viernes, 30 de junio de 2017

LAS DOS NATURALEZAS DE CRISTO.

Dios escogió a una virgen de la casa real de David para que llevara en su seno a un hijo santo, al mismo tiempo divino y humano, el Verbo, la Palabra de Dios, que es Dios mismo, el Hijo de Dios, que en el principio estaba ¡unto a Dios y por medio de la Palabra se hizo todo y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho, se hizo hombre para librar al hombre de la muerte eterna. Se abajó hasta la humildad de nuestra condición sin que su majestad disminuyera. Siendo lo que era y asumiendo lo que no era, unió a una verdadera naturaleza de siervo la naturaleza según la cual era igual al Padre. Unión tan estrechamente estas dos naturalezas que su gloria no pudo hacer desaparecer la naturaleza inferior, ni la unión con esta envilecer la naturaleza superior.
Así, permanece íntegro lo que es propio de cada naturaleza uniéndose en una sola persona: la humildad es acogida por la majestad; la debilidad, por la fuerza; la mortalidad, por la eternidad. Para pagar la deuda de nuestra condición, la naturaleza que está por encima de todo se une a la naturaleza capaz de sufrir, asociando en la unidad de un solo Señor Jesús al verdadero Dios y verdadero hombre. De esta manera, tal como era necesario para curarnos, el único mediador entre Dios y los hombres pudo morir por la acción de los hombres y resucitar por la acción de Dios.

San León Magno
Gran predicador y escrito/ fue chispo de Roma; desarrolló una Ingente labor de mediación para evitarla violencia de las incursiones bárbaras (t 461).

martes, 27 de junio de 2017

¿Me amas?


Cuando Cristo confiaba a Pedro sus ovejas, quería que se hiciera solo uno con él. El Salvador sería la Cabeza, Pedro representaría el cuerpo de la Iglesia. Así, pues, para poder encomendar a Pedro sus ovejas, sin que con ello pareciera que las ovejas quedaban encomendadas a otro pastor distinto de sí mismo, el Señor le pregunta: Pedro, ¿me amas? Él respondió: Te amo. Y así por tres veces. Quería, de este modo, fortalecer el amor para reforzar la unidad.
No fue por falta de pastores por lo que el Señor dijo: Yo mismo apacentaré a mis ovejas, como si dijera: «No tengo a quién encomendarlas». Porque, cuando todavía Pedro y los demás apóstoles vivían en este mundo, el que es el único pastor en el que todos los pastores son uno dijo: Tengo otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. Que todos se identifiquen con el único pastor y hagan oír la única voz del pastor, para que la oigan las ovejas y sigan al único pastor, y no a este o a aquel, sino al único. Y que todos en él hagan oír la misma voz, y que no tenga cada uno su propia voz: Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo: poneos de acuerdo y no andéis divididos. Que las ovejas oigan esta voz, limpia de toda división y purificada de toda herejía, y que la sigan.

San Agustín
Oriundo de Tagaste (en la actual Argelia), fue obispo de Hipona. Es uno de los cuatro grandes padres de la Iglesia latina.
Es doctor de la Iglesia (354-430).

viernes, 23 de junio de 2017

NO NOS FIÉMOS DE LAS APARIENCIAS.


Aquellos que entregan completamente a Dios sus dones corporales y espirituales son los únicos que se hacen capaces y dignos de recibir, en todo tiempo, más gracias todavía. Hijos míos, estos hombres son como el tronco de la vid. Exteriormente es negro, seco y de poco valor. Al que no lo conociera, le parecería que solo sirve para ser echado al fuego y quemado. Pero por dentro, en el corazón de esta cepa, están escondidas las venas llenas de vida y una gran fuerza que produce la fruta más preciosa y más dulce de la viña.
Así son estas personas que tienen los ojos fijos en Dios. Por fuera, se parecen al bosque negro y seco, porque son humildes y pequeños. No son gente de grandes frases, de grandes obras ni de grandes prác­ticas; no viven de apariencias y, según su propia opi­nión, no brillan en nada. ¡Pero al que conozca la vena plena de vida que está en su interior, donde renuncian a lo que son por su naturaleza propia, donde Dios es su divisa y su apoyo, qué felicidad le proporcionará este conocimiento!

Beato Juan Taulero Dominico en Estrasburgo (Ca. 1300-1361).

martes, 20 de junio de 2017

EL BUEN PASTOR.


El buen pastor da su vida por sus ovejas. Cuando Jesús pronunció estas palabras, los apóstoles no sabían que hablaba de sí mismo. Ni siquiera Juan, el apóstol amado, lo sabía. Lo comprendió en el Calvario, al pie de la cruz, viendo cómo ofrecía su vida por sus ovejas. Cuando a los apóstoles les llegó el momento de asu­mir esta misma misión, se acordaron de las palabras de Jesús. Se dieron cuenta de que serian capaces de llevar a cabo esta misión hasta el final solamente por­que Jesús había asegurado que sería él mismo quien actuaría en ellos. Particularmente, Pedro era consciente de ello, y exhortaba a los ancianos de la Iglesia con estas palabras: Sed pastores del rebaño de Dios que os ha sido confiado.
A lo largo de los siglos, los sucesores de los apósto­les, guiados por el Espíritu Santo, han continuado su misión de reunir el rebaño de Cristo y conducirlo hacia el reino de los cielos, conscientes de que ellos mis­mos no pueden asumir una responsabilidad tal, más que «por Cristo, con Cristo y en Cristo». Yo mismo he tomado conciencia de ello cuando el Señor me ha lla­mado a ejercer la misión de Pedro. Desde el principio de mi pontificado, mis pensamientos, mis oraciones y mis acciones han estado animadas por un único deseo: dar testimonio de que Cristo, el buen Pastor, está pre­sente y actuante en la Iglesia. Por eso, desde el primer día, no he dejado de exhortar: ¡No tengáis miedo de acoger a Cristo, de aceptar su poder! Y lo repito aún hoy con fuerza: ¡Abrid las puertas a Cristo!
San Juan Pablo II
Primer papa polaco de la historia. Su pontificado ha sido el tercero más largo de la historia (1920-2005).

viernes, 16 de junio de 2017

EL PAN DA FUERZA AL CORAZÓN.


Participamos del cuerpo y la sangre de Cristo con una certeza plena, porque, bajo el aspecto del pan, está el cuerpo que te es dado; bajo el aspecto del vino, está la sangre que te es dada, con el fin de que, participando en el cuerpo y en la sangre de Cristo, te hagas un solo cuerpo y una sola sangre con Cristo. De este modo, según san Pedro, nos hacemos partícipes de la natu­raleza divina. Cristo, hablando con los judíos, decía: Si no coméis mi carne y no bebéis mi sangre, no tendréis vida en vosotros. Pero ellos, se marcharon escandaliza­dos. Existían también, en la Antigua Alianza, los panes de la ofrenda; pero aquí no hay razón para ofrecer estos panes de la Antigua Alianza. En la Alianza Nueva, hay un pan venido del cielo y una copa de la salvación.

El santo David también explica el poder de la Eucaristía cuando dice: Ante mí preparaste una mesa, enfrente de mis adversarios. ¿De qué habla si no de la mesa misteriosa y mística que Dios nos preparó contra el enemigo? David cantaba también: El pan fortifica el corazón del hombre, y el aceite da brillo a su rostro. Fortifica tu corazón tomando este pan como alimento espiritual, y se alegrará el rostro de tu alma.

Anónimo (siglo IV)

martes, 13 de junio de 2017

FELIPE Y SANTIAGO, MISIONEROS POR EL REINO DE DIOS.

Leyendo las Escrituras queda claro que la propuesta del evangelio no es solo la de una relación personal con Dios... La propuesta es el reino de Dios; se trata de amar a Dios que reina en el mundo. En la medida en que él logre reinar entre nosotros, la vida social será ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos. Entonces, tanto el anuncio como la experien­cia cristiana tienden a provocar consecuencias sociales.


Buscamos su reino: Buscad ante todo el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura. El proyecto de Jesús es instaurar el reino de su Padre; él pide a sus discípulos: ¡Proclamad que está llegando el reino de los cielos!


El reino que se anticipa y crece entre nosotros lo toca todo y nos recuerda aquel principio de discerni­miento que Pablo VI proponía con relación al verda­dero desarrollo: «Todos los hombres y todo el hombre». Sabemos que «la evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el curso de los tiempos se establece entre el evangelio y la vida concreta, personal y social del hombre». Se trata del criterio de universalidad, propio de la diná­mica del evangelio, ya que el Padre desea que todos los hombres se salven y su plan de salvación consiste en recapitular todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, bajo un solo jefe, que es Cristo.


Francisco


Jesuíta argentino, actual sucesor de san Pedro al frente de la Iglesia católica (1936- ).


viernes, 9 de junio de 2017

LOS SENTIDOS Y LA FÉ.



Los sentidos son curiosos; la fe, en cambio, no quiere conocer nada, pasaría toda su vida inmóvil al pie del tabernáculo. A los sentidos les gustan la riqueza y el honor; la fe se horroriza de ellos. Los sentidos se asustan de lo que ellos llaman peligros, de lo que puede traer el dolor o la muerte; la fe no se asusta de nada, sabe que le pasará solo lo que Dios quiera: Todos los cabe­llos de su cabeza están contados, y que lo que Dios quiera será siempre para su bien: Todo lo que sucede es para bien de los elegidos.

La fe lo alumbra todo con una luz nueva, que es diferente a la luz de los sentidos, más brillante, dis­tinta. Así, el que vive de fe tiene el alma llena de pen­samientos nuevos, de gustos nuevos, de juicios nuevos; de horizontes nuevos que se abren ante él, horizontes maravillosos, iluminados por una luz celeste, y embelle­cidos con la belleza divina. Envuelto con estas verdades nuevas y desconocidas por el mundo, necesariamente comienza una vida nueva, opuesta al mundo, para el que sus acciones son una locura. El mundo está en las tinieblas, en una noche profunda. El hombre de fe está lleno de luz, el camino luminoso por donde avanza no aparece ante los ojos de los hombres: estos parecen querer caminar por la vida como locos.

Beato Carlos de Foucauld

Militar y explorador, se hizo sacerdote. Murió asesinado por una banda de forajidos


en el Sahara argelino (1858-1916).

martes, 6 de junio de 2017

JESUS Y SUS AMIGOS.



Cuando se separó de su madre, Jesús escogió ami­gos humanos -los doce apóstoles- no para ser sier­vos, sino amigos. Hizo de ellos sus confidentes; les confió cosas que no dijo a otros. Les llamó sus hijitos; para concederles sus dones, los prefirió a los sabios y a los entendidos de este mundo. Manifestó su alegría y les permitió que se quedaran con él en sus pruebas, y como signo de reconocimiento, les anunció que se sentarían en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Encontró consuelo en su amistad a las puertas de su prueba suprema. Se reunió con ellos en la última Cena, como para ser sostenido por ellos en esta hora solemne. He deseado enormemente comer esta pascua con vosotros antes de padecer.
Había entre el Maestro y sus discípulos un intercambio de afecto, una amis­tad profunda. Pero su voluntad era que sus amigos lo abandonaran, lo dejaran solo, una voluntad verdade­ramente digna de adoración. Uno le traicionó; el otro renegó de él; el resto huyó, dejándolo en manos de sus enemigos... Estuvo solo cuando pisó el lagar. Sí, Jesús todopoderoso y bienaventurado, invadido
en su alma por la gloria de su naturaleza divina, quiso someter su alma a todas las perfecciones de nuestra naturaleza. Así como había disfrutado de la amistad de los suyos, aceptó la esolación de su abandono. Y cuando lo quiso, escogió privarse de la luz de la presencia de Dios.
Beato John Henry Newman
Nace en Londres; convertido del anglicanismo, fue presbítero, cardenal y fundador de una comunidad religiosa (1801-1890).
 


viernes, 2 de junio de 2017

EL BESO DE JUDAS.


La paz es un don de la resurrección de Cristo. A las puertas de la muerte, no vaciló en darle esta paz al discípulo que lo entregaba; abrazó al traidor como se abraza al amigo fiel. No creáis que el beso que el Señor le dio a Judas Iscariote estuvo inspirado por otro sen­timiento que el de la ternura. Cristo sabía que Judas lo traicionaría. Sabía lo que significaba este signo de amor, y no escapó de él. Jesús esperaba también que este gesto revolviera a Judas y que, asombrado por su bondad, no traicionaría al que le amaba, no entregaría al que le abrazaba. Así este beso fue concedido como una prueba: si lo aceptaba, sería un lazo de paz entre Jesús y su discípulo; si Judas le traicionaba, este beso se convertía en su propia acusación.
El Señor le dice: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre? ¿Dónde está el complot del ene­migo? ¿Dónde se esconde su astucia? Todo lo secreto se descubre. El traidor se traiciona antes de traicionar a su Maestro. ¿Entregas al Hijo del hombre con un beso? ¿Con el sello del amor hieres? ¿Con el gesto de la ter­nura derramas sangre? ¿Con el signo de la paz traes la muerte? Pero estos besos, con los que el servidor trai­ciona a su Señor, el discípulo a su maestro, el elegido a su creador, estos besos no son besos, sino veneno.
San Máximo de TURIN
Obispo de Turín; de este notable predicador se conservan numerosos sermones (siglos IV-V).