viernes, 11 de noviembre de 2016

MARTA DE BETANIA.

¿Qué pide Marta? Que su hermana vaya con ella. Quiere salir de su soledad atrayendo a otros hacia sí, en vez de ir ella hacia los demás. María ha comprendido mejor el amor de Cristo. Nunca podemos adelantarle ni ganarle en el amor. Él se anticipa siempre y su amor es más grande. Nuestro consuelo y alegría no vienen de lo que nosotros hacemos por Dios. Cuando nos entretenemos en ello, experimentamos la misma soledad de Marta y esa insatisfacción de que nuestro amor, por más que nos multipliquemos como ella, no puede sostenerlo todo. María nos recuerda que es Jesús el que nos ama primero y que nosotros sólo podemos agradarle si antes nos dejamos amar. Entonces nunca nos sentimos abandonados. El nunca nos deja solos si nos sabemos siempre a sus pies, atentos a sus palabras, dejándonos amar.
María acoge el amor de Jesús, que es la parte mejor. Se deleita en él; en él encuentra descanso. Ahí está la razón de su existencia y Jesús descansa también viendo cómo su palabra no se pierde y que María entra cada vez más profundamente en su dulce compañía. Pero cuando Marta se queja, el Señor la atrae también y le dice: Marta, Marta..., con toda la fuerza del cariño y de la amistad. Podemos imaginar que volvió al servicio, pero de otra manera, experimentando la alegría de amar sirviendo a quien sabes te ama.

DAVID AMADO FERNÁNDEZ

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