martes, 20 de junio de 2017

EL BUEN PASTOR.


El buen pastor da su vida por sus ovejas. Cuando Jesús pronunció estas palabras, los apóstoles no sabían que hablaba de sí mismo. Ni siquiera Juan, el apóstol amado, lo sabía. Lo comprendió en el Calvario, al pie de la cruz, viendo cómo ofrecía su vida por sus ovejas. Cuando a los apóstoles les llegó el momento de asu­mir esta misma misión, se acordaron de las palabras de Jesús. Se dieron cuenta de que serian capaces de llevar a cabo esta misión hasta el final solamente por­que Jesús había asegurado que sería él mismo quien actuaría en ellos. Particularmente, Pedro era consciente de ello, y exhortaba a los ancianos de la Iglesia con estas palabras: Sed pastores del rebaño de Dios que os ha sido confiado.
A lo largo de los siglos, los sucesores de los apósto­les, guiados por el Espíritu Santo, han continuado su misión de reunir el rebaño de Cristo y conducirlo hacia el reino de los cielos, conscientes de que ellos mis­mos no pueden asumir una responsabilidad tal, más que «por Cristo, con Cristo y en Cristo». Yo mismo he tomado conciencia de ello cuando el Señor me ha lla­mado a ejercer la misión de Pedro. Desde el principio de mi pontificado, mis pensamientos, mis oraciones y mis acciones han estado animadas por un único deseo: dar testimonio de que Cristo, el buen Pastor, está pre­sente y actuante en la Iglesia. Por eso, desde el primer día, no he dejado de exhortar: ¡No tengáis miedo de acoger a Cristo, de aceptar su poder! Y lo repito aún hoy con fuerza: ¡Abrid las puertas a Cristo!
San Juan Pablo II
Primer papa polaco de la historia. Su pontificado ha sido el tercero más largo de la historia (1920-2005).

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