viernes, 29 de diciembre de 2017

EL MUNDO ES CIEGO.


Tengo un tesoro tan grande, querida hermana... Quisiera dar gritos de alegría y decirle a toda la crea­ción: Alabad al Señor, amad al Señor, es tan bueno, es tan grande... es Dios. El mundo no ve; es ciego y Dios necesita amor, mucho amor. Yo no puedo darle todo, soy pequeño, me vuelvo loco. Quisiera que el mundo le amase, pero el mundo es su enemigo. Señor, qué supli­cio tan grande; yo lo veo y no lo puedo remediar... Yo soy muy pequeño, insignificante, el amor que te tengo me abruma. Quisiera que mis hermanos, mis amigos, todos, te amasen mucho.

Qué pena da el ver a los hombres que, al ver pasar a la comitiva de Jesús y sus discípulos, permanecen insen­sibles. .. Qué alegría tendrían los apóstoles y los amigos de Jesús cada vez que un alma veía claramente, se des­prendía de todo y se unía a ellos y seguía al Nazareno, que lo único que pedía era un poco de amor. ¿Vamos nosotros a seguirle, querida hermana? El ve nuestra intención y nos mira, se sonríe y nos ayuda... Nada hay que temer. Iremos para ser los últimos de la comi­tiva que pasa por tierras de Judea, calladitos, pero ali­mentados con un amor enorme, inmenso a Jesús. Él no necesita ni palabras, ni ponernos a su alcance para que nos vea, ni grandes obras ni nada que llame la atención... Ser los últimos amigos de Jesús, pero los que más le quieren.

San Rafael Arnaiz Barón

Joven monje (rápense, uno de los grandes místicos del siglo XX. Sus numerosos escritos se han difundido ampliamente.

Fue canonizado en el año 2009 (1911-1938).

No hay comentarios:

Publicar un comentario