jueves, 7 de diciembre de 2017

ORAR POR LA NOCHE.


La oración hecha durante la noche tiene un gran poder, mayor que la que se hace durante el día. Por eso todos los santos han tenido la costumbre de orar de noche, combatiendo el amodorramiento del cuerpo y la dulzura del sueño, sobreponiéndose a su natura­leza corporal. El mismo profeta decía: Estoy agotado de gemir: de noche lloro sobre el lecho, riego mi cama con lágrimas, mientras suspiraba desde lo hondo de su corazón con una plegaria apasionada. Por cada una de las peticiones que los santos querían dirigir a Dios con fuerza, se armaban con la oración durante la noche y así recibían lo que pedían.
El mismo Satanás nada teme tanto como la oración que se hace durante las vigilias. Aunque estén acompa­ñadas de distracciones, no dejan de dar fruto, a no ser que se pida lo que no es conveniente. Por eso entabla severos combates contra los que velan para hacerles desdecir, tanto como sea posible, de esta práctica, sobre todo si se mantienen perseverantes. Pero los que se ven fortificados contra estas astucias perniciosas y han saboreado los dones de Dios concedidos durante las vigilias, y han experimentado personalmente la gran­deza de la ayuda que Dios les concede, le desprecian enteramente a él y a todas sus estratagemas.
San Isaac el Sirio
Monje y obispo, asceta, místico, escritor y teólogo (640-700).

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