucitado, creí que era el jardinero;

Por mi nombre me ha llamado, lo reconocí primero.

Él me libró del demonio, yo le seguí hasta la cruz,

Y di el primer testimonio de la Pascua de Jesús”.

Haznos, santa Magdalena, audaces en el amor,

Irradiar la luz serena de la Pascua del Señor.

 

Bernardo VELADO GRAÑA

domingo, 20 de julio de 2014

TRASLADAR EL FRUTO.


 

Amemos a Dios, hermanos míos, amemos a Dios, pero hagámoslo a costa de nuestros brazos, con el sudor de nuestro rostro. Pues muy a menudo tantos actos de amor de Dios, de complacencia, de benevolencia y otras acepciones parecidas y prácticas interiores de un corazón tierno, aunque muy buenas y deseables, son, sin embargo, muy sospechosas cuando no contemplan  en absoluto la práctica del amor efectivo. En esto dice nuestro Señor: La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto.

Hay algunos que, por estar llenos de grandes sentimientos hacia Dios, se deleitan en ello; pero cuando reparan en lo que les rodea y encuentran ocasión de actuar, no les aprovechan esos sentimientos. Se jactan de su imaginación calenturienta, se contentan con los dulces encuentros que tienen con Dios en la oración, hablan con Él incluso como ángeles; pero al salir de la oración, llega el momento de trabajar para Dios, de sufrir, de mortificarse, de instruir a los pobres, de ir a buscar a la oveja perdida, de amar al pobre, de aceptar las enfermedades o alguna desgracia. No, no nos confundamos: toda nuestra tarea entonces consiste en pasar a la acción.

 

San VICENTE DE PAUL.

(1582  -  1660)

jueves, 17 de julio de 2014

SAGACES COMO SERPIENTES Y CÁNDIDOS COMO PALOMAS.


 

El incesante ejercicio de la oración, unido a la continua práctica de la virtud, había conducido a Francisco a tal limpidez y serenidad de mente que, a pesar de no haber adquirido por adoctrinamiento humano conocimiento de las sagradas letras, iluminado con los resplandores de la luz eterna, llegaba a sondear con admirable agudeza de entendimiento las profundidades de las Escrituras. Su ingenio, limpio de toda mancha, penetraba los más ocultos misterios donde no alcanzaba la ciencia de los maestros.

Le preguntaron en cierta ocasión los hermanos si sería de su agrado que los letrados admitidos ya en la Orden se aplicasen al estudio de la Sagrada Escritura, y Francisco respondió. “Sí, pero a condición de que, a ejemplo de Cristo, de quien se dice que se dedicó más a la oración que a la lectura, no descuiden el ejercicio de la oración, ni se entreguen al estudio sólo para saber cómo han de hablar, sino más bien, para practicar lo que han leído y, practicándolo, lo propongan a los demás para que lo pongan por obra. Quiero que mis hermanos sean discípulos evangélicos y de tal modo progresen en el conocimiento de la verdad, que crezcan en pura simplicidad, sin separar la sencillez de la paloma de la prudencia de la serpiente, virtudes que el soberano Maestro aunó en la enseñanza de sus benditos labios”.

 

San BUENAVENTURA

domingo, 13 de julio de 2014

TODO ES SIGNO DEL AMOR DE DIOS.

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La parábola del sembrador nos habla de la misericordia de Dios y de como Dios no se cansa de difundir su bondad. Señala S. Juan Crisóstomo : “En qué cabeza cabe sembrar sobre espinas, sobre roca y en el camino?” aquí se ve como la lógica de Dios es muy distinta a la nuestra. No ofrece su gracia solo a los justos, sino también a los pecadores e incluso a aquellos que probablemente la rechazarán. Pero hay algo en esa semilla que la hace diferente. Es lo que señala Isaías: No volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo. La Palabra de Dios es eficaz. Por eso, señala S. Juan Crisóstomo que el sembrador deja caer la semilla también sobre terrenos improductivos, porque tiene el poder de transformarlo: Tú cuidas la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida.

Esto nos hace pensar que el sembrador no solo ha salido un día, sino que vuelve una y otra vez. Quizás lo sabemos por nuestra propia experiencia, pues muchas veces hemos sido infieles, pero el Señor ha vuelto a tendernos la mano. Nos ha llamado una y otra vez y sigue haciéndolo.  Hay palabras suyas a las que no hacemos caso, pero Jesús vuelve a pronunciarla: las encontramos en un texto, en una conversación o proclamadas en la liturgia. Y un día,  por su gracia, se hacen vida en nosotros.

La parábola nos habla también de nuestra disposición.  Porque podemos volvernos terreno impenetrable, caer en la superficialidad o dejarnos ahogar por los afanes del mundo. Pidamos con humildad ser un terreno apropiado para acoger las amorosas enseñanzas de Dios. Si no lo somos, que el Señor nos roture para que nuestro corazón pueda recibir el amor que Él nos da.

 

David AMADO FERNÁNDEZ

jueves, 10 de julio de 2014

EL CAMINO ESTRECHO.


 

Quizá piensas que el camino que Dios muestra a Moisés es un camino fácil, sin ninguna dificultad ni esfuerzo: no, es una subida, y una subida tortuosa. No es un camino descendente el que conduce a las virtudes, se trata de una ascensión, una angosta y difícil ascensión. Escucha al Señor cuando dice: el camino que conduce a la vida es estrecho y angosto. El camino por el que marchan es, por tanto, una subida tortuosa. Ello muestra que tanto en las obras como en la fe hay mucha dificultad y mucho esfuerzo.

En efecto, a los que quieren obrar según Dios se les oponen muchas tentaciones, muchos estorbos. Para el Faraón, el que sigue a Dios se equivoca, porque el camino de la sabiduría es tortuoso. De este modo, confesar que hay un solo Dios, y en la misma confesión afirmamos que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un solo Dios, ¡cuan tortuoso e inextricable parece esto! Aun más, cuando decimos que el Señor de la majestad fue crucificado y que el Hijo del hombre ha bajado del cielo, ¡cuan tortuosas y difíciles parecen estas cosas! El que las escucha, si no lo hace con fe, dice que quien lo afirma se equivoca; pero tú mantente firme y no dudes de esta fe, sabiendo que Dios te muestra el camino de esta misma fe.

 

ORÍGENES.

(185  253)

domingo, 6 de julio de 2014

LA CARIDAD DEL CORAZÓN DE CRISTO..


 

 

Todo el Evangelio da testimonio de la caridad del corazón de Cristo, pero hay momentos en que el Señor nos lo muestra de una manera más inmediata. Jesús nos habla de muchas maneras: con su ejemplo, en parábolas, dialogando con terceros o, como vemos hoy, refiriéndose directamente a su persona.

Es una escena que entusiasma, porque Jesús exclama, y nos lo imaginamos lleno de alegría, dando gracias. Agradece, desde su humanidad, con su corazón de carne, la misericordia de Dios, que se derrama sobre los humildes sobre la gente sencilla. El amor de Dios es de predilección, absolutamente gratuito. No se puede ganar, solo se puede recibir. En esta alabanza Dios se complace en lo que hace, como en su amor que es puro amor. Dios se goza amando porque es amor.

No podemos comprender a Jesús sino en relación con su Padre. Todo en la vida de Jesús hace referencia a su Padre. Él es el Hijo y ha venido al mundo para cumplir la voluntad de quien lo ha enviado.  Esto es muy importante para comprender lo que Jesús enseña a continuación. Hablando a su Padre, nos pone en relación con su misterio íntimo: nos dice quién es Él, y nos abre las honduras de su corazón. Jesús no me oculta quien es, sino que me lo dice para que yo también, ante Él, pueda reconocer quien soy; así me daré cuenta de que ante Jesús no soy más que un mendigo que necesita misericordia. Ante su corazón lleno de amor infinito, reconozco la pequeñez del mío, mis oscuridades y limitaciones, mis intenciones torticeras y mi enfermedad.

 

David AMADO FERNÁNDEZ.

 

 

jueves, 3 de julio de 2014

UN AMOR REGALADO.



 

¿Es posible “mandar” el amor, ponerlo como obligación? Benedicto XVI se hace esta pregunta en su encíclica Dios es Amor, porque es una pregunta – y respuesta- clave para entender adecuadamente todo el esfuerzo cristiano para la santidad. Un error en esto lleva a equiparar la lucha por la santidad con el esfuerzo humano de autosuperación, con la pugna por la perfección… pero esto no sería santidad, sino voluntarismo. El amor brota del corazón.

Amor a Dios y amor al prójimo son un único mandamiento. Pero ambos vienen de que Dios nos ha amado primero (1Jn 4,10). Así pues no se trata ya de un mandamiento externo que nos impone lo imposible, sino de una experiencia de amor nacida desde dentro. El amor crece a través del amor. El amor es “divino” porque proviene de Dios y a Dios nos une.

En definitiva: nuestro amor a Dios no es más que una respuesta al amor que recibimos de Él. No se trata de actos heroicos o sobre humanos, se trata de corresponder al Amor recibido de Dios, en la medida de nuestras fuerzas. Un Amor inmenso de Dios Padre nos creó; con un Amor mayor todavía envió a su Hijo al mundo para salvarnos del pecado y para que podamos amarle como Él desea. También por Amor, Dios-Hijo dio su vida por nosotros en la Cruz. Luego Padre e Hijo enviaron al Espíritu Santo para hacernos capaces de conocerlos y amarlos.

No se trata de nuestra iniciativa. El amor que nos pide el Señor no es una “obligación” onerosa. Ni tampoco es una “decisión” nuestra, una actitud humana noble o excelente. Tal decisión no nos llevaría más allá de unos primeros pasitos en el camino de la santidad. Tomar la vida espiritual como un “deber”, como algo que hay que cumplir, solo conduce al cansancio. Y , con dolor, hay que decir que hay muchas almas buenas así: cansadas de amar a Dios porque saben muy poco del verdadero Amor.

 

Manuel ORDEIG CORSINI.