martes, 29 de noviembre de 2016

LA UNIÓN CON DIOS.


El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hom­bre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar... De múltiples maneras, en su historia, y hasta el día de hoy, los hombres han expre­sado su búsqueda de Dios por medio de sus creen­cias y sus comportamientos religiosos. A pesar de las ambigüedades que pueden entrañar, estas formas de expresión son tan universales que se puede llamar al hombre un ser religioso.



Pero esta «unión íntima y vital con Dios» puede ser olvi­dada, desconocida e incluso rechazada explícitamente por el hombre. Tales actitudes pueden tener orígenes muy diversos: la rebelión contra el mal en el mundo, la ignorancia o la indiferencia religiosas, los afanes del mundo y de las riquezas, el mal ejemplo de los cre­yentes, las corrientes del pensamiento hostiles a la reli­gión, y finalmente esa actitud del hombre pecador que, por miedo, se oculta de Dios y huye ante su llamada. Alégrese el corazón de los que buscan a Dios. Si el hombre puede olvidar o rechazar a Dios, Dios no cesa de llamar a todo hombre a buscarle para que viva y encuentre la dicha. Pero esta búsqueda exige del hom­bre todo el esfuerzo de su inteligencia, la rectitud de su voluntad, un corazón recto, y también el testimonio de otros que le enseñen a buscar a Dios.
Catecismo de la Iglesia Católica
Exposición de la fe y de la doctrina de la Iglesia católica promulgada por Juan Pablo II en el año 1992 y cuya versión latina oficial se publicó el día 15 de agosto de 1997.


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