viernes, 30 de diciembre de 2016

LA LIBERTAD RELIGIOSA.


Nuestro tiempo es dramático y al mismo tiempo fascinante. Mientras por un lado los hombres dan la impresión de ir detrás de la prosperidad material y de sumergirse cada vez más en el materialismo consumista, por otro, manifiestan la angustiosa búsqueda de sen­tido, la necesidad de interioridad, el deseo de aprender nuevas formas y modos de concentración y de oración. No sólo en las culturas impregnadas de religiosidad, sino también en las sociedades secularizadas se busca la dimensión espiritual de la vida como antídoto a la deshumanización... La Iglesia tiene un inmenso patri­monio espiritual para ofrecerá la humanidad en Cristo, que se proclama el camino, la verdad y la vida.
La Iglesia debe de ser fiel a Cristo; ella es su cuerpo y recibe la misión de hacerle presente. La Iglesia debe hacer todo lo posible para realizar su misión en el mundo y llegar a todos los pueblos; tiene también el derecho, concedido por Dios, de llevar a cabo la reali­zación de su plan. La libertad religiosa, a veces todavía limitada o restringida, es la condición y la garantía de todas las libertades que fundamentan el bien común de las personas y de los pueblos. Es de desear que se conceda a todos y en todo lugar la verdadera libertad religiosa. Se trata de un derecho inalienable de toda persona humana.
San Juan Pablo II

martes, 27 de diciembre de 2016

LA DISCRIMINACIÓN.


No podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios. La relación del hombre para con Dios Padre y con los demás hombres sus hermanos están de tal forma unidas que, como dice la Escritura, el que no ama, no ha conocido a Dios. Así se elimina el fundamento de toda teoría o práctica que introduce discriminación entre los hombres y entre los pueblos, en lo que toca, a la dignidad humana y a los derechos que de ella dimanan.

La Iglesia, por consiguiente, reprueba como ajena al espíritu de Cristo cualquier discriminación o vejación realizada por motivos de raza o color, de condición o religión. Por esto, el sagrado Concilio, siguiendo las huellas de los santos apóstoles Pedro y Pablo, ruega ardientemente a los fieles que, «observando en medio de las naciones una conducta ejemplar», si es posible, en cuanto de ellos depende, tengan paz con todos los hombres, para que sean verdaderamente hijos del Padre que está en los cielos.


Concilio Vaticano II Concilio ecuménico XXI de la Iglesia católica (1963-1965).

sábado, 24 de diciembre de 2016

LA PRIMERA LECCIÓN DEL AMOR DE DIOS.


Hace mucho frío sobre la tierra. Los cielos están tan bordados de estrellas que solamente se adivina el fondo azul oscuro de la bóveda celeste, inundada de tinie­blas. En la tierra...una estrella de las más pequeñas del inmenso sistema planetario... están ocurriendo esta noche prodigios que asombran a los ángeles...: un Dios que por amor al hombre desciende humillado en carne mortal y nace de una mujer, en una estrella de las más pequeñas... de las más frías, en la tierra...


Los hombres también tienen hielo en sus corazones. Nadie acude a presenciar el milagro del nacimiento de Dios. Solamente se reduce el mundo entero a una mujer que se llama María, a un hombre de ojos azules, que se llama José, y a un Niño recién nacido que, envuelto en pañales, abre por primera vez los ojos entre el aliento de un asno y un buey, y apoyado entre un puñado de pajas, que la pobreza de José, y la solicitud y el amor de María, le han procurado. El mundo entero duerme inconsciente el pesado sueño de la carne... Hace mucho

frío esta noche en las tierras de Judá... Las estrellas que bordan los cielos, son los ojos de los ángeles que can­tan el Gloria a Dios en las alturas..., canto hecho para Dios, oído por unos pastores, que vigilan sus rebaños y acuden a adorar, con sus almas infantiles, a Jesús que acaba de nacer...

La primera lección del amor de Dios... Y aunque mi alma no tiene la castidad de José ni el amor de María..., ofrecí al Señor mi pobreza absoluta de todo, mi alma vacía; y si no le entoné himnos como los ánge­les, procuraré cantarle coplas de pastores..., la canción del pobre, del que nada tiene, la canción del que solo miserias puede ofrecerá Dios... Pero no importa, pues las miserias y flaquezas ofrecidas a Jesús por un cora­zón de veras enamorado, son aceptadas por Él, como si fueran virtudes... Grande..., inmensa es la miseri­cordia de Dios. Mi carne mortal, no oye las alabanzas del cielo, pero mi alma divina, que también hoy como entonces, los ángeles miran asombrados a la tierra y entonan el Gloria a Dios en las alturas y paz en la tie­rra a los hombres de buena voluntad.

San Rafael Arnáiz Barón

Joven monje trapense, uno de los grandes místicos del siglo XX. Sus numerosos escritos se han difundido ampliamente.

Fue canonizado en el año 2009 (1911-1938).




viernes, 23 de diciembre de 2016

LA EVANGELIZACIÓN DE AMERICA DEL SUR.


Fue la predicación el procedimiento más importante en la divulgación del Evangelio. El tema más enseñado fue el de la "unicidad de Dios", frente al politeísmo indígena. Insistieron los misioneros en la falsedad de los ídolos que, lejos de ser dioses, eran verdaderos demonios. Hicieron ver a los indios que los fenómenos de la naturaleza tienen un origen natural y así quedaban maravillados cuando se les explicaban los eclipses sirviéndose de naranjas y candelas. Otro tema muy importante fue el de la existencia del más allá, con un cielo y un infierno, cielo al que iban los amigos de Dios, e infierno para los pecadores. Los misioneros describieron el cielo y

el infierno con tal viveza que, dado el carácter impresionable de los indios, estos sintieron miedo a su propia idolatría que les conducía al infierno.

Al ser los indios muy aficionados a los ritmos y ceremonias, les encantaba los actos del culto cristiano, como procesiones y sacramentos. La música tuvo un papel fundamental para el aprendizaje de oraciones y textos evangélicos. Las representaciones plásticas del Evangelio, a modo de teatro medieval, sirvieron para explicar las verdades de fe más complicadas. El arte barroco, la imaginería cristiana, los cuadros pintados con fuertes colores, sirvieron como espléndidos catecismos a quienes, no sabiendo

leer, se acercaban a Dios por la contemplación y admiración. Hoy, nos llama la atención la difusión de catecismos impresos en diversas lenguas nativas, dedicados a los indígenas más instruidos, y que fueron un eficaz medio en el aprendizaje de la fe cristiana.

Sin embargo, las exigencias morales del cristianismo resultaron complicados en la práctica. Virtudes como la castidad y la caridad, actitudes como la aceptación de la monogamia o de la indisolubilidad matrimonial fueron algo superior para los indígenas. Será el tiempo quien se encargará de ir corrigiendo lo que ellos entendían como costumbres y los cristianos como pecado.

Santiago CORREA RODRÍGUEZ

martes, 20 de diciembre de 2016

LAS MISIONES.



Desde que he llegado aquí, no me he dado momento de reposo. Los niños no me dejaban recitar el Oficio divino ni comer ni descansar hasta que no les enseñaba alguna oración; entonces comencé a darme cuenta de que de ellos es el reino de los cielos. Por tanto, como no podía cristianamente negarme a tan piadosos deseos, comenzando por la profesión de fe en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, les enseñaba el Símbolo de los após­toles y las oraciones del Padrenuestro y el Avemaria. Advertí en ellos gran disposición, de tal manera que, si hubiera quien los instruyese en la doctrina cristiana, sin duda llegarían a ser unos excelentes cristianos.

Muchos en estos lugares no son cristianos simple­mente porque no hay quien los haga tales. Muchas veces me vienen ganas de recorrer las universidades de Europa, principalmente la de París, y de ponerme a gritar por doquiera, como quien ha perdido el jui­cio, para impulsar a los que poseen más ciencia que caridad, con estas palabras: «¡Ay, cuántas almas, por vuestra desidia, quedan excluidas del cielo y se preci­pitan en el infierno!» Muchos de ellos se ejercitarían en escuchar la voz divina que habla en ellos y, dejando de lado sus ambiciones y negocios humanos, se dedica­rían por entero a la voluntad de Dios, diciendo de cora­zón: «Señor, aquí me tienes; ¿qué quieres que haga? Envíame donde tú quieras, aunque sea hasta la India».

San Francisco Javier
Jesuíta español del grupo de primeros compañeros de san Ignacio de Loyola. Evangelizador de la India y el Japón, es patrono de las misiones (1506-1552).

viernes, 16 de diciembre de 2016

LA VIRGEN.


¡Cuánto me habría gustado ser sacerdote para pre­dicar sobre la Santísima Virgen! Para que un sermón sobre la Virgen me guste y me aproveche, tiene que hacerme ver su vida real, no su vida supuesta; y estoy segura de que su vida real fue extremadamente senci­lla. Nos la presentan inaccesible, habría que presentarla imitable, hacer resaltar sus virtudes, decir que ella vivía de fe igual que nosotros, probarlo por el evangelio, donde leemos: No comprendieron lo que quería decir.

La Santísima Virgen es la Reina del cielo y de la tie­rra, pero es más madre que reina; y no se debe decir que a causa de sus prerrogativas eclipse la gloria de todos los santos como el sol al amanecer hace que desaparezcan las estrellas. ¡Dios mío, qué cosa más extraña! ¡Una madre que hace desaparecer la gloria de sus hijos...! Yo pienso todo lo contrario, yo creo que ella aumentará con mucho el esplendor de los elegidos. Está bien hablar de sus privilegios, pero no hay que quedarse ahí. Quién sabe si en ese caso algún alma no llegará incluso a sentir cierto distanciamiento de una criatura tan superior y a decir: «Si eso es así, mejor irse a brillar como se pueda en un rincón». Lo que la Santísima Virgen tiene sobre nosotros es que ella no podía pecar y que estaba exenta del pecado original. Pero, por otra parte, tuvo menos suerte que nosotros, porque no tuvo una Santísima Virgen a quien amar, y eso es una dulzura más para nosotros y una dulzura menos para ella.

Santa Teresa del Niño Jesús
Carmelita descalza; es doctora de la Iglesia (1873-1897).

martes, 13 de diciembre de 2016

EL PRÓJIMO.


No hay nada más frío que un cristiano despreocu­pado por la salvación de los hermanos. No puedes, en este asunto, poner de pretexto tu pobreza: la que dio las dos monedas ínfimas se levantaría para acusarte. También Pedro, que decía: No tengo ni oro ni plata. Y Pablo, que era tan pobre que a menudo pasaba ham­bre y le faltaba lo necesario para vivir. Tampoco puedes excusarte en tu origen humilde: ellos también eran de condición modesta. Ni la ignorancia sería una disculpa válida: ellos tampoco eran gente de letras. Ni pienses alegar la enfermedad: Timoteo tenía frecuentes moles­tias de estómago. Cualquiera puede ser útil a su pró­jimo si lo quiere de verdad.



No digas que te es imposible restablecer en el buen camino a los demás, porque si eres cristiano es impo­sible que esto no suceda. Cada árbol lleva su fruto y como no hay contradicción en la naturaleza, tampoco la hay entre lo que nosotros decimos y la verdad, por­que es inherente a la naturaleza del cristiano. Es más fácil que la luz se vuelva tinieblas que el cristiano deje de iluminar a los demás.
San Juan Crisóstomo
Natural de Antioquía, fue monje y obispo de Constantinopla;
gran predicador y escritor, murió en el destierro.
Es doctor de la Iglesia (Ca. 349-407).


viernes, 9 de diciembre de 2016

SAN MATEO.


Jesús vio a un hombre sentado al mostrador de los impuestos. Su nombre era Mateo. Lo vio más con la mirada interna de su amor que con los ojos corporales.
Jesús vio al publicano y, porque lo amó, lo eligió, y le dijo: Sigúeme, que quiere decir: «Imítame», por­que, quien dice que permanece en Cristo debe vivir como vivió él. Mateo se levantó y lo siguió. No hay que extrañarse del hecho de que aquel recaudador de impuestos, a la primera orden del Señor, abandonase su preocupación por las ganancias terrenas y, dejando de lado todas sus riquezas, se adhiriese al grupo que acompañaban a aquel que carecía de bienes. Es que el Señor, que lo llamaba por fuera con su voz, lo ilu­minaba de un modo interior e invisible para que com­prendiese que aquel que aquí en la tierra le invitaba a dejar sus negocios temporales era capaz de darle en el cielo un tesoro incorruptible.
Estando Jesús a la mesa en casa de Mateo, muchos publícanos y pecadores vinieron a colocarse junto a él y a sus discípulos. La conversión de un solo publicano fue una muestra de penitencia y de perdón para muchos otros publícanos y pecadores. Mateo, que estaba des­tinado a ser apóstol y maestro de los gentiles, en su primer trato con el Señor arrastró en pos de sí por el camino de la salvación a un considerable grupo de pecadores.
San Beda el Venerable
Natural de Nortumbría (Gran Bretaña); monje de gran erudición y doctor de la Iglesia (673-735).



martes, 6 de diciembre de 2016

JESÚS Y LAS MUJERES.


Es particularmente conmovedor meditar en la actitud de Jesús hacia la mujer: se mostró audaz y sorpren­dente para aquellos tiempos, cuando, en el paganismo, la mujer era considerada objeto de placer, de mercan­cía y de trabajo, y, en el judaismo, estaba marginada y despreciada. Jesús mostró siempre la máxima estima y el máximo respeto por la mujer, por cada mujer, y en particular fue sensible hacia el sufrimiento feme­nino. Traspasando las barreras religiosas y sociales del tiempo, Jesús restableció a la mujer en su plena digni­dad de persona humana ante Dios y ante los hombres.

¿Cómo no recordar que Jesús quiso asociar a algunas mujeres a los Doce, que le acompañaban y servían y fueron su consuelo durante la vía dolorosa hasta el pie de la cruz? Después de la resurrección, Jesús se apareció a las piadosas mujeres y a María Magdalena, encargán­dole anunciar a los discípulos su resurrección. Deseando encarnarse y entrar en nuestra historia humana, Jesús quiso tener una Madre, María Santísima, y elevó así a la mujer a la cumbre más alta y admirable de la dignidad. ¡Por eso, vosotras, mujeres cristianas, debéis anunciar, como María Magdalena y las mujeres del evangelio, que Cristo ha resucitado verdaderamente, que él es nuestro verdadero y único consuelo! Cuidad, pues, de vuestra vida interior.

San Juan Pablo II

Primer papa polaco de la historia. Su pontificado ha sido el tercero más largo de la historia (1920-2005).

viernes, 2 de diciembre de 2016

LOS CAMINOS HACÍA LA CONVERSIÓN.


La Iglesia vive una vida auténtica, cuando profesa y proclama la misericordia -el atributo más asombroso del Creador y del Redentor- y cuando acerca a los hom­bres a las fuentes de la misericordia del Salvador, de las que es depositaría y dispensadora. En este ámbito tiene un gran significado la meditación constante de la palabra de Dios, y sobre todo la participación cons­ciente y madura en la Eucaristía y en el sacramento de la penitencia o reconciliación.
La Eucaristía nos acerca siempre a aquel amor que es más fuerte que la muerte: en efecto, cada vez que comemos de este pan o bebemos de este cáliz, no sólo anunciamos la muerte del Redentor, sino que además proclamamos su resurrección, mientras esperamos su venida en la gloria. El mismo rito eucarístico, celebrado en memoria de quien en su misión mesiánica nos ha revelado al Padre, por medio de la palabra y de la cruz, atestigua el amor inagotable, en virtud del cual él desea siempre unirse e identificarse con nosotros, saliendo al encuentro de todos los corazones huma­nos. Es el sacramento de la penitencia o reconciliación el que allana el camino a cada uno, incluso cuando se
siente bajo el peso de grandes culpas. En este sacra­mento cada hombre puede experimentar de manera singular la misericordia, es decir, el amor que es más fuerte que el pecado.


San Juan Pablo II Primer papa polaco de la historia. Su pontificado ha sido el tercero más largo de la historia (1920-2005).



martes, 29 de noviembre de 2016

LA UNIÓN CON DIOS.


El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hom­bre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar... De múltiples maneras, en su historia, y hasta el día de hoy, los hombres han expre­sado su búsqueda de Dios por medio de sus creen­cias y sus comportamientos religiosos. A pesar de las ambigüedades que pueden entrañar, estas formas de expresión son tan universales que se puede llamar al hombre un ser religioso.



Pero esta «unión íntima y vital con Dios» puede ser olvi­dada, desconocida e incluso rechazada explícitamente por el hombre. Tales actitudes pueden tener orígenes muy diversos: la rebelión contra el mal en el mundo, la ignorancia o la indiferencia religiosas, los afanes del mundo y de las riquezas, el mal ejemplo de los cre­yentes, las corrientes del pensamiento hostiles a la reli­gión, y finalmente esa actitud del hombre pecador que, por miedo, se oculta de Dios y huye ante su llamada. Alégrese el corazón de los que buscan a Dios. Si el hombre puede olvidar o rechazar a Dios, Dios no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para que viva y encuentre la dicha. Pero esta búsqueda exige del hom­bre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, un corazón recto, y también el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios.
Catecismo de la Iglesia Católica
Exposición de la fe y de la doctrina de la Iglesia católica promulgada por Juan Pablo II en el año 1992 y cuya versión latina oficial se publicó el día 15 de agosto de 1997.


viernes, 25 de noviembre de 2016

LA CRUZ.


Lejos de mí el pensar de gloriarme fuera de la cruz de mi Señor Jesucristo. La cruz es tu gloria, la cruz es tu imperio. He aquí tu imperio sobre tus espaldas. Quien lleva tu cruz lleva tu gloria. Así la cruz, que causa miedo a los infieles, es para los fieles más her­mosa que todos los árboles del paraíso. ¿Temió acaso Cristo la cruz? ¿Y Pedro? ¿Y Andrés? Por el contrario, la desearon. Cristo se alzó sobre ella como un valiente para recorrer su carrera: He deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros antes de morir. Él comió la Pascua sufriendo su pasión, al pasar de este mundo a su Padre. Sobre la cruz, Cristo comió y bebió, se embriagó y durmió.

¿Quién podrá desde ahora temer la cruz? Temo, Señor, recorrer el cielo y la tierra, el mar y las estepas, pero ¡|»n ningún sitio te encontraré sino en la cruz! Allí duermes, allí apacientas tu rebaño, allí reposas al medio­día. En esta cruz quien está unido a su Señor cuenta con su dulzura. No hay persona que te busque y no te encuentre, sino en la cruz. Oh cruz de gloria, echa tus raíces en mí para que yo pueda encontrarme en ti.


San Bernardo de Claraval
Nace en Dijon, Francia; fue monje cisterciense y gran autor espiritual.
Es doctor de la Iglesia (1090-1153).

martes, 22 de noviembre de 2016

NO JUZGUEMOS.


El discípulo no es más que su maestro. ¿Por qué juzgas si el Maestro todavía no juzga? No ha venido a juzgar al mundo, sino a salvarlo. Entendiendo esta palabra en ese sentido, viene a decir: «Si yo no juzgo, no juzgues tú tampoco, ya que tú eres mi discípulo. A lo mejor tú te has hecho culpable de faltas más gran­des que aquel a quien juzgas. ¡Qué grande será tu ver­güenza al darte cuenta de ello!»

El Señor nos enseña lo mismo cuando dice: ¿Cómo es que ves la mota en el ojo de tu hermano y no advier­tes la viga que hay en el tuyo?

Nos disuade con argu­mentos irrefutables de juzgar a los demás y nos anima, al contrario, a examinar nuestros corazones. Luego, nos exhorta a liberarnos de las pasiones instaladas en nuestro corazón. Dios cura a los de corazón contrito y quebrantado, y nos sana de nuestras enfermeda­des espirituales. Porque, cuando tus pecados son más numerosos y más graves que los de los demás, ¿cómo les reprochas los suyos a los hermanos? Todos los que quieren vivir piadosamente y, sobre todo, los que tienen que instruir a otros, sacarán mucho provecho de este precepto. Si tienen virtud y equilibrio, dando ejemplo con su comportamiento evangélico, reprenderán con dulzura a los que todavía no han llegado a ese nivel.
San Cirilo de Alejandría
Monje y obispo de Alejandría, fue gran defensor de la fe;
es doctor de la Iglesia (370-444).


jueves, 17 de noviembre de 2016

LA PROVIDENCIA.


Todo coopera al bien de los que aman a Dios. El testimonio de los santos no cesa de confirmar esta verdad. Así, santa Catalina de Siena dice a los que se escandalizan y se rebelan por lo que les sucede: «Todo procede del amor, todo está ordenado a la salvación del hombre, Dios no hace nada que no sea con este fin». Y santo Tomás Moro, poco antes de su martirio, consuela a su hija: «Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor». Y Juliana de Norwich: «Yo comprendí, pues, por la gracia de Dios, que era pre­ciso mantenerme firmemente en la fe y creer con no menos firmeza que todas las cosas serán para bien».


Creemos firmemente que Dios es el Señor del mundo y de la historia. Pero los caminos de su providencia nos son con frecuencia desconocidos. Sólo al final, cuando tenga fin nuestro conocimiento parcial, cuando veamos a Dios cara a cara, nos serán plenamente conocidos los caminos por los cuales; incluso a través de los dramas del mal y del pecado, Dios habrá conducido su creación hasta el reposo de ese Sabbat definitivo, en vista del cual creó el cielo y la tierra.


Catecismo de la Iglesia Católica



viernes, 11 de noviembre de 2016

MARTA DE BETANIA.

¿Qué pide Marta? Que su hermana vaya con ella. Quiere salir de su soledad atrayendo a otros hacia sí, en vez de ir ella hacia los demás. María ha comprendido mejor el amor de Cristo. Nunca podemos adelantarle ni ganarle en el amor. Él se anticipa siempre y su amor es más grande. Nuestro consuelo y alegría no vienen de lo que nosotros hacemos por Dios. Cuando nos entretenemos en ello, experimentamos la misma soledad de Marta y esa insatisfacción de que nuestro amor, por más que nos multipliquemos como ella, no puede sostenerlo todo. María nos recuerda que es Jesús el que nos ama primero y que nosotros sólo podemos agradarle si antes nos dejamos amar. Entonces nunca nos sentimos abandonados. El nunca nos deja solos si nos sabemos siempre a sus pies, atentos a sus palabras, dejándonos amar.
María acoge el amor de Jesús, que es la parte mejor. Se deleita en él; en él encuentra descanso. Ahí está la razón de su existencia y Jesús descansa también viendo cómo su palabra no se pierde y que María entra cada vez más profundamente en su dulce compañía. Pero cuando Marta se queja, el Señor la atrae también y le dice: Marta, Marta..., con toda la fuerza del cariño y de la amistad. Podemos imaginar que volvió al servicio, pero de otra manera, experimentando la alegría de amar sirviendo a quien sabes te ama.

DAVID AMADO FERNÁNDEZ

martes, 8 de noviembre de 2016

MARÍA DE BETANIA.

María elige estar con Cristo y Marta servirlo. A ambas les mueve el afecto hacia Jesús. Pero de repente algo se rompe porque Marta se da cuenta de que se ha quedado sola. El Señor ha ido a visitar a sus amigos, Marta lo ha recibido; Jesús está en su casa. Marta busca crear un ambiente agradable y se afana en el servicio. Pero se ha quedado sola. ¡Gracias, Marta, por ese grito desgarrado en el momento más impensado! ¡Gracias por esa queja que no es inoportuna! Tu lamento es el nuestro. Nos ayudas a descubrir que, incluso en medio de la entrega más ardua y generosa, en vez de acercarnos a los demás, podemos alejarnos de ellos. ¿Qué hizo que de repente pararas? ¿Se quemó la comida? ¿Se rompió la vajilla? ¿Tropezaste con una silla? No importa. ¡Bendito momento en que saliste de las cosas para volver a ti misma!

DAVID AMADO FERNÁNDEZ

viernes, 4 de noviembre de 2016

AMAR Y SER AMADO.

Todos somos capaces de hacer el bien y hacer el mal. No hemos nacido como personas malvadas. Todo el mundo tiene en sí algo bueno. Unos esconden el bien, otros no le hacen caso, pero la bondad está en todos. Dios nos ha creado para amar y para ser amados. Dios nos envía una especie de test para escoger uno u otro camino. La negligencia en el amar nos puede conducir a decir «sí» a la maldad sin darnos cuenta de hasta dónde nos puede llevar... Por suerte, tenemos el poder de superarlo todo por medio de la oración.
Si nos volvemos a Dios, irradiaremos amor y alegría en torno nuestro a todos los que conviven con nosotros. Del mismo modo, si hacemos el mal, extenderemos alrededor nuestro el mal. Si estamos cerca de alguien que va por el camino del mal, hagamos todo lo posible para ayudarle y mostrarle que Dios se preocupa de él. Oremos intensamente para que redescubra la oración, que descubra a Dios dentro de sí y en los demás. Todos hemos sido creados por la misma mano amorosa de Dios. El amor de Cristo es siempre más fuerte que el mal en el mundo. Debemos, pues, amar y ser amados. Es muy simple.

Santa TERESA DE CALCUTA
Fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad (1910-1997).

miércoles, 2 de noviembre de 2016

EL HOMBRE CUSTODIO DE LA TIERRA.

El centro de la vocación cristiana es Cristo. Guardemos a Cristo en nuestra vida para guardar a los demás, para salvaguardar la creación. Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís; es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos.
Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres. Es vivir con sinceridad las amistades. En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios. Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura.

FRANCISCO
Jesuíta argentino, actual sucesor de san Pedro al frente de la Iglesia católica (1936-).

viernes, 28 de octubre de 2016

LA CONVERSIÓN.

Quien quiera guardar su vida la perderá, pero el que la pierda por mi causa la salvará. Reflexionemos sobre esta palabra de nuestro Señor, que quiere atraer todas las cosas hacia sí. Así hace nuestro Señor: recuerda primero al hombre sus divagaciones exteriores y sus dispersiones, haciéndole recoger sus sentidos, sus facultades, palabras, obras, su intención, su imaginación, sus deseos, sus inclinaciones, su inteligencia, su voluntad y su amor. Una vez hecho esto, Dios atrae al hombre, porque primero hay que separarlo de todo bien exterior o interior al cual se ató poniendo en ello su satisfacción plena. Este despego es una cruz penosa, tanto más penosa cuanto más firme y más fuerte era el afecto.
Querido hijo, acepta de Dios esta cruz y sopórtala: se te transformará en una cruz muy amable si eres capaz de entregarle estas pruebas a Dios, aceptarlas, con un abandono verdadero y agradecimiento, y dirás: Proclama mi alma la grandeza del Señor. Querido hijo, deja todo esto y aplícate en un abandono verdadero, y piensa en aceptar mucho más la cruz de la tentación que en buscar la flor de la dulzura espiritual... Nuestro Señor dijo: El que quiera venirse conmigo, tome su cruz y me siga.

Beato Juan TAURERO
Dominico en Estrasburgo (Ca. 1300-1361).

lunes, 24 de octubre de 2016

PAZ EN ESTA CASA.


Después del 11 de septiembre de 2001, el mundo entero ha tomado conciencia, con una intensidad hasta ahora desconocida, de la vulnerabilidad de cada ser humano y ha comenzado a contemplar el futuro con un sentimiento nuevo de profundo miedo. De cara a este sentimiento, la Iglesia quiere dar testimonio de su esperanza, fundada sobre la convicción de que el mal, mysterium iniquitatis, no tiene la última palabra en las vicisitudes humanas. La historia de la salvación, narrada en la Sagrada Escritura, proyecta una luz intensa sobre la historia del mundo, mostrando que ésta está siempre acompañada por la solicitud misericordiosa y providente de Dios, que conoce los caminos para llegar a los corazones más endurecidos y sacar frutos buenos de terrenos áridos e infecundos.
Los sufrimientos indecibles de pueblos y personas, entre ellos muchos de mis amigos y personas conocidas a causa de los totalitarismos nazi y comunista, siempre han suscitado en mí interrogantes y han estimulado mi oración. Muchas veces, me he detenido en la siguiente reflexión: ¿cuál es el camino que conduce al restablecimiento completo del orden moral y social que están empañados de manera tan bárbara? He llegado a la convicción, a través de la reflexión de la revelación bíblica, de que no se puede restablecer el orden quebrantado si no es llegando a una armonía entre justicia y perdón. Los pilares de la verdadera paz son la justicia y esa forma particular de amor que es el perdón.
San JUAN PABLO II
Primer papa polaco de la historia. Su pontificado ha sido el tercero más largo de la historia (1920-2005).

viernes, 21 de octubre de 2016

Las ovejas sin pastor.

Viendo o la muchedumbre, tuvo lástima de ella
Mirad a vuestro alrededor, hermanos: ¿por qué hay tantos cambios y luchas, tantos partidos y sectas, tantos credos? Porque los hombres están insatisfechos e inquietos. ¿Y por qué están inquietos, cada uno con su salmo, su doctrina, su lengua, su revelación, su interpretación? Están inquietos porque no han encontrado; todo esto todavía no los ha llevado a la presencia de Cristo, que es la plenitud de la alegría y la felicidad eterna. Si hubieran sido alimentados por el Pan de la vida y probado el panal de miel, sus ojos se habrían vuelto claros, como los de Jonatán, y habrían reconocido al Salvador de los hombres. Pero no habiendo percibido estas cosas invisibles, todavía deben buscar, y están a merced de rumores lejanos.
Triste espectáculo: el pueblo de Cristo errante sobre las colinas como ovejas sin pastor. En lugar de buscarlo en los lugares que siempre frecuentó y en la morada que estableció, se detienen en proyectos humanos, siguen a guías extranjeros y se dejan cautivar por opiniones nuevas, se convierten en el juguete del azar o del gozo del momento y víctimas de su propia voluntad. Están llenos de ansiedad, de perplejidad, de celos y de espanto, bamboleados y llevados por el viento de cualquier doctrina, por la astucia de los hombres y su propia astucia que se obstina en el error. Todo esto porque no buscan el Cuerpo único, el Espíritu único, la única esperanza de su llamada, el único Señor, la fe única, el bautismo único, el Dios único y Padre de todos para encontrar el descanso de sus almas.

Beato John HENRY NEWMAN

Nace en Londres; convertido del anglicanismo, fue presbítero, cardenal y fundador de una comunidad religiosa (1801-1890).

martes, 18 de octubre de 2016

JOSÉ, PADRE DE JESÚS.

No hay duda de que José, que ha sido desposado con la madre del Salvador, fuera un hombre bueno y fiel, o más bien un servidor seguro y solicito al que el Señor estableció al cuidado de su familia para ser el consuelo de su madre, el padre nutricio de su huma­nidad, el cooperador fiel en su designio sobre el mun­do. De la casa de David, descendiente de estirpe real y noble por su nacimiento, pero más noble todavía por su corazón. Sí, él fue verdaderamente hijo de David, no sólo por la sangre, sino por su fe, por su santidad, por su fidelidad al servicio de Dios.

En José, el Señor encontró, como en David, un hom­bre según su corazón, a quien pudo confiar con toda seguridad el secreto más grande de su corazón. Le re­veló los secretos más profundos de su Sabiduría, le re­veló maravillas que ningún príncipe de este mundo ha conocido; por fin, le otorgó ver lo que tantos reyes y profetas desearon ver y no vieron, y oírlo que muchos desearon oír y no oyeron. Y no sólo verlo y oírlo, sino llevado en sus brazos, conducirlo de la mano, estrechar­lo contra su pecho, abrazarlo, alimentarlo y protegerlo.

San Bernardo

viernes, 14 de octubre de 2016

JESÚS ESTÁ EN LAS ESCRITURAS.


Cristo estaba presente en todos aquellos a quienes, desde el comienzo, Dios comunicaba su palabra, su ver­bo. Si alguien lee las Escrituras en esta perspectiva, en­contrará la referencia a Cristo y una prefiguración de un nuevo llamamiento. Porque él es el tesoro escondido en el campo, es decir, en el mundo. Tesoro escondido en las Escrituras porque había sido prefigurado en figuras y parábolas que, humanamente hablando, no podían ser comprendidas antes del cumplimiento de las profecías, es decir, antes de la venida del Señor. Por esto fue di­cho al profeta Daniel: Manten ocultas estas palabras y ten sellado el libro hasta que llegue el momento final. La ley leída por los cristianos es un tesoro escondido antiguamente en un campo, pero fue revelado en la cruz de Cristo. La cruz manifiesta la sabiduría de Dios, da a conocer sus designios en vista a la salvación de la humanidad, prefigura el reino de Cristo, anuncia la bue­na noticia de la herencia de la Jerusalén santa, anuncia que la persona que ama a Dios progresará hasta ver a Dios y comprender su palabra, y será glorificada por esta palabra. Así el Señor explica las Escrituras a sus discípulos después de la resurrección, afirmando que era necesario que Cristo sufriera para entrar en su gloria. Si alguien lee así las Escrituras, será un discípulo perfecto, que es como un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas.

San IRENEO DE LYON

martes, 11 de octubre de 2016

LA LEVADURA EN LA MASA.


Os recuerdo la grandeza de la andadura a lo divino en el cumplimiento fiel de las obligaciones habituales de la ¡ornada, con esas luchas que llenan de gozo al Señor, y que sólo él y cada uno de nosotros conocemos. Convenceos de que ordinariamente no encontraréis lugar para hazañas deslumbrantes, entre otras razones, porque no suelen presentarse. En cambio, no os faltan ocasiones de demostrar a través de lo pequeño, de lo normal, el amor que tenéis a Jesucristo.

Al meditar aquellas palabras de nuestro Señor: Yo, por amor de ellos, me santifico a mí mismo, para que ellos sean santificados en la verdad, percibimos con claridad nuestro único fin: la santificación, o bien, que hemos de ser santos para santificar. A la vez, como una sutil tentación, quizá nos asalte el pensamiento de que muy pocos estamos decididos a responder a esa invitación divina, aparte de que nos vemos como ins­trumentos de muy escasa categoría. Es verdad, somos pocos, en comparación con el resto de la humanidad, y personalmente no valemos nada; pero la afirmación del Maestro resuena con autoridad: el cristiano es luz, sal, fermento del mundo, y un poco de levadura hace fermentar la masa entera.

San JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER

viernes, 7 de octubre de 2016

NO TE PREOCUPES.


Avanza con simplicidad en los caminos del Señor, y no te preocupes. Detesta tus defectos, sí, pero tran­quilamente, sin agitación ni inquietud. Debemos tener paciencia con ellos, y sacar provecho de ellos gracias a una santa humildad. Si te falta la paciencia, tus im­perfecciones, en lugar de desaparecer, no harán más que crecer. Porque no hay nada que refuerce tanto nuestros defectos como la inquietud y la obsesión por liberarse de ellos.
Cultiva tu viña de común acuerdo con Jesús. Tuya es la tarea de quitar las piedras y arrancar la cizaña. Pertenece a Jesús la tarea de sembrar, plantar, cultivar y regar. Pero incluso en tu trabajo, es también él quien obra. Porque sin Cristo, no podrías hacer nada.

San PÍO DE PIETRELCINA

martes, 4 de octubre de 2016

EL ABANDONO.


Querer sólo lo que Dios quiere es lo lógico para el que es de veras su amador. Fuera de sus deseos, no existen deseos nuestros, y si existe alguno, es que es conforme a su voluntad, y si no lo fuera, es que enton­ces no estaría nuestra voluntad unida a la suya. Pero si de veras estamos unidos por amor a su voluntad, nada desearemos que él no desee, nada amaremos que él no ame, y estando abandonados a su voluntad, nos será indiferente cualquier cosa que nos envíe, cual­quier lugar donde nos ponga. Todo lo que él quiera de nosotros no solamente nos será indiferente, sino que será de nuestro agrado.
No sé si en todo esto que digo hay error; en todo me someto al que de esto entienda. Yo sólo digo lo que siento, y es que en verdad nada deseo más que amarle a él, y que todo lo demás a él lo encomiendo;  cúmplase su volundad. Cada día soy más feliz en mi total abandono en sus manos.

San RAFAEL ARNAÍZ BARÓN.

viernes, 30 de septiembre de 2016

NECESITAMOS UN PASTOR.


Salvar es propio de quien es bueno. La misericordia del Señor se extiende a toda carne; acusa, corrige y enseña, como hace el pastor con su rebaño. Se apia­da de quienes aceptan su coerección, y de los que se esfuerzan por unirse con él. Los sanos no necesitan los cuidados del médico, pero sí necesitan de su arte los enfermos. De la misma manera, nosotros, que en esta vida somos enfermos, aquejados por nuestros vergon­zosos deseos, por nuestras intemperancias, nuestras pasiones, necesitamos del Salvador.

Nosotros, por tanto, enfermos, necesitamos del Sal­vador; extraviados, necesitamos quien nos guíe; cie­gos, necesitamos quien nos ilumine; sedientos, nece­sitamos de la fuente de la vida: esa de la que quienes beben nunca más tendrán sed; muertos, necesitamos de la vida; siendo un rebaño, necesitamos un pastor-siendo niños, necesitamos un pedagogo; y toda la hu­manidad necesita a Jesús. "Curaré lo que está herido, cuidaré lo que está débil, convertiré lo extraviado, y los apacentaré yo mismo en mi monte santo". Ésta es la promesa propia de un buen pastor. ¡Apacienta a tus criaturas como a un rebaño! ¡Sí, Señor, sacíanos; danos abundante el pasto de tu justicia!

San Clemente de Alejandría

martes, 27 de septiembre de 2016

¿DONDE ESTÁ EL TEMPLO DE DIOS?.


Quiero hablaros acerca del templo, cómo, estando extraviados, los miserables confiaron en el edificio y no en el Dios que los creó. Examinemos si existe un templo de Dios: existe, ciertamente, allí donde él mis­mo dice que lo ha de construir y perfeccionar. Efec­tivamente, está escrito: Y será, cumplida la semana, cuando se edificará el templo de Dios gloriosamente en el nombre del Señor.

Constato, pues, que existe un templo. ¿Cómo se edi­ficará en el nombre del Señor? Sabedlo: antes de creer nosotros en Dios, la morada de nuestro corazón era co­rruptible y flaca, como templo verdaderamente edifica­do por manos humanas, pues estaba llena de idolatría y era casa de demonios, porque no hacíamos sino cuanto era contrario a Dios. Pero se edificará en el nombre del Señor. Cuidad de que el templo del Señor se edifique gloriosamente. ¿De qué manera? Después de recibido el perdón de los pecados, y por nuestra esperanza en el Señor, fuimos hechos nuevos, creados otra vez desde el principio. Por lo cual, Dios habita verdaderamente en nosotros, en la morada de nuestro corazón.

San Bernabé

viernes, 23 de septiembre de 2016

SILENCIO, HUMILDAD Y ORACIÓN.



Para ser santos necesitamos humildad y oración. Je­sús nos enseñó el modo de orar y también nos dijo que aprendiéramos de él a ser mansos y humildes de corazón. Pero no llegaremos a ser nada de esto a me­nos que conozcamos lo que es el silencio. La humildad y la oración las desarrollan un oído, una mente y una lengua que han vivido en silencio con Dios, porque en el silencio del corazón es donde habla él.
Impongámonos realmente el trabajo de aprender la lección de la santidad de Jesús, cuyo corazón era man­so y humilde. La primera lección de ese corazón es un examen de conciencia; el amor y el servicio lo siguen inmediatamente. El examen no es un trabajo que ha­cemos solos, sino en compañía de Jesús. No debemos perder el tiempo echando inútiles miradas a nuestras miserias, sino emplearlo en elevar nuestros corazones a Dios para dejar que su luz nos ilumine.
Si la persona es humilde, nada la perturbará, ni la alabanza ni la ignominia, porque se conoce, sabe quién es. Si la acusan, no se desalentará; si alguien la llama santa, no se pondrá sobre un pedestal. Si eres santo, dale gracias a Dios; si eres pecador, no sigas siéndolo. Cristo nos dice que aspiremos muy alto, no para ser como Abrahán o David ni ninguno de los santos, sino para ser como nuestro Padre celestial. No me elegis­teis vosotros a mí, fui yo quien os eligió a vosotros.

Santa TERESA DE CALCUTA

martes, 20 de septiembre de 2016

"DUC IN ALTUM" Y LA CONFIANZA EN DIOS.


Jesús dice a Pedro: Duc in altum: Remad mar aden­tro. Pedro y los primeros compañeros se fiaron de las -     Cristo, y echaron las redes. Quien abra el corazón a Cristo no sólo comprende el misterio de su propia existencia, sino también el de su vocación, y re­coge espléndidos frutos de gracia. Primero, creciendo en santidad por un camino espiritual que, comenzan­do con el don del bautismo, prosigue hasta alcanzar la perfecta caridad. Viviendo el evangelio sine glossa, el cristiano se hace cada vez más capaz de amar como Cristo, a tenor de la exhortación: Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.
Se esfuerza por perseverar en la unidad con los her­manos dentro de la comunión de la Iglesia, y se pone al servicio de la nueva evangelización para proclamar y ser testigo de la impresionante realidad del amor salvífico de Dios. Particularmente a vosotros, queridos jóvenes, os repito la invitación de Cristo a remar mar adentro, confiad en él, escuchad sus enseñanzas, mi­rad su rostro, perseverad en la escucha de su Palabra. Dejad que sea él quien oriente vuestras búsquedas y aspiraciones, vuestros ideales y los anhelos de vuestro corazón; pienso también en las palabras dirigidas por María, su Madre, a los servidores en Cana de Galilea: Haced lo que él os diga. Cristo, queridos jóvenes, os pide «remar mar adentro» y la Virgen os anima a no dudar en seguirle.
San Juan Pablo II

viernes, 16 de septiembre de 2016

PRUDENCIA Y SENCILLEZ.


Nuestro Señor Jesucristo pide de nosotros la simpli­cidad de la paloma, que consiste en decir las cosas con sencillez, tal y como se piensan, sin reflexiones inútiles, y actuar lisa y llanamente, sin disfraz, ni artificio, mi­rando sólo a Dios; para esto, cada uno de nosotros se esforzará por hacer todas las cosas con el mismo espí­ritu de sencillez, pensando que a Dios le gusta comu­nicarse con los sencillos y revelarles los secretos que tiene escondidos a los sabios y a los prudentes de este mundo. Pero al mismo tiempo que Jesucristo nos re­comienda la sencillez de la paloma, nos sugiere usar la prudencia de la serpiente, que es una virtud que nos hace hablar y actuar con discreción.

Luego añade: Tened cuidado; los hombres os lleva­rán ante los tribunales por mi causa. Pero cuando os entreguen, no estéis preocupados por lo que diréis. Habla primero de la prudencia y luego de la sencillez; la una es para ir como ovejas en medio de los lobos, donde corren riesgo de ser maltratados. Sed pruden­tes, les dice, estad alerta, y, sin embargo, sed sencillos.


Tened cuidado de los hombres: tened cuidado según la prudencia; pero, si sois llevados delante de los jueces, no temáis por vuestras respuestas. He aquí la sencillez. Ved que nuestro Señor une estas dos virtudes pues quiere que nos sirvamos de ellas en la misma ocasión.
San Vicente de Paúl