viernes, 23 de junio de 2017

NO NOS FIÉMOS DE LAS APARIENCIAS.


Aquellos que entregan completamente a Dios sus dones corporales y espirituales son los únicos que se hacen capaces y dignos de recibir, en todo tiempo, más gracias todavía. Hijos míos, estos hombres son como el tronco de la vid. Exteriormente es negro, seco y de poco valor. Al que no lo conociera, le parecería que solo sirve para ser echado al fuego y quemado. Pero por dentro, en el corazón de esta cepa, están escondidas las venas llenas de vida y una gran fuerza que produce la fruta más preciosa y más dulce de la viña.
Así son estas personas que tienen los ojos fijos en Dios. Por fuera, se parecen al bosque negro y seco, porque son humildes y pequeños. No son gente de grandes frases, de grandes obras ni de grandes prác­ticas; no viven de apariencias y, según su propia opi­nión, no brillan en nada. ¡Pero al que conozca la vena plena de vida que está en su interior, donde renuncian a lo que son por su naturaleza propia, donde Dios es su divisa y su apoyo, qué felicidad le proporcionará este conocimiento!

Beato Juan Taulero Dominico en Estrasburgo (Ca. 1300-1361).

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