viernes, 29 de diciembre de 2017

EL MUNDO ES CIEGO.


Tengo un tesoro tan grande, querida hermana... Quisiera dar gritos de alegría y decirle a toda la crea­ción: Alabad al Señor, amad al Señor, es tan bueno, es tan grande... es Dios. El mundo no ve; es ciego y Dios necesita amor, mucho amor. Yo no puedo darle todo, soy pequeño, me vuelvo loco. Quisiera que el mundo le amase, pero el mundo es su enemigo. Señor, qué supli­cio tan grande; yo lo veo y no lo puedo remediar... Yo soy muy pequeño, insignificante, el amor que te tengo me abruma. Quisiera que mis hermanos, mis amigos, todos, te amasen mucho.

Qué pena da el ver a los hombres que, al ver pasar a la comitiva de Jesús y sus discípulos, permanecen insen­sibles. .. Qué alegría tendrían los apóstoles y los amigos de Jesús cada vez que un alma veía claramente, se des­prendía de todo y se unía a ellos y seguía al Nazareno, que lo único que pedía era un poco de amor. ¿Vamos nosotros a seguirle, querida hermana? El ve nuestra intención y nos mira, se sonríe y nos ayuda... Nada hay que temer. Iremos para ser los últimos de la comi­tiva que pasa por tierras de Judea, calladitos, pero ali­mentados con un amor enorme, inmenso a Jesús. Él no necesita ni palabras, ni ponernos a su alcance para que nos vea, ni grandes obras ni nada que llame la atención... Ser los últimos amigos de Jesús, pero los que más le quieren.

San Rafael Arnaiz Barón

Joven monje (rápense, uno de los grandes místicos del siglo XX. Sus numerosos escritos se han difundido ampliamente.

Fue canonizado en el año 2009 (1911-1938).

miércoles, 27 de diciembre de 2017

COMÍAN, BEBIÁN, COMPRABAN Y VENDÍAN.


El Señor hizo a sus discípulos muchas advertencias y recomendaciones para que su espíritu se liberara del polvo de todo el terreno y se elevara el deseo de las realidades sobrenaturales. Según una de estas adver­tencias, los que desean los bienes de arriba tienen que ser más fuertes que el sueño y estar constantemente en vela. Hablo de aquel sopor suscitado en aquellos que se hunden en la mentira de la vida por los sueños ilusorios, como los honores, las riquezas, el poder, el fasto, los placeres..., todo lo que la imaginación pueda presentar a los hombres superficiales para que corran locamente tras ello. Todas estas cosas se desvanecen con el tiempo; son de la naturaleza de la apariencia; ape­nas se consiguen, desaparecen como las olas del mar.

Nuestro espíritu se libera de estas representaciones e ilusiones gracias al Verbo, que nos invita a sacudir de nuestras almas este profundo sopor para no apartar­nos de las realidades auténticas, apegándonos a lo que no tiene consistencia. Por esto nos propone la vigilan­cia, diciendo: Tened ceñida la cintura, y las lámparas encendidas. Porque la luz que ilumina nuestros ojos aparta el sueño y la cintura ceñida impide al cuerpo caer en el sopor. El que tiene ceñida la cintura por la temperancia vive en la luz de una conciencia pura. La confianza filial ilumina su vida como una lámpara. Si vivimos de este modo entraremos en una vida seme­jante a la de los ángeles.

San Gregorio de Nisa

Obispo de Nisa, hermano de san Basilio y último de los grandes padres Capadocios (335?-394).

LOS SACRAMENTOS.


Gracias, oh Dios, por el santo bautismo, que me insertó en la familia divina. Es un gran e inconcebible don de la gracia que nos transforma las almas.


Gracias, oh Señor, por la confesión,

por esta fuente de grandísima misericordia,

que es inagotable,

por este manantial inconcebible de gracias, en el cual blanquean las almas manchadas por el pecado.


Gracias, oh Jesús, por la santa Comunión,

en la cual tú mismo te nos das.

Siento tu corazón latir en mi pecho,

mientras tú mismo despliegas en mí la vida divina.


Gracias, oh Espíritu Santo, por la confirmación,

que me arma tu caballero

y da fuerza al alma en cada momento,

y me protege del mal.


Gracias, oh Señor, por el sacramento de la unción, que me fortificará en los últimos momentos

para luchar y me ayudará a salvarme,

y dará fuerzas al alma

para que podamos gozar eternamente.

Santa Faustina Kowalska

Religiosa polaca, apóstol de la Divina Misericordia. En su Diario recogió los mensajes recibidos de Jesús (1905-1938).

jueves, 21 de diciembre de 2017

LAS MISIONES.


De estas regiones [India y Sri Lanka] no sé escri­biros nada más si no es esto: son tan grandes las consolaciones comunicadas por Dios nuestro Señor a los que van por entre los paganos para convertir­los a la fe en Cristo, que si hay algún gozo en esta vida es este, ciertamente. A menudo me ocurre oír decir a alguno que está entre estos cristianos: «¡Señor, no me deis tantas consolaciones en esta vida! Pero, puesto que en vuestra bondad y misericordia infi­nitas me las dais, ¡llevadme a vuestra santa gloria! ¡Tanta es la pena que se tiene de vivir sin veros, una vez que os habéis manifestado así a vuestra criatura!»

¡Si los que buscan conocerlo a través del saber en los estudios se esforzaran tanto para buscarlo en estas consolaciones del apostolado, no pasarían día y noche buscando el saber! Si los gozos que busca un estu­diante en lo que aprende, los buscara haciendo sentir a su prójimo lo que le es necesario para conocer a Dios, cuánto más consolado y mejor preparado se encontraría para dar cuenta de sí mismo cuando Cristo volverá y le pidiera: «Dame cuenta de tu gestión». Acabo pidiendo a Dios nuestro Señor que nos reúna en su santa gloria. Y para obtenernos este beneficio, tomemos por intercedoras y abogadas todas las almas santas de las regio­nes en que me encuentro. A todas estas santas almas, les pido que obtengan de Dios nuestro Señor la gracia de sentir en lo íntimo de nuestras almas su santísima voluntad y cumplirla perfectamente.

San Francisco Javier
 Jesuíta español del grupo de primeros compañeros de san Ignacio de Loyola. Evangelizador de la India y el Japón.
Patrono de la misiones (1506-1552).

martes, 19 de diciembre de 2017

EL REENCUENTRO.


Hemos de pensar que hemos renunciado al mundo y que vivimos aquí durante la vida como huéspedes y viajeros. Nosotros tenemos por patria el paraíso, por padres a los patriarcas. ¿Por qué, pues, no nos apresu­ramos y volvemos a nuestra patria para poder saludar a nuestros padres? Nos esperan allí muchas de nuestras personas queridas, nos echan de menos una multitud de padres, hermanos, hijos, seguros de su salvación, pero preocupados todavía por la nuestra. ¡Qué alegría tan grande para ellos y nosotros llegar a su presencia y abrazarlos, qué placer disfrutar allá del reino del cielo sin temor de morir, y qué dicha tan soberana y perpe­tua con una vida sin fin!
Allí el coro glorioso de los apóstoles, allí el grupo de los profetas gozosos, allí la multitud de innumerables mártires que están coronados por los méritos de su lucha y sufrimientos, allí las vírgenes que triunfaron de la concupiscencia de la carne con el vigor de la castidad, allí los galardonados por su misericordia, que hicieron obras buenas, socorriendo a los pobres con limosnas, que, por cumplir los preceptos del Señor, transfirieron su patrimonio terreno a los tesoros del cielo. Corramos, hermanos amadísimos, con insaciable anhelo tras estos para estar enseguida con ellos; deseemos llegar pronto a Cristo. Vea Dios estos pensamientos, y que Cristo con­temple estos ardientes deseos de nuestro espíritu y fe.
San Cipriano
Natural de Cartago y convertido del paganismo, llegó a ser obispo de su ciudad; escribió en tiempos de persecución de la Iglesia y sufrió el martirio (210-258).

jueves, 14 de diciembre de 2017

LOS DOS PRECEPTOS.


Reinar en el cielo es estar íntimamente unido a Dios y a todos los santos con una sola voluntad, y ejercer todos ¡untos un solo y único poder. Ama a Dios más que a ti mismo y ya empiezas a poseer lo que tendrás perfectamente en el cielo. Ponte de acuerdo con Dios y con los hombres -con tal de que estos no se apar­ten de Dios- y empiezas ya a reinar con Dios y con todos los santos. Pues en la medida en que estés ahora de acuerdo con la voluntad de Dios y de los hombres, Dios y todos los santos se conformarán con la tuya. Por tanto, si quieres ser rey en el cielo, ama a Dios y a los hombres como debes, y merecerás ser lo que deseas.

Pero no podrás poseer perfectamente este amor si no vacías tu corazón de cualquier otro amor. Por eso, los que tienen su corazón llenos de amor de Dios y del prójimo no quieren más que lo que quieren Dios o los hombres, con tal que no se oponga a la volun­tad de Dios. Por eso son fieles a la oración, hablan del cielo y se acuerdan de él, porque es dulce para ellos desear a Dios, hablar y oír hablar de él y pensar en quien aman. Por eso también se alegran con el que está alegre, lloran con el que sufre, se compadecen de los desgraciados y dan limosna a los pobres, por­que aman a los demás hombres como a sí mismos. De esta manera toda la Ley y los Profetas penden de estos dos preceptos de la caridad.

San Anselmo de Canterbury

Nace en Aosta, Piamonte; monje en Normandía y gran teólogo;

pasó a Inglaterra como obispo de Canterbury.
Es doctor de la Iglesia (1033-1109)

martes, 12 de diciembre de 2017

¡ OJALA EL FUEGO NOS ILUMINE !


He venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! El Señor quiere que seamos vigilantes, esperando de un momento a otro la venida del Salvador. No es un fuego que des­truye, sino que genera una voluntad dispuesta, que purifica los vasos de oro de la casa del Señor, consu­miendo la paja, limpiando toda la ganga del mundo, acumulada por el gusto de los placeres mundanos. Este fuego es el que quema los huesos de los profetas, como declara Jeremías: Había dentro de mí como un fuego devorador encerrado en mis huesos.

El Señor mismo es como un fuego: La zarza estaba ardiendo pero no se consumía. El fuego del Señor es luz eterna; en este fuego se encienden las lámparas de los fieles: Tened ceñida la cintura y las lámparas encendidas. Porque los días de esta vida todavía son noche oscura y es necesaria la lámpara. Este fuego es el que, según el testimonio de los discípulos de Emaús, encendió el mismo Señor en sus corazones: ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?
Los discípulos nos ense­ñan con claridad cómo actúa este fuego que ilumina el fondo del corazón humano. De ahí que el Señor llegue con fuego para consumir los vicios en el momento de la resurrección, para colmar con su presencia el deseo de todo hombre y proyectar su luz sobre los méritos y misterios.

San Ambrosio
Nació en Tréveris (Alemania). De familia y educación romana, fue obispo de Milán, elocuente predicador y gran catequeta: convirtió y bautizó a san Agustín. Es doctor de la Iglesia (340-397)





jueves, 7 de diciembre de 2017

ORAR POR LA NOCHE.


La oración hecha durante la noche tiene un gran poder, mayor que la que se hace durante el día. Por eso todos los santos han tenido la costumbre de orar de noche, combatiendo el amodorramiento del cuerpo y la dulzura del sueño, sobreponiéndose a su natura­leza corporal. El mismo profeta decía: Estoy agotado de gemir: de noche lloro sobre el lecho, riego mi cama con lágrimas, mientras suspiraba desde lo hondo de su corazón con una plegaria apasionada. Por cada una de las peticiones que los santos querían dirigir a Dios con fuerza, se armaban con la oración durante la noche y así recibían lo que pedían.
El mismo Satanás nada teme tanto como la oración que se hace durante las vigilias. Aunque estén acompa­ñadas de distracciones, no dejan de dar fruto, a no ser que se pida lo que no es conveniente. Por eso entabla severos combates contra los que velan para hacerles desdecir, tanto como sea posible, de esta práctica, sobre todo si se mantienen perseverantes. Pero los que se ven fortificados contra estas astucias perniciosas y han saboreado los dones de Dios concedidos durante las vigilias, y han experimentado personalmente la gran­deza de la ayuda que Dios les concede, le desprecian enteramente a él y a todas sus estratagemas.
San Isaac el Sirio
Monje y obispo, asceta, místico, escritor y teólogo (640-700).

martes, 5 de diciembre de 2017

LOS BIENES DE LA TIERRA.


El Señor no nos reprocha que gocemos de los bie­nes terrestres, y él mismo dice que, teniendo en cuenta nuestra situación de aquí abajo, tenemos necesidad de ellos para que nuestra existencia pueda gozar de tran­quilidad y hacer más fácil y cómodo el camino hacia nuestra patria celestial. La Santa Iglesia pide que eso nos sea concedido. A pesar de que las penas, los males y las necesidades sean inseparables de nuestra vida en la tie­rra, jamás el Señor ha querido que las preocupaciones y las miserias constituyan toda la trama de la misma. Por eso, por boca del apóstol Pablo nos recomienda llevar unos las cargas de los otros a fin de obedecer a Cristo quien, personalmente, nos ha dado el precepto de amarnos los unos a los otros. ¿No ha descendido del cielo el Señor no para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por muchos? Comportaos así, amigos de Dios, y conscientes de la gracia de la cual habéis sido visiblemente objeto, comunicadla a todo hombre deseando su salvación.

La mies es abundante, dice el Señor, pero los sega­dores son pocos. Habiendo recibido los dones de la gracia, estamos llamados a trabajar recogiendo las espigas de salvación de nuestros prójimos para poner en numerosos graneros en el reino de Dios a fin de que den mucho fruto, unos treinta, otros sesenta, y los otros cien.
San Serafín de Sarov
Monje ortodoxo, uno de los santos más venerados en la Iglesia ortodoxa. Durante muchos años llevó una vida de ermitaño (1759-1883




viernes, 1 de diciembre de 2017

DAR AL CESAR...


Jesús no va a negar la legitimidad del ámbito político, ni el de cualquier aspecto de la realidad humana, pero va a mostrar que a Dios no se le puede ence­rrar en él porque lo trasciende. Hay un orden social que debe ser cuidado pero, y es lo más importante, hay que darle a Dios lo que le corresponde. Al igual que una moneda lleva la efigie de quien la ha acuñado, también el hombre, en su interior, lleva la imagen de Dios. Con contundencia señaló san Juan Crisóstomo: «Cuando se os dice "dad al César lo que es del César", entended que habla el Señor solo de aquellas cosas que no pugnan con la religión, pues, en caso contrario, ya no sería un tributo pagado al César, sino al diablo».
Las palabras de Jesús no conducen a un enfrentamiento, ese en que lo querían introducir herodianos y fariseos, sino, al contrario, iluminan un mundo que Dios ama y que quiere ordenar con su amor contando con la libertad humana. Precisamente, al colocar a Dios en primer lugar, se ordenan todos los deberes de justicia y todos los amores. Solo de esa manera es posible dar el trato adecuado a cada uno.

David AMADO FERNÁNDEZ

miércoles, 29 de noviembre de 2017

ACEPTAR.


Dios me envía la cruz... bendita sea, pues si, como dice Job, recibimos alegremente de la mano de Dios los bienes, ¿porqué no recibirlos males?

Todo nos viene de él, salud y enfermedad, bienes temporales, desgracias y reveses en la vida... todo, absolutamente todo, lo tiene ordenado con perfección, y si alguna vez la criatura se rebela contra lo que Dios le manda, comete un pecado, pues todo es necesario y todo está bien hecho; y son necesarias las risas y las lágrimas, y de todo podemos sacar provecho para nuestra perfección, siempre que, con espíritu de fe, veamos la obra de Dios en todo, y quedemos como niños en las manos del Padre, pues nosotros solos, ¿dónde vamos a ir?
Claro que no trato de arrancarme esos sentimientos, solamente lo que Dios quiere de mí es perfeccionar­los, y para eso me lleva de aquí a allí como un juguete y dejando pedazos de corazón en todas partes. ¡Qué grande es Dios y qué bien lo hace todo! ¡Cuánto me quiere y qué mal correspondo! Su providencia es infi­nita y a ella nos debemos entregar sin reservas.
San Rafael Arnaiz Barón
Joven monje trapense, uno de los grandes místicos del siglo XX. Sus numerosos escritos se han difundido ampliamente.
Fue canonizado en el año 2009 (1911-1938).


viernes, 24 de noviembre de 2017

EL AMOR Y EL ODIO.


Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único. Este Hijo único se entregó a sí mismo no porque haya prevalecido la voluntad de sus enemigos, sino porque él mismo quiso. Amó a los suyos, y los amó hasta el fin. El fin es la muerte aceptada por los que ama; este es el fin de toda perfección, el fin del amor perfecto, porque nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Este amor de Cristo ha sido, en su muerte, más pode­roso que el odio de sus enemigos; el odio tan solo pudo hacer lo que el amor le permitió. Judas, o los enemigos de Cristo, lo entregaron a la muerte por un malvado odio. El Padre entregó a su Hijo y el Hijo se entregó a sí mismo por amor. Sin embargo, el amor no es el culpable de la traición; es inocente incluso cuando Cristo muere por amor. Porque tan solo el amor puede hacer impunemente lo que le parece bien. Tan solo el amor puede constreñir a Dios y, por decirlo de alguna manera, mandar sobre él. Es el amor lo que le ha hecho descender del cielo y ponerlo en la cruz, es el amor el que ha hecho derramar la sangre de Cristo por la remisión de los pecados en un acto tan inocente como saludable. Nuestra acción de gracias por la salvación del mundo se debe, pues, al amor. Y es él mismo el que nos impele, por una lógica que constriñe, a amar a Cristo tanto como se le haya podido odiar.


San Balduino de Ford Abad
 cisterríense (t Ca. 1190).

martes, 21 de noviembre de 2017

SAN LUCAS, "SERVIDOR DE LA PALABRA".



Todas las palabras sagradas de Cristo, aunque revesti­das de forma temporal y ordenadas a un fin inmediato, conservan toda su fuerza en cada época. Permaneciendo en la Iglesia, están destinadas a seguir siendo válidas en el cielo y se prolongan hasta la eternidad. Son nues­tra regla santa, justa y buena, la lámpara para nues­tros pasos, y la luz en nuestros senderos, tan plena e íntimamente válidas para nuestro tiempo como cuando fueron pronunciadas.
Esto hubiera sido igualmente verdad si, con una senci­lla atención humana, alguien hubiera recogido las miga­jas de la mesa de Cristo. Pero nosotros tenemos una seguridad mucho mayor porque recibimos la palabra no de los hombres, sino de Dios. El Espíritu Santo, que glorificó a Cristo y dio a los evangelistas la inspiración de escribir, no trazó para nosotros un evangelio estéril. Alabado sea por haber escogido y salvaguardado para nosotros las palabras que debían ser particularmente útiles para el porvenir; palabras que servirían de ley a la Iglesia para la fe, la moral y la disciplina. No nos dio una ley escrita sobre tablas de piedra, sino una ley de fe y de amor, de espíritu y no de letra, una ley para los corazones generosos que aceptan vivir de toda pala­bra, por humilde y modesta que sea, que sale de la boca de Dios.


Beato John Henry Newman

Nace en Londres; convertido del anglicanismo, fue presbítero, cardenal y fundador de una comunidad religiosa (1801-1890).

 





viernes, 17 de noviembre de 2017

MARTA Y MARÍA.




Una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Tenía Marta una hermana llamada María.
Si nuestro corazón es el lugar donde reside Dios, es justo que estas dos mujeres también estén allí: una, sentada a los pies de Jesús para escucharlo; la otra, ocupada en darle de comer. Mientras Cristo esté en la tierra, pobre, ham­briento, sediento, tentado, será necesario que estas dos mujeres habiten en la misma casa, que en un mismo corazón residan estas dos actividades.

Así, pues, durante esta vida de miseria y trabajos es necesario que Marta habite en vuestra casa. Mientras tengamos necesidad de comer y de beber, tendremos también necesidad de dominar nuestras pasiones, nues­tro cuerpo, por los desvelos del ayuno y del trabajo. Esta es la parte de Marta. Pero también hace falte que esté presente en nosotros María, la actividad espiritual, ya que no nos debemos entregar sin cesar a los ejercicios corporales, también nos hace falta descansar, gustar cuan bueno y cuan suave es el Señor, sentarnos a los pies de Jesús y escuchar su Palabra.


San Elredo de Rieval
 Abad cisterciense de Rievauix, Inglaterra (1109-1166).

 




martes, 14 de noviembre de 2017

EL ÁNGEL CUSTODIO TE TRAE LA MISERICORDIA DE DIOS.


Vosotros veréis subir y bajar a los ángeles sobre el Hijo del Hombre. Estos dichosos espíritus suben por la ley de la contemplación de Dios, y descienden para cuidar de nosotros y para guardarnos en todos nues­tros caminos. Suben hacia Dios para alegrarse en su presencia; y descienden hacia nosotros para obedecer sus órdenes, pues les ha pedido cuidar de nosotros. Sin embargo, descendiendo a nosotros, no son privados en un punto de la gloria que les da la felicidad, pues ellos ven siempre el rostro del Padre.

Cuando suben a la contemplación de Dios, buscan la Verdad en quien están sin interrupción por el deseo, y lo que desean siempre es la posesión. Cuando descien­den, ejercen hacia nosotros la misericordia, guardándo­nos en todos nuestros caminos. Estos dichosos espíritus son los ministros de Dios que nos han sido enviados para ayudarnos, y en esta misión no es a Dios a quien rinden servicio, sino a nosotros. Ellos imitan así la humil­dad del Hijo de Dios, que no vino a ser servido, sino a servir, y que vivió en medio de sus discípulos como si él fuera su servidor. La utilidad que los ángeles sacan siguiendo su camino es su propia felicidad y la perfec­ción de la obediencia en la caridad; y lo que nosotros recogeremos es la recepción de la gracia de Dios y la ventaja de ser guardados por ellos en nuestros caminos.

San Bernardo

Nace en Dijon, Francia; fue monje cisterciense y gran autor espiritual. Es doctor de la Iglesia (1090-1153).

 

viernes, 10 de noviembre de 2017

EL PADRE ESTA SIEMPRE DISPUESTO AL PERDÓN.


Las puertas están abiertas para cualquiera que regrese sinceramente a Dios, con todo su corazón, y el Padre recibe con gozo al hijo que se arrepiente de verdad. ¿Cuál es el signo del verdadero arrepentimiento? No volver a caer en las viejas faltas y arrancar del cora­zón, desde sus raíces, los pecados que nos han puesto en peligro de muerte. El Señor exclamó: Misericordia quiero y no sacrificios. No quiero la muerte del peca­dor sino que se convierta. Aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve blanquearán; aun­que sean rojos como la escarlata, como lana blanca quedarán.
Solo Dios puede perdonar los pecados y no impu­tar las faltas, y el Señor Jesús nos exhorta a perdonar cada día a los hermanos que se arrepienten. Si noso­tros que somos malos sabemos dar cosas buenas a los demás, ¿cuánto más lo hará el Padre lleno de ternura? El Padre de toda consolación atiende a los que se con­vierten. La conversión verdadera supone dejar de pecar y no volver a mirar atrás. Lamentemos, pues, amarga­mente nuestras faltas pasadas y pidamos al Padre que las olvide. En su misericordia puede deshacer todo lo que se había hecho y, por el rocío del Espíritu, borrar las fechorías pasadas.
San Clemente de Alejandría
Quizá ateniense, converso, director de la escuela catecumenal de Alejandría (I50T-2I5?).


 

martes, 7 de noviembre de 2017

DIOS TIENE REMEDIOS PARA TODOS.


El apóstol Pablo dice: Lo que algunos tienen es igno­rancia de Dios. Yo digo que permanecen en esta igno­rancia todos aquellos que no quieren convertirse a Dios. Ellos rechazan esta conversión por la única razón de que imaginan a un Dios solemne y severo cuando es todo suavidad; ellos lo imaginan duro e implacable cuando es todo misericordia; creen que es violento y terrible cuando es adorable. Así el impío se engaña a sí mismo y se fabrica un ídolo en vez de conocer a Dios tal cual es.
¿Qué teme esta gente de poca fe? ¿Que Dios no querrá perdonar sus pecados? Pero si él mismo, con sus propias manos, los clavó en la cruz. ¿Qué pueden temer todavía? ¿Ser ellos mismos débiles y vulnera­bles? Pero si él conoce muy bien la arcilla con que nos ha hecho. ¿De qué tienen miedo? ¿De estar demasiado acostumbrados al mal para abandonar las costumbres de la carne? Pero el Señor liberta a los cautivos. ¿Temen que Dios, irritado por la inmensidad de sus faltas, dude en tenderles una mano que los socorra? Pero si allí donde abundó el pecado la gracia sobreabundó. ¿Quizá la preocupación por el vestido, el alimento y otras nece­sidades de su vida les impide separarse de sus bienes? Dios sabe que tenemos necesidad de todo esto. ¿Qué más quieren? ¿Cuál es el obstáculo para su salvación?.
Ignoran a Dios,  no creen en nuestra palabra. Por eso es necesario que se fíen de la experiencia de los demás.
SAN BENARDO
1090-1153

viernes, 3 de noviembre de 2017

ADAM -> JESÚS.


Cristo venció al diablo valiéndose de aquello mismo con que el diablo había vencido antes, y lo derrotó con las mismas armas que él había utilizado antes. Una vir­gen, un madero y la muerte fueron el signo de nuestra derrota. Eva era virgen, porque aún no había conocido varón; el madero era un árbol; la muerte, el castigo de Adán. Mas he aquí que, de nuevo, una Virgen, un madero y la muerte, antes signo de derrota, se con­vierten ahora en signo de victoria. En lugar de Eva está María; en lugar del árbol de la ciencia del bien y del mal, el árbol de la cruz; en lugar de la muerte de Adán, la muerte de Cristo.

En un árbol el diablo hizo caer a Adán; en un árbol derrotó Cristo al diablo. Aquel árbol hacía descenderá la región de los muertos; este, en cambio, hace volver de este lugar a los que a él habían descendido. Otro árbol ocultó la desnudez del hombre después de su caída; este, en cambio, mostró a todos, elevado en lo alto, al vencedor, también desnudo. La cruz es el trofeo eri­gido contra los demonios, la espada contra el pecado, la espada con la que Cristo atravesó a la serpiente; la cruz es la voluntad del Padre, la gloria de su Hijo único, el júbilo del Espíritu Santo, el ornato de los ángeles, la seguridad de la Iglesia, el motivo de gloriarse de Pablo, la protección de los santos, la luz de todo el orbe.

San Juan  CRISÓSTOMO
349-410

martes, 31 de octubre de 2017

JESÚS, HAZME LLORAR.


Confiemos, esperemos, nosotros todos que lloramos, que derramamos lágrimas inocentes; esperemos, si llo­ramos los dolores de nuestro cuerpo o de nuestra alma: nos sirven de purgatorio, Dios se sirve de ello para que levantemos los ojos hacia él, nos purifiquemos y santifi­quemos. Confiemos todavía más si lloramos los dolores de otros, porque esta caridad nos es inspirada por Dios y le agrada; confiemos también si lloramos nuestros pecados, porque esta compunción la pone Dios mismo en nuestras almas. Confiemos todavía más si lloramos con un corazón puro los pecados de otros, porque este amor por la gloria de Dios y la santificación de las almas nos son inspiradas por Dios y esto es una gracia.

Confiemos, si lloramos por el deseo de ver a Dios y el dolor por estar separados de él; porque este deseo amoroso es obra de Dios en nosotros. ¡Confiemos tam­bién si lloramos solamente porque amamos, sin desear ni temer nada, queriendo plenamente todo lo que Dios quiere y queriendo solo la dicha de su gloria, sufriendo de sus sufrimientos pasados, llorando unas veces de compasión por el recuerdo de su pasión, y otras de ale­gría con el pensamiento de su ascensión y de su gloria, y otras simplemente de emoción porque le amamos hasta morir de amor! Oh Jesús dulcísimo, hazme llorar por todo esto; hazme derramar todas las lágrimas que manifiesten mi amor hacia ti, por ti y para ti. Amén.

Beato Carlos de Foucauld

Militar y explorador, se hizo sacerdote. Murió asesinado por una banda de forajidos en el Sahara argelino (1858-1916).

viernes, 27 de octubre de 2017

DEBEMOS SER PESCADORES


Cuando el Señor, sentado en la barca, le dice a Pedro: Rema mar adentro, y soltad las redes para pescar, no le está aconsejando tanto echar los instrumentos de pesca en la profundidad de las aguas como propagar en el fondo de los corazones las palabras de la predi­cación. Este abismo de los corazones lo ha penetrado san Pablo lanzando la palabra que dice: ¡Oh abismo de riqueza, sabiduría y ciencia de Dios! Así como la red arrastra hasta la nave los peces que ha cogido, el seno de la fe conduce hacia el reposo a todos los hom­bres que reúne.

Para hacer comprender mejor que el Señor hablaba de la pesca espiritual, Pedro dice: Maestro..., porque tú lo dices, echaré las redes. El Verbo, la Palabra de Dios, es el Señor, nuestro Salvador. Puesto que Pedro lanza su red según el Verbo, propaga su elocuencia según Cristo. Despliega las redes tejidas según las órdenes de su maestro; en nombre del Señor, lanza unas pala­bras más claras y más eficaces que permiten salvar no a criaturas irracionales, sino a hombres. Hemos estado bregando toda la noche y no hemos cogido nada. Sí,

Pedro había estado trabajando toda la noche; cuando ha brillado la luz del Salvador, las tinieblas se han disi­pado y su fe le ha permitido distinguir, en lo más pro­fundo de las aguas, lo que sus ojos no podían ver. Pedro, efectivamente, ha estado sufriendo toda la noche, hasta que el día, que es Cristo, viene en su ayuda.

San Máximo de Turín

Obispo de Turín; de este notable predicador se conservan numerosos sermones (siglos IV-V).

martes, 24 de octubre de 2017

CRISTO, MÉDICO.


La suegra de Simón estaba acostada; tenía fiebre. Que Cristo pueda venir a nuestra casa, entrar y curar con una sola palabra la fiebre de nuestros pecados. Cada uno de nosotros tiene fiebre. Cada vez que nos enco­lerizamos, tenemos fiebre; todos nuestros defectos son otras tantas subidas de fiebre. Pidamos a los apóstoles que oren a Jesús para que venga a nosotros y nos coja de la mano; porque en cuanto él toque nuestra mano, la fiebre desaparecerá.

El jefe de los médicos es un médico eminente y serio. Moisés es médico, Isaías y todos los santos son médi­cos; pero Jesús es el jefe de todos los médicos. Sabe perfectamente tomar el pulso y sondear los secretos de las enfermedades. No toca ni la frente, ni la oreja, ni ninguna otra parte del cuerpo, pero coge la mano... Cuando nuestra mano da a conocer los síntomas de nuestras malas acciones, no nos podemos levantar, somos incapaces de caminar, porque estamos real­mente enfermos. Pero este médico misericordioso se acerca a la cama; él, que llevó sobre sus hombros a la oveja enferma, se acerca ahora a nuestro lecho.

San Jerónimo
Asceta y doctor de la Iglesia de origen dálmata que sirvió como secretario del Papa. Retirado en Belén, tradujo y comentó la Biblia (Ca. 340-420

viernes, 20 de octubre de 2017

LLEVAR NUESTRA CRUZ.


Si de buena voluntad llevas la cruz, ella te llevará y guiará al fin deseado, adonde será el fin del padecer, aunque aquí no lo sea. Si la llevas contra tu voluntad, cargas y te la haces más pesada: y sin embargo con­viene que sufras. Si desechas una cruz, sin duda halla­rás otra, y puede ser que más grave. ¿Piensas escapar de lo que ninguno de los mortales pudo? ¿Qué santo ha habido en el mundo sin cruz y tribulación? Nuestro Señor Jesucristo, en cuanto vivió en este mundo, no estuvo una hora sin dolor de pasión. Porque convenía, dice, que Cristo padeciese, y resucitase de los muer­tos, y así entrase en su gloria. Pues ¿cómo buscas tú otro camino sino este camino real que es la vida de la santa cruz?

Mas este así afligido de tantas maneras no está sin el alivio de la consolación; porque siente el gran fruto que crece al llevar su cruz. Porque cuando se sujeta a ella de buena gana, toda la carga de la tribulación se convierte en confianza de la divina consolación. Esto no es virtud humana, sino gracia de Cristo, que tanto puede y hace en la carne flaca para que lo que natu­ralmente siempre aborrece y huye lo acometa y acabe con fervor de espíritu. No es según la condición humana llevar la cruz, amar la cruz. Si te miras a ti mismo, no podrás hacer cosa alguna de estas: mas si confías en Dios, él te enviará fortaleza del cielo, y hará que te estén sujetos el mundo y la carne. Y no temerías al diablo, tu enemigo, si estuvieses armado de fe y señalado con la cruz de Cristo.

Tomás de Kempis

Nace en Kempen, ¡unto a Colonia; este canónigo regular de Windesheim es el autor de la Imitación de Cristo (1379?-1471).

 

martes, 17 de octubre de 2017

DIOS PADRE Y LA IGLESIA.


Me podréis decir: pero la Iglesia está formada por pecadores, lo vemos cada día. Y esto es verdad: somos una Iglesia de pecadores; y nosotros pecadores esta­mos llamados a dejarnos transformar, renovar, santi­ficar por Dios. Ha habido en la historia la tentación de algunos que afirmaban: la Iglesia es solo la Iglesia de los puros, de los que son totalmente coherentes, y a los demás hay que alejarles. ¡Esto no es verdad! ¡Esto es una herejía! La Iglesia, que es santa, no rechaza a los pecadores; no nos rechaza a todos nosotros; no rechaza porque llama a todos, los acoge, está abierta también a los más lejanos, llama a todos a dejarse envolver por la misericordia, por la ternura y por el perdón del Padre, que ofrece a todos la posibilidad de encontrarle, de caminar hacia la santidad.

En la Iglesia, el Dios que encontramos no es un juez despiadado, sino que es como el Padre de la parábola evangélica. Puedes ser como el hijo que ha dejado la casa, que ha tocado el fondo de la lejanía de Dios. Cuando tienes la fuerza de decir: Quiero volver a casa, hallarás la puerta abierta, Dios te sale al encuentro por­que te espera siempre, Dios te espera siempre, Dios te abraza, te besa y hace fiesta. Así es el Señor, así es la ternura de nuestro Padre celestial.

Francisco

Jesuíta argentino, actual sucesor de san Pedro al frente de la Iglesia católica (1936-).

 

viernes, 13 de octubre de 2017

¿ESPIRITU DE PROPIEDAD? O ¿POBREZA EN EL ESPIRITU?


No tenga otro deseo que el de entrar solo por amor a Cristo en el desapego, el vacío y la pobreza de todo lo que existe en la tierra. No tendrá otras necesidades más que aquellas a las que ha sometido su corazón; el pobre de espíritu nunca será más feliz que cuando se encuentre en la indigencia; aquel cuyo corazón no desea nada es siempre generoso.

Los pobres en el espíritu tienen una gran libertad en todo lo que poseen. Su placer es pasar necesidad por amor a Dios y al prójimo. [...] No solo los bienes, las alegrías y los placeres de este mundo nos estorban y nos retrasan en el camino hacia Dios, sino también las alegrías y las consolaciones espirituales son en sí mis­mas un obstáculo en nuestra marcha, si las recibimos o las buscamos con un espíritu de propiedad.

San Juan de la Cruz

Nace en Fontiveros, Ávila. A instancias de santa Teresa, fue el primer religioso del Carmelo reformado. Doctor de la Iglesia por sus escritos místicos (1S42?-1591).

martes, 10 de octubre de 2017

LAS DIFILCULDADES PARA ORAR.


A veces, Señor, te siento pasar, pero no te detienes en mí, pasas de largo, y yo te grito como la cananea. ¿Me atreveré a acercarme a ti? Seguro que sí: los perritos echados fuera de la casa de su amo siempre vuelven a ella, y cuidando guardar la casa, reciben cada día su ración de pan. Sigo aquí echado, frente a la puerta, y te llamo; maltrecho, suplico. Así como los perritos no pueden vivir lejos de los hombres, ¡mi alma no puede vivir lejos de mi Dios!
Ábreme, Señor. Haz que llegue hasta ti para ser inun­dado por tu luz. Tú, que habitas en los cielos, te has escondido en las tinieblas, en la oscura nube. Como dice el profeta: Te cubriste de nube para que no pasara nuestra oración.
Me corrompo en la tierra, el cora­zón como en un lodazal. Tus estrellas no brillan para mí, el sol se ha oscurecido, la luna ya no emite su luz. Oigo cantar tus hazañas en lo salmos, los himnos y los cánticos espirituales; en el evangelio, tus palabras y tus gestos resplandecen como la luz; los ejemplos de tus siervos, las amenazas y las promesas de tus Escrituras se imponen ante mis ojos y vienen a golpear la sor­dera de mis oídos. Pero mi espíritu se ha endurecido. Señor, ¿cuánto tardarás en romper tus cielos, en des­cender para venir a socorrer mi torpeza? Haz que me convierta y que, por lo menos, venga al atardecer como un perrito hambriento.
Guillermo de Saint-Thierry
Abad cisterciense en Saint-Thierry (Francia) y gran maestro espiritual (Ca. 1085-1148).

viernes, 6 de octubre de 2017

LA CONFIANZA EN DIOS.


He aquí lo que dice el amor lleno de confianza:

Entregarse de forma absoluta, incondicional e inal­terable en manos de Dios, nuestro Padre, incluso cuando las cosas parecen condenadas al fracaso.
No considerar a nada ni a nadie, fuera de Dios, como amparo y auxilio.
Rechazar la duda y el desánimo, abandonar todas nuestras angustias y nuestras preocupaciones en el Señor, y continuar nuestro camino con plena libertad. Atrevernos a no tener miedo ante los obstáculos, sabiendo que nada es imposible para Dios.
Contar en todo momento con Dios, nuestro Padre del cielo, en un movimiento espontáneo de abandono, como el del niño, convencidos de nuestra nada y, al mismo tiempo, seguros, con todo el ardor del corazón, de la bondad paternal de Dios.
 
Santa Teresa de Calcuta
 Fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad (1910-1997).
 
 
 
 





martes, 3 de octubre de 2017

LA FAMILIA.




¿Qué es la familia? Sociólogos, moralistas, educado­res, políticos y psicólogos podrían dar de ella las más variadas definiciones. Pero estoy convencida de que a todos vosotros os interesa conocer, ante todo, un pensamiento sobre la familia: el pensamiento de Dios. ¿Qué es la familia para Dios? Partamos de una simple comprobación. Cuando Dios creó, modeló una familia.
Al encarnarse, se rodeó de una familia. Cuando Jesús empezó su misión y manifestó su gloria, estaba par­ticipando en la fiesta de una nueva familia. Bastaría esto para comprender qué es la familia en el pensa­miento de Dios.
La familia no es más que un mecanismo, un cofre, un misterio de amor: amor nupcial, materno, paterno, filial, fraterno, amor de la abuela a los nietos, de las nietas al abuelo, a las tías, a los primos... Solo el amor compone, une, hace que la familia exista. Y si la fami­lia ha fracasado en el mundo es porque ha faltado el amor. Cuando se apaga el amor, la familia se deshace. Por esta razón las familias tienen que acudir adonde está la fuente del Amor. Dios Amor es quien sabe lo que es la familia y la ha concebido como obra maestra del amor, signo, símbolo y modelo de todos sus demás designios. Si él ha creado la familia modelándola con el amor, él podrá volver a restaurarla con el amor.
Chiara Lubich
Fundadora de la Obra de María (Movimiento de los Focolares) (1920-2008).


viernes, 29 de septiembre de 2017

¡FUERA COLERA Y TRISTEZA!


Cristo nos pide dos cosas: condenar nuestros peca­dos y perdonar los de los demás; el que se acuerda de sus pecados será menos severo hacia su compañero de miseria. Y perdonar no solo de palabra, sino desde el fondo del corazón, para no volver contra nosotros mis­mos el hierro con el cual queremos perforar a los otros.
Considera, pues, cuántas ventajas sacas si sabes soportar humildemente y con dulzura una injuria. Primeramente mereces -y es lo más importante- el per­dón de tus pecados. Además te ejercitas en la paciencia y en la valentía. En tercer lugar, adquieres la dulzura y la caridad, porque el que es incapaz de enfadarse contra los que le han disgustado será mucho más caritativo
aún con los que le aman. En cuarto lugar, arrancas de raíz la cólera de tu corazón, lo cual es un bien sin igual.El que libera su alma de la cólera ciertamente arranca de ella la tristeza: no gastará su vida en penas y vanas  inquietudes. Odiando a los demás, nos castigamos a nosotros mismos; amándolos, nos hacemos el bien a nosotros mismos. Por otra parte, todos te venerarán, incluso tus enemigos, aunque sean los demonios. Es más, comportándote así ya no tendrás enemigos.
San Juan Crisóstomo

Natural de Antioquía, fue monje y obispo de Constantinopla;

gran predicador y escritor, murió en el destierro.

Es doctor de la Iglesia (Ca. 349-407).