domingo, 28 de diciembre de 2014

LA COMUNICACIÓN.

 
Cuando uno sufre, desea o permanecer en silencio, o hablar con alguien. El sufrimiento nos hace comprender lo esencial que es la comunicación. Sin comunicación no podemos tener relación auténtica con nadie. Sin comunicación el otro no existe para mí, ni yo para el otro. Una persona que sufre desea existir para otra gente.
No hay neutralidad posible a la hora de comunicarse: si yo tengo un vínculo con alguien, cada uno de nosotros significa algo para el otro. Si la neutralidad se apodera de la comunicación personal, ésta pronto llega a su fin. Cuando sufrimos, sabemos lo difícil que es entrar en contacto con la persona que no se interesa por nosotros, su indiferencia mata cualquier posibilidad de comunicación y de relación. Sentimos entonces que no existimos para ellos; y no es lo que más nos importa o apena.
No puede reducirse la comunicación a las palabras. A menudo pensamos que ésta tiene lugar con frases y sentencias. Pero también pueden tocarnos en lo más hondo otras muchas cosas: una carta, un apretón de manos en silencio, un puño cerrado. Un regalo, dado o recibido, significa mucho, también una caricia, un signo de ternura. Comunicarse encierra siempre cierta carga afectiva entre las personas implicadas. Esto es verdad incluso cuando no es muy explicito. Dos extraños en un ascensor se comunican realmente. Dos empresarios que negocian con su típica frialdad no dejan de poner en juego sus propios intereses en el contrato
. Esta carga afectiva es aun más palpable en la comunicación que entabla una persona que sufre.
 
Pierre WOLFF
¿Puedo yo odiar a Dios?
 

miércoles, 24 de diciembre de 2014

BIENAVENTURADOS LOS QUE AMAN AL SEÑOR.

 

Cristo hace presente al Padre entre los hombres. Es altamente significativo que estos hombres sean en primer lugar, los pobres, carentes de medios de subsistencia, los privados de libertad, los ciegos que no ven la belleza de la creación, los que viven en aflicción, y finalmente los pecadores. Con relación especialmente, Cristo se convierte sobre todo en signo legible de Dios que es amor; se hace signo del Padre. Es significativo que, cuando los mensajeros enviados por Juan Bautista llegaron donde estaba Jesús para preguntarle:  ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? Él recordando el mismo testimonio con que había inaugurado sus enseñanzas en Nazaret, haya respondido: Id y comunicad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados. Y bienaventurados quien no se escandaliza de mí.

Jesús sobre todo con su estilo de vida y con sus acciones, ha demostrado como en el mundo en que vivimos está presente el amor, el amor operante, el amor que se dirige al hombre y abraza todo lo que forma su humanidad. Este amor se hace notar particularmente en el contacto con toda la condición humana histórica, que de distintos modos manifiesta la limitación y la fragilidad del hombre, bien sea física, bien sea moral. Cabalmente el modo y el ámbito en que se manifiesta el amor es llamada "misericordia" en el lenguaje bíblico. Cristo, pues, revela a Dios como Padre, como Amor, como dirá san Juan en su primera Carta; revela a Dios, rico de misericordia, como leemos en los salmos y en san Pablo.

 

San JUAN PABLO II

sábado, 20 de diciembre de 2014

NO TEMAS, MARÍA.


 
Oíste, Virgen, que concebirás y darás a luz a un hijo; oíste que no era por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el ángel aguarda tu respuesta, porque ya es tiempo que se vuelva al Señor que lo envió. También nosotros los condenados infelizmente a la muerte por la divina sentencia, esperamos, Señora, esa palabra de misericordia. Se pone entre tus manos el precio de nuestra salvación; enseguida seremos librados si consientes. Por la Palabra eterna de Dios, todos fuimos creados, y a pesar de eso morimos; mas por tu breve respuesta seremos ahora restablecidos para ser llamados de nuevo a la vida.
No tardes, Virgen María, da tu respuesta. Señora nuestra, pronuncia esta palabra que la tierra, los abismos y los cielos esperan. Mira: el Rey y Señor del universo desea tu belleza, y desea no con menos ardor tu respuesta. Ha querido supeditar a tu respuesta la salvación del mundo. Has encontrado gracia ante él con tu silencio, ahora él prefiere tu palabra. Él mismo, desde las alturas te llama: levántate, amada mía, preciosa mía, déjame  oír tu voz. Responde presto al ángel, o, por mejor decir, al Señor por medio del ángel; responde una palabra y recibe al que es la Palabra; pronuncia tu palabra y concibe la divina; emite una palabra fugaz y acoge en tu seno a la Palabra eterna.
 
San BERNARDO
(1090 - 1153)

jueves, 18 de diciembre de 2014

LA CRISIS Y LAS CRISIS.



No es un misterio para nadie que tenga sentido co­mún que el matrimonio como institución ha pasado una profunda crisis en estos últimos años. Tan fuerte ha sido que hemos podido escuchar frases como: El matrimonio es una institución caduca. No está con­forme con una mentalidad moderna, progresista. Es el fin del matrimonio.

Pero, OJO, crisis no es equivalente a fin. Todo lo que está vivo está sometido a crisis. Esta ya es .una señal de vida

Significa precisamente que, en su proceso, una etapa está cubierta

Que no sirve seguir viviendo de esa forma, que hay que renunciar a situaciones anteriores y que hay que asumir formas nuevas de vida El hombre tiende a instalarse, a acomodarse y hasta a aburrirse, pero la crisis le hace seguir caminando hasta el final.

Desde el nacimiento ( primera crisis) hasta la jubi­lación y luego, más allá hasta la muerte, el hombre va escuchando permanentemente llamadas a salir de sí mismo, a desinstalarse a desacomodarse, y no es fácil.

Pero debemos aprender a vivir con crisis, a ver en ellas una señal de esperanza, un toque para desper­tar; una crisis no puede acabar con nuestra convi­vencia y amor. Ya lo hemos dicho, una crisis no es el final, como dicen creo son los legionarios, la muerte no es el final.

El hombre tiende a instalarse , pretende hacer de su instalación una situación perdurable, y lo que es peor, a imponer al otro, a la otra, a los que viven con ellos su propia instalación.

Me casé, lo alcancé, lo conseguí, ya es mío, mía. Yo no tengo ganas de salir; al cine, 'qué se me ha perdi­do a mí en el cine', olvidando que para conquistarla o conquistarlo iban al cine, a tomar unas cañas, a pasear...

Podemos afirmar que la crisis reciente vivida por el matrimonio no solo no significa el fin de esta ins­titución, sino que por el contrario está permitiendo que en el horizonte de la vida y de la historia surjan formas nuevas de vivir el amor conyugal cargadas de belleza, esperanza y exigencias.

Formas nuevas que nos están permi­tiendo comprender dimensiones hasta ahora veladas de la plenitud humana del amor e incluso gran­des conceptos reli­giosos, como que la pareja sea la imagen de Dios, el sentido del sacramento, el hogar como primera iglesia...con una luz distinta.

 

 

sábado, 13 de diciembre de 2014

EN BELÉN, UN LUGAR INDETERMINADO.



No es casual que la descripción del nacimiento  de Jesús sea tan breve y mínima en detalles. Salvo que había un pesebre, según el texto evangélico : Jesús no nació en un lugar concreto y bajo un techo concreto, porque Jesús no es de nadie (en particular), porque es de todos. Incluso el término de "cueva" procede de los evangelios apócrifos. Que fuera un establo, sí que puede deducirse por el pesebre. Lo demás queda a rellenar por nuestra imaginación y devoción.

Allí se va echando la noche, y cada vez más mascable, el silencio. De pronto José da un salto y entra a trompicones en el interior. Ha oído el llanto de un Niño. María está sentada en su jergón, radiante de gozo, perdida en su sorpresa: Jesús recién nacido, en la invalidez y la figura normal de un recién nacido..

A unos pocos kilómetros había unos pastores con sus rebaños. Advierten un extraño fenómeno. Avisan a sus compañeros y ven una nube luminosa creciendo. De ella se adelanta un ángel y a los despavoridos pastores les da la señal indiscutible de Dios: ¡No temáis! ¡os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor! Y la señal es para en algo tan simple como unos pañales, y tan vuestro como un pesebre. Y allí fueron, llevados de un sentimiento profundo, y no le quitaban ojo al Niño.....

 

 

Manuel CANTERO PEREZ  S.J.

 

 

 

 

 

 

miércoles, 10 de diciembre de 2014

LUCES Y SOMBRAS.



Luces y sombras, eso es la vida del hombre. ¡Qué gran misterio! A veces errados, otras en acierto, caminamos por este mundo. Nadie ha de pensar que el mal es tan poderoso para ser capaz de abarcarlo todo, de apropiarse del ser del hombre completamente, pues somos imagen y semejanza del Creador. Buscando el encuentro con Dios, el alma es conducida como en una noche, entre oscuridades y sombras engañosas hacia el amanecer de la fe, de la luz. Al despunte del alba, sólo sentimos que la noche está pasando, pero sin alcanzar aún toda la radiante claridad del día, algo se conserva de oscuridad; como en un camino claroscuro.

-         Cierto, repuso su amigo, pero ¿Por qué Dios permitió que me equivocara tanto? ¿Por  qué me soltó de su mano? ¿Por qué me dejó caminar entre sombras?

-Esto requiere sabia aceptación, más que comprensión. Aguardamos “el día que no tiene ocaso”, nos dice la Apocalipsis de San Juan. Pero san Pablo nos advierte de que “la noche va pasando, y el día está encima”; porque ha de haber oscuridad, como en la naturaleza. La palabra “encima” nos anuncia lo que no ha llegado todavía. Esas sombras de tu vida son las huellas de tu camino; del camino claroscuro de la fe. Lo que quiere significar que parte de nuestro  obrar es según la luz, pero conservando siempre restos de tinieblas. Y que, a veces, aun en plena oscuridad, hay luz suficiente para no caminar completamente a ciegas. Así en la vida, avanzamos entre luces y sombras, a veces entre esplendores, otras en profundas tinieblas, en claridad, con sol, de noche, con luna, estrellas, atardeciendo, amaneciendo, en penumbra o bajo la luz cegadora del más radiante sol.

 

Jesús SÁNCHEZ ADALID

De la novela “El alma de la ciudad”.

 

sábado, 6 de diciembre de 2014

LA NOCHE DE JOSÉ.


 
Después de la visita de Joaquín para anunciarle el acontecimiento, se acostó José, dando vueltas y vueltas. Para el varón justo y amante de Dios le erizaba el cabello: su amor por María era indiscutible, pero él no lo "disputaría" a Dios la posesión de aquella muchacha si Dios la había tomado bajo su manto.
¿Qué solución dar al problema? ¿Quedarse parado como si nada? Imposible. Un varón israelita desposado con una muchacha sobre la que constaba sus derechos de matrimonio, no podía quedarse sin más, de brazos cruzados. María parecería ante la sociedad judía como una adultera que había traicionado su compromiso...¡Denunciarla?  Jamás. ¿Huir? Era la única salida que tenia. Desaparecer como un fugitivo o un cobarde. Así dejaba a salvo a María, llevando su pena.… lejos de aquí.
Pero el sueño lo vencía. Se quedó dormido. ¿Fue que soñó o se quedó invadido por la fe del que vive en manos de Dios?
José se sintió transportado. Soñaba y gozaba y reía. Era un sueño reparador. Un sueño que llenaba de luz.
Lo primero fueron las palabras : NO TEMAS. Esas palabras eran el anuncio de la visita del Señor desde los profetas. No temas en recibir como esposa a María, tu prometida, porque lo que en Ella hay, es del Espíritu Santo.
Esa explicación  consolaba a José. Además el "sueño" le había dado una clave substancial: Tú le pondrás nombre al Niño, y lo llamarás JESÚS. el asombro de José era mayúsculo: si era "Jesús" era el Mesías. Dios, Salvador... Nombre, era la misión propia del padre de familia ¿Yo voy a ser padre de "JESUS"? ¿ Me das el mando sobre la obra de tus manos? ¿ Voy a ser el custodio y responsable de estos dos seres privilegiados?
José se levantó, y con solemnidad y gozo fue donde le había mandado Dios.
Y se llevó a María a su casa.
 
Manuel CANTERO PÉREZ S.J.
 
 
 
 
 
 
 
 
 

sábado, 29 de noviembre de 2014

SOBRE LA ORACIÓN DE PETICIÓN.


 

Observemos lo que el Señor dijo al ciego que se le acercó: ¿Qué quieres que haga por ti? El que tiene el poder de devolver la vista, ¿ignoraba lo que quería el ciego? Evidentemente, no. Pero desea que le pidamos cosas, aunque lo sepa de antemano y nos lo vaya a conceder. (pero en su tiempo).  Nos exhorta a pedir, incluso hasta ser molestos, el que afirma : Vuestro Padre celestial sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Si pregunta, es para que se le pida; si pregunta, es para impulsar nuestro corazón a la oración.

Lo que pide el ciego al Señor no es oro, sino luz: no le preocupa solicitar otra cosa que luz. Imitemos a este hombre. No pidamos al Señor ni riquezas engañosas, ni obsequios de la tierra, ni honores pasajeros, sino LUZ: no la luz circunscrita por el espacio, limitada por el tiempo, interrumpida por la noche, con la que compartimos la vista con los animales; pidamos esa luz que solo los ángeles ven como nosotros¸ que no tiene principio ni fin. El camino para llegar a esta luz es la fe. Por tanto¸ con razón el Señor responde inmediatamente al ciego que va a recobrar la luz: ¡Levántate ! tu fe te ha salvado.

 

San GREGORIO MAGNO

º(540  -  604)

 

jueves, 27 de noviembre de 2014

TRABAJA DE TUS MANOS.


 

Ya comías, ya bebáis o hagáis cualquier cosa, hacedlo todo a gloria de Dios. El trabajo profesional es también apostolado, ocasión de entrega a los demás hombres para revelarles a Cristo y llevarlos hacia Dios Padre, consecuencia de la caridad que el Espíritu Santo derrama en las almas.  Entre las indicaciones que san Pablo hace a los Efesos sobre cómo debe manifestarse el cambio que ha supuesto en ellos su conversión, encontramos ésta: El que hurtaba, no hurte ya, antes bien, trabaje, ocupándose con sus manos en alguna tarea honesta, para tener con qué ayudar a quien tiene necesidad.

Los hombres tienen necesidad del pan de la tierra que sostenga sus vidas, y también del pan del cielo que ilumine y dé calor a sus corazones. Con vuestro trabajo mismo, con las iniciativas que se promuevan a partir de esa tarea, en vuestras conversaciones, en vuestro trato, podéis y debéis concretar ese precepto apostólico.

Si trabajamos con ese espíritu, nuestra vida, en medio de las limitaciones propias de la condición terrena, será un anticipo de la gloria del cielo, de esa comunidad con Dios y con los santos, en la que solo reinará el amor, la entrega, la fidelidad, la amistad, la alegría. En vuestra ocupación profesional, ordinaria y corriente, encontraréis la materia - real, consistente, valiosa - para realizar toda la vida cristiana, para actualizar la gracia que nos viene de Cristo.

 

San JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER.       

(1902 - 1975)

 

 

domingo, 23 de noviembre de 2014

EL TEMOR DE DIOS.


 
El salmo 127 nos habla del temor de Dios, que no consiste en tener miedo. Frente al miedo, que paraliza, el temor nos hace darnos cuenta de nuestra pequeñez y de la grandeza de Dios, que se inclina hacia nosotros y nos regala sus bienes. El temor nos lleva a ser cuidadosos con lo que hemos recibido y a emplearlo adecuadamente, como en la parábola de los talentos, y consientes siempre de que su misericordia es inmerecida, gratuita.
 
David AMADO  FERNÁNDEZ
 
Hemos de suplicar a nuestro Señor el amor y el temor; porque aquél nos hará correr por los caminos del Señor; éste nos hará mirar donde ponemos el pie."
 
San  PIO DE PIETRELCINA
 

jueves, 20 de noviembre de 2014

LA RELACIÓN EUCARISTÍA - IGLESIA


 

La relación Eucaristía-Iglesia no es una relación estática, sino dinámica y operante. No basta con decir que la Eucaristía está en  el centro de la Iglesia, hay que decir: la Eucaristía hace la Iglesia. La construye estando dentro de ella, la teje en torno suyo. Hay dos sacramentos que "hacen" la Iglesia de un modo particular: el bautismo y la Eucaristía. Pero mientras el Bautismo hace crecer la iglesia, por decirlo así, en extensión y en número, es decir, cuantitativamente; la Eucaristía la hace crecer en intensidad, cualitativamente, porque la transforma cada vez más en profundidad a imagen de su Cabeza, Jesucristo. La Eucaristía se parece a la levadura de la mujer del Evangelio. Jesús la ha puesto en la masa, que es su Iglesia, para que la "levante" y la haga fermentar; que haga de ella un "pan" a semejanza suya. Si la Iglesia es la levadura del mundo, la Eucaristía es la levadura de la Iglesia.

            En distintos modos y momentos, la Eucaristía "hace" la Iglesia, es decir, la           transforma en Cristo: mediante consagración, comunión, contemplación e            imitación.

 

Raniero  CANTALAMESSA

 

domingo, 16 de noviembre de 2014

EL AMOR, PARTICIPACIÓN EN LA VIDA TRINITARIA.


El amor busca también reposo y permanencia. De aquí el consejo de no buscar con inquietud, no estar siempre a la caza de nuevos pensamientos y nuevas ideas, como si la contemplación fuera acumular materiales o un inventario completo de cosas, en vez de atender amorosamente a la dimensión profunda de cada uno de los aspectos que se ofrecen al contemplativo.

Desde cada palabra de la Escritura se pasa de inmediato y en vertical a las profundidades  de Dios , a las profundidades de la plenitud y de la unidad, donde todas las palabras y aspectos exteriormente dispersos se encuentran conjuntados. Él, el Hijo del Padre, es esta plenitud. Él es el Pan de vida que nuestra alma hambrea y del que no puede pasar yendo en busca de otro pan ilusorio de satisfacción espiritual. En él debe encontrar su conformidad y cuanto necesita. Desde luego, todo esto ha de ocurrir en la Verdad, de suerte que el orante descanse no en sus propios sentimientos, sino realmente en el Señor; no en un par de ideíllas, que casualmente se le han ocurrido y reflejan su autocomplacencia, sino en la sublime y siempre mayor Verdad del Señor. Si tiene amor, lo alcanzará y por el ejercicio llegará a alcanzarlo, porque a amar se aprende amando.

 

Hans URS VON BALTHASAR.

 

 

jueves, 13 de noviembre de 2014

LA SED DE CRISTO.


 

La sed de Cristo es su deseo intenso de amor hacia nosotros que durará hasta el juicio final. Su sed ardiente es poseernos a todos en él para su gran felicidad. Dios es la felicidad perfecta, la bienaventuranza infinita que no puede ser aumentada ni disminuida. Pero la fe nos enseña que, por su humanidad quiso sufrir la pasión, sufrir todo tipo de dolores y morir por amor a nosotros y para nuestra felicidad eterna. En tanto que es nuestra Cabeza, Cristo está consagrado y no puede seguir sufriendo; pero, puesto que es también el cuerpo que une a todos sus miembros, no está todavía completamente glorioso e impasible. Por eso siente siempre este deseo y esta sed que sentía en la cruz y que, me parece, estaban en él desde toda la eternidad.

Sí, tan cierto que hay en Dios misericordia y piedad, como que hay en él esa sed y ese deseo. En virtud de ese deseo, que está en Cristo, nosotros también lo deseamos: sin esto ningún alma llega al cielo. Este deseo y sed proceden, me parece, de la infinita bondad de Dios y su misericordia; y esta sed persistirá en él mientras estemos en la indigencia, atrayéndonos a su bienaventuranza.

 

Juliana de NORWICH

Mística inglesa venerada por católicos, anglicanos y luteranos.

(1342 - 1420)

 

viernes, 7 de noviembre de 2014

ROSTRO DE CRISTO.


 
Rembrandt no dejó de buscar la manera de pintar el rostro de Cristo, dejando de lado los estereotipos tradicionales, y como si hiciera el verdadero retrato de una persona viva. Entonces, ¿los numerosos rostros de Jesús que pintó revelan una imagen con­templativa que se habría formado en lo más íntimo de sí mismo? Sin duda, en parte. Pero en el inventario que hizo de sus bienes figura «un retrato de Jesús del natural». Para explicar esta fórmula sorprendente, algunos autores no dudan en afirmar que Rembrandt habría gozado de apariciones del Señor y que, en su taller, «Jesús mismo habría posado». Simplemente quizás Rembrandt tomó como modelos a los jóvenes rabinos que habitaban en el barrio judío cer­cano a su casa. Sea como sea, aquí nos da a contemplar un rostro de Cristo, que es a la vez lo más humanamente humano y lo más divinamente divino que un pintor haya sabido plasmar, asociándo­nos a esa búsqueda espiritual suya que le empujaba a contemplar al hombre Jesús para descubrir al verdadero Dios.

Un fondo marrón oscuro recubre todo el lienzo. Son las ti­nieblas del pecado, que abruman a toda la humanidad. Desde el seno mismo de ese abismo emerge una luz dulce que calienta sin quemar, que ilumina sin deslumbrar, que consuela sin condenar. En el corazón del pecado surge la gracia. Esta luz divina que brilla en nuestras tinieblas adquiere un rostro, ¡y qué rostro! ¡Un rostro que es el nuestro! Un rostro humano, dibujado con gran detalle en la luz por las sombras de nuestras tinieblas. Este rostro del Hijo de Dios, engendrado no creado, lleva nuestros rasgos igual que su cuerpo llevará nuestros pecados. ¡Felices tinieblas que nos me­recieron tal luz!

Por último, ¿cómo no reconocer en este rostro humano el de la misericordia divina? Como en otras obras suyas en las que la mirada de Jesús se posa sobre la mujer adúltera arrojada a sus pies, Rembrandt quiso pintar aquí el rostro de un Dios que se deja conmover, con la mirada vuelta hacia la humanidad a la que va a levantar de su caída.

(Traducción del original francés: Pablo Cervera Barranco)

 

Pierre-Marie DUMONT

martes, 4 de noviembre de 2014

YO SOY CRISTIANO, NO PRACTICANTE.


 
Hay frases que escuchamos tan a menudo que, al final, las asumimos sin ninguna crítica y pasan a ser carne d nuestra carne, pensamiento de nuestro pensamiento, una de ellas es: Soy cristiano pero no practicante. Me la recuerdan a menudo los jóvenes que vienen a solicitar matrimonio por la Iglesia o las parejas que desean bautizar a su hijo, cuando, tratando de ayudarles a celebrar el sacramento, les pregunto sobre el sentido de su petición.

Tal frase suena como si me dijeran: Soy discípulo de Jesús pero por libre y a mi modo, cogiendo lo que me interesa. Yo tengo mi propia fe y mis sentimientos, me sobran los encuentros que tienen los cristianos los domingos, paso de la Iglesia... en definitiva, me sobra todo, menos lo que a mí me interesa. Y lo que ahora me interesa ya sabes qué es : que aceptes la pantomima que vamos a hacer de casarnos por la Iglesia o de introducir a nuestro hijo en la Iglesia, de la que nosotros pasamos olímpicamente.

Algo parecido sucede en lo que se refiere a la Eucaristía. Muchos cristianos, a los que cuestiono su ausencia sistemática en la eucaristías, suelen responder: Soy cristiano, no practicante. ¿Es que se puede ser cristiano sin la Eucaristía?

- pues, no. ¿Tú crees que podemos ser discípulos de Jesús sin el mandamiento del amor? Pues hay otro que nace también de la voluntad expresa del Galileo: el mandamiento de que sus seguidores nos reunamos para celebrar la Eucaristía. Porque... la Eucaristía no es un invento de la Iglesia, sino una página que procede expresamente de Jesús en la Cena, que no podemos arrancar a nuestro libre albedrío.

 Por favor, tú no caigas en la trampa de este sofisticado invento. Es una frase tonta y sinsentido, creada probablemente para justificar alguna situación injustificable. Ningún cristiano medianamente lúcido puede pronunciarla, aplicándosela a sí mismo. Se puede decir: " Soy un cristiano inconsecuente con mi fe", o "soy un cristiano abandonado y con necesidad de convertirme" o "soy un cristiano que no ha llegado a comprender el sentido de los Sacramentos, en particular la Eucaristía" o "soy un cristiano en búsqueda...

Pero  decir "soy un cristiano no practicante" con convicción y autosuficiencia, es de una estupidez mayúscula, e implica arrancar una de las páginas más importantes del evangelio. Es uno de los múltiples cachondeos que nos hemos inventado para justificar un cristianismo vulgar y vacío. Amigo/a, intenta vivir tu fe con mediana elegancia, sin engañarte, sin justificar tus actitudes o conducta, sin manipular el Evangelio.

 

Juan JAUREGUI

 

miércoles, 29 de octubre de 2014

POR ÉL, CON ÉL, EN ÉL.


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Cristo se ha manifestado ahora una sola vez, en la plenitud de los tiempos, para la destrucción del pecado mediante su sacrificio (Hb 9,26). Pero no se trata de "hechos" desnudos; tienen una razón de ser, un "porqué" que constituye como el alma de estos hechos : el amor. La Eucaristía nace del amor, todo se explica con este motivo: porque nos ama; Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y victima de suave aroma (Ef 5, 2). He aquí la mejor descripción del origen y de la esencia de la eucaristía. Ésta aparece ante nosotros como obra y don de toda la Trinidad; toda la Trinidad está implicada en la institución de la Eucaristía: el Hijo se ofrece a sí mismo, el Padre a quien el Hijo se ofrece y el Espíritu Santo en el cual se ofrece. (Hb 9, 14). POR ÉL, CON ÉL Y EN ÉL .

Toda la Trinidad participa en el sacrificio del que nace la Eucaristía, no solo Jesús. Esto nos ayuda a corregir una idea errónea que podemos haber concebido con respeto al Padre. Una determinada corriente cultural moderna intenta, de forma necia y sacrílega, trasladar a Dios Padre algunos prejuicios que el psicoanálisis ha hecho familiares en relación con el padre terreno. De este modo, mientras el Hijo muere en la cruz, se imagina al Padre impasible en lo alto del cielo, o dispuesto incluso a recibir la ofrenda de su sangre. Un Padre que solamente recibe y no se da, que reclama la sangre de su propio Hijo como precio del rescate, no podría más que inspirar miedo y repulsión. Pero está es una representación totalmente equivocada. San Pablo dice que el Padre no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien, le entregó por todos nosotros (Rm 8, 32. )Por todos nosotros:  aquí está la clave para comprenderlo todo. Si el Padre se complace en el sacrificio del Hijo, es porque éste le ha devuelto "todos los hijos que estaban dispersos", porque le permite realizar su más grande voluntad que es "que todos los hombres se  salven" el Padre ama a Jesús con un amor tan desmesurado porque él se ha sacrificado por los hermanos; no simplemente porque se ha sacrificado, sino porque se ha sacrificado por los hermanos; si se ha complacido en el sacrificio del Hijo es porque éste le ha permitido tener misericordia con el mundo.

 

RANIERO CANTALAMESSA

 

 

jueves, 23 de octubre de 2014

LOS DOS MOMENTOS DE LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA.

 

El gesto que realiza Jesús en la última cena, partiendo el pan e instituyendo la eucaristía, es la suprema acción simbólica y profética de la historia de la salvación: este gesto se sitúa en la misma línea que las acciones simbólicas de los profetas, si bien es ampliamente superada en tanto en cuanto la palabra de Jesús es superior a la de los profetas y su persona es divina, la de ellos, no. En la eucaristía, Jesús anuncia proféticamente y anticipa sacramentalmente lo que acontecerá poco después - su muerte y resurrección  - instaurando ya en ese  momento el futuro de la historia. La predicación de Jesús anuncia el reino venidero de Dios; la institución de la eucaristía es la acción profética que anticipa el cumplimiento de este anuncio que se hará realidad en la muerte y resurrección de Cristo. Los padres de la Iglesia sentían tan fuertemente este realismo del gesto de Cristo, que solían contar los tres días de  la muerte de Jesús, no a partir del momento en que muere en la cruz, sino desde el momento en que, en el cenáculo "partió su cuerpo para sus discípulos". Se trata por tanto, de un mismo acontecimiento fundamental que los sinópticos presentan anticipado en la acción simbólica y sacramental de la eucaristía y que Juan presenta en su plena y definitiva manifestación en la cruz.

Juan acentúa el momento de la inmolación real (la cruz), mientras que los sinópticos acentúan el momento de la inmolación mística (la cena). Pero se trata del mismo acontecimiento visto desde dos puntos de vista distintos, y dicho acontecimiento es la inmolación de Cristo." En la cena, Jesús se inmoló a sí mismo; en la cruz fue inmolado por otros, dice San Efrén, y con esto quería indicar que nadie podía quitarle la vida, sino que Él la ofrecía voluntariamente, teniendo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo. (Jn 10, 18).

 

 

 

 

Raniero CANTALAMESSA

La Eucaristía, nuestra santificación.

 

 

lunes, 20 de octubre de 2014

GRATUIDAD Y SILENCIO.

 

            Todo lo definitivo nace y se consuma en el seno del silencio: la vida, la muerte, el más allá, la gracia, el pecado. Lo palpitante siempre está latente.

Silencio es el nuevo nombre de Dios. Él penetra todo, crea, conserva y sostiene todo, y nadie se da cuenta. Si no tuviéramos su Palabra y las evidencias de su amor, experimentadas todos los días, diríamos que Dios es enigma. Pero no es exactamente eso. Dios “es” silencio, desde siempre y para siempre. Opera silenciosamente en las profundidades del alma.

¿Por qué da a unos y no a otros? ¿Por qué ahora sí y no antes? Todo queda en silencio. La gratuidad, por definición, no tiene razones ni explicaciones. Es silencio.

Por eso, Dios es desconcertante, porque es esencialmente gratuidad. Todo parte de Él, la gracia y la gloria, el mérito y el salario. Nada se merece, todo se recibe. él nos amó primero. Nadie le puede preguntar por sus decisiones. Ningún ser humano puede levantarse ante él, reclamando, exigiendo o cuestionando. Todo es Gracia. Por eso sus caminos son desconcertantes y a menudo nos hunden en la confusión.

A veces tenemos la impresión de que el Padre nos abandona. Pero, a la vuelta de la esquina, no envuelve repentinamente con una visitación embriagadora. Aunque sus caminos normales son los mecanismos ordinarios de la gracia, de pronto el Padre nos sorprende con gratuidades inesperadas. Dios es así. Es preciso aceptarlo tal como Él es.

No hay lógica “humana” en su obrar. Sus pensamientos y criterios son diferentes a los nuestros. Lo más difícil es tener paciencia con este nuestro Dios. Lo más difícil en nuestra ascensión hacia Él, es aceptar con paz esa gratuidad esencial del Señor, sufrir con paciencia sus demoras, aceptar en silencio las realidades promovidas o permitidas por Él. Dios es así, gratuidad.

 

Ignacio LARRAÑAGA

 

 

viernes, 17 de octubre de 2014

LAS HUELLAS DE LA FE.


 
Nuestro caminar por el mundo de la fe es, pues, por las veredas de las analogías, evocaciones y deducciones. ¿Podrá la retina captar alguna vez el más pequeño fulgor de la majestad de Dios? Él no puede entrar en nuestro juego, en la rueda de nuestros sentidos. Él está por encima. Está en otra órbita. Nos trasciende. Nuestro Padre es un Dios inmortal y vivo sobre el que nunca caerán ni la noche, ni la muerte, ni la mentira. Nunca será alcanzado por el sonido, la luz, el perfume y las dimensiones.

No puede ser conquistado por las armas de la inteligencia. Conquistar a Dios consiste en dejarse conquistar por Él. A Dios se le puede asumir, se le puede acoger. En  una palabra el Señor Dios es fundamentalmente, objeto de fe. No podemos “agarrar” a Dios, es imposible dominarlo intelectualmente. Somos caminantes. Siempre partimos  nunca llegamos.

Nos hizo como un pozo de infinita profundidad que solo un infinito puede llenar. Todas las facultades y sentidos del hombre pueden estar satisfechos pero el hombre siempre queda insatisfecho. El insatisfecho también es un caminante.

 

 

Ignacio LARRAÑAGA

El silencio de María.

 

 

domingo, 12 de octubre de 2014

VER LA CRUZ EN POSITIVO.


 

Escuchad lo que pide el Señor: Reconoced en mí vuestro cuerpo, vuestros miembros, vísceras, huesos y sangre. Y si lo que pertenece a Dios os causa temor, ¿Será que no os gusta lo que es vuestro? Tal vez, la atrocidad de mi pasión, de la que sois los autores, ¿os causa vergüenza?  No tengáis miedo. Esta cruz no fue mortal para mí, sino para la muerte. Estos clavos no me penetran de dolores, sino de un amor más profundo hacia vosotros. Estas heridas no causan mis gemidos, sino que os permiten entrar más hondo en mi corazón. Mi sangre no se ha perdido, sino que ha sido vertida para vuestro rescate.

Venid, pues, volved a mí y reconoced a vuestro Padre, al ver que os da bien a cambio del mal, amor a cambio de ultrajes y mucha caridad a cambio de grandes heridas. Empuña la espada del Espíritu, haz de tu corazón un altar. Y así presenta tu cuerpo a Dios; sin miedo ofréceselo en sacrificio.

 

San  PEDRO CRISÓLOGO

(380  -  450)

domingo, 5 de octubre de 2014



Jesús,


Estar aquí ante ti, y ya está todo;
Cerrar los ojos de mi cuerpo,
Cerrar los ojos de mi alma
Y quedarme así inmóvil y silencioso;
Abrirme ante ti que estás abierto a mí;
Estar presente ante ti, el infinito presente 


Yo acepto, Señor, este no sentir nada,
 
No ver nada,
No oír nada,
Vacío de toda imagen.
En la noche.

Heme aquí simplemente

Para encontrarte sin obstáculo

En el silencio de la Fe,


Ante Ti, Señor.


Amen.


Felix MANCILLA ARCOS


 

ETERNO CAMINAR.


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Creer es entregarse. Entregarse es caminar incesantemente tras el Rostro del Señor. Abrahán es un eterno caminante en dirección de una Patria soberana y tal Patria no es sino el mismo Dios. Creer es partir siempre.

No hay en ese mundo cosa más difícil que llegar al encuentro del mismísimo Dios, que siempre está más allá de las palabras y de los conceptos. Para ello, es preciso atravesar el bosque de la confusión, el mar de la dispersión y la oscuridad inquebrantable de la noche.

Y. de esta manera, llegar a la claridad del Misterio.

Dios es impalpable como una sombra y, al mismo tiempo sólido como una roca. El Padre es eminentemente Misterio, y el misterio no se deja atrapar ni analizar. El misterio, simplemente, se acepta en silencio.

Dios no está al alcance de nuestra mano, como la mano de un amigo que podemos apretar con emoción. No podemos manejar a Dios como quien manipula un libro, una pluma, un reloj. No podemos decir: Señor mío, ven esta noche conmigo, mañana puedes irte. No lo podemos manipular.

Dios es esencialmente desconcertante porque es esencialmente gratuidad. Y  el primer acto de la fe consiste en aceptar esa gratuidad. Por eso la fe es levantarse siempre y partir siempre para buscar un Alguien cuya mano nunca estrecharemos. Y el segundo acto de fe consiste en aceptar con paz esa viva frustración.

Esto quiere decir que a Dios no se le entiende, se le acoge. Y si se le acoge de rodillas, se le entiende mejor.

 

Ignacio .LARRAÑAGA

El silencio de María.

 

 

 

 

 

jueves, 2 de octubre de 2014

VADE RETRO, SÁTANAS.


 
Pedro que había confesado la divinidad de Jesús y lo había reconocido como Mesías, hoy se opone a los planes de Jesús invocando a Dios. Tremenda es la reprensión del Señor que llama Satanás al amigo al que ha elegido para que esté al frente de la Iglesia. Pedro no comprende a Jesús y no quiere que se realice lo que anuncia. En este episodio se nos enseñan muchas cosas para nuestro bien.

Tras la fe inicial, Jesús empieza a explicar a sus discípulos lo que va a suceder: el misterio de su pasión, muerte y resurrección. Pero Pedro se resiste. Conoce a Jesús como hombre, pero también ha sabido quién es por la fe. Hay un terrible combate en su interior, y la mirada humana se superpone. De ahí su incomprensión y resistencia. De ahí también sus terribles palabras deseando que Dios cambie su plan de salvación. Si confesó a Jesús desde la oscuridad de la fe, ahora actúa desde el arrebato ciego del amor sentimental. Su fe, como la nuestra, necesita ser educada.

Por otra parte, a pesar de lo desacertado de la actuación de Pedro, hay algo que añoro en ella, y es como le afectan las palabras de Jesús. Corremos el peligro de que las enseñanzas del Señor, por muy escuchadas y conocidas, pasen sobre nosotros sin que susciten nada. Pedro se conmueve porque se toma en serio lo que el Señor dice. No entiende nada, se equivoca, pero lo que dice Jesús le llega a lo más profundo. Será corregido y permanecerá en la  compañía Jesús. Será modelado por la acción del Espíritu Santo y dará su vida por Cristo.

 

David AMADO FERNÁNDEZ.

 

domingo, 28 de septiembre de 2014

DESATAR EN LA TIERRA


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El otro día, un periodista me hizo una curiosa pregunta: “¿Incluso usted tiene que confesarse? –Sí, me confieso cada semana. “Entonces Dios tiene que ser muy exigente si hasta usted tiene que confesarse.” – Seguro que su hijo a veces se equivoca. Y ¿qué ocurre cuando viene y le dice : Papá, lo siento?, ¿qué hace usted?  Lo rodea con sus brazos y lo besa. ¿Por qué? Pues porque esa es su manera de decirle que le ama.
Dios hace lo mismo. Nos ama tiernamente. Por lo tanto, cuando pecamos o cometemos un error, lo que debemos hacer es servirnos de eso para acercarnos más a Dios. Digámosle humildemente : “Sé que no debería haber hecho esto, pero incluso esta falta te la ofrezco”. Si hemos pecado o cometido un error, digámosle : “lo siento, me arrepiento” Dios es un Padre que perdona. Su clemencia es mayor que nuestros pecados. Él nos perdonará.
 
Beata Teresa DE CALCUTA.
 

viernes, 26 de septiembre de 2014

LA CRUZ.


 
La cruz en sí misma era un instrumento de ejecución especialmente cruel que buscaba acrecentar el dolor del condenado y humillarle. En el Imperio romano se la consideraba como la forma más vergonzosa de ejecución. No es extraño que en los inicios de la predicación apostólica, como relata san Pablo, muchos se resistieran a creer en Jesucristo por cómo había muerto.

Hoy descubrimos la cruz de otra manera, porque en ella se nos revela el amor que Cristo nos tiene y que le ha llevado a entregar su vida por nosotros. No es fácil entrar en este misterio y, si podemos llegar a amarla, es porque contemplamos al Crucificado: entonces la descubrimos como instrumento de salvación.

Los judíos, en el desierto  vieron prefigurado el misterio de la cruz. Quienes había sido mordido por las serpientes (el pecado) podían curarse mirando a la serpiente de bronce que Moisés colocó en el estandarte. No podían librarse del veneno, pero Dios, sí que podía  liberarlos con mirar la serpiente elevada, con fe y descubriendo la misericordia de Dios.

La cruz, por tanto, nos habla de cómo nos ama Dios, de hasta dónde llega su amor, de todo lo que ha estado dispuesto a hacer por nuestra salvación, y sigue haciendo renovándolo en el sacrificio de la Misa.

 

David AMADO FERNÁNDEZ

 

 

domingo, 21 de septiembre de 2014

OTRA VISTA SOBRE EL TRABAJO.


 

El Señor no cesa en ningún momento de enviar obreros para cultivar su viña: por medio de los patriarcas, luego de los doctores de la ley y los profetas, y por último, de los apóstoles, trabajaba, en cierto modo, cultivando su viña por medio de sus trabajadores. Los obreros de esta viña han sido todos aquellos que han unido a una fe recta, las buenas obras.

Los trabajadores del principio del día, hasta los de la novena representan pues, el antiguo pueblo hebreo, que se dedicó desde el comienzo del mundo a dar culto a Dios con una fe recta y que no ha cesado de trabajar el cultivo de la vid. Pero a la undécima hora, son llamados los paganos, y es a ellos a quienes están destinadas estas palabras :¿Por qué habéis estado allí toda la jornada sin hacer nada? Pues, a lo largo de mucho tiempo, los paganos han descuidado el trabajo para la vida eterna, pasando toda la jornada sin hacer nada. A la pregunta que se les plantea, responden: Porque nadie nos ha contratado ,que quiere decir: "Nadie nos ha predicado el camino de la vida”. Pero nosotros ¿qué excusa pondremos si no hacemos buenas obras? Recordemos que para nosotros, al mismo tiempo que la leche materna, las ubres de la Santa Iglesia nos han alimentados de la doctrina celestial.

 

San GRAGORIO MAGNO

(540  -  604).

 

EL TRABAJO.


 
La parábola de los jornaleros contratados a primera y ´última hora suscita en nosotros muchos pensamientos. En primer lugar, la necesidad que tiene toda persona de encontrar su misión en el mundo. Ciertamente nos damos cuenta de que no estamos en la tierra sólo para pasar la vida, sino que necesitamos descubrir la tarea que se nos encomienda. Podemos imaginarnos la alegría de todos aquellos jornaleros al ser contratados a primera hora. Pudiendo contribuir con su esfuerzo, encontraban también sentido a su jornada.
Igualmente debió de ser grande  la alegría de los llamados a última hora, pero no podemos dejar de pensar en su angustia hasta ese momento, su incertidumbre y quizás también la propia pesadez de la propia pereza o de sentirse inútiles. El drama del paro que afecta a tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo nos ayuda a comprender mejor el bien que significa poder trabajar.
Pero la parábola nos lleva más lejos. El propietario representa a Dios. Vemos la mirada cargada de amor del propietario sobre cada uno, y especialmente la compasión mostrada a los últimos-¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar? Es como si al Señor le doliera más la inactividad de aquellas personas que la productividad de su viña. Así, bajo la imagen del trabajo, aparece la llamada del amor. Somos amados para poder amar y realizar así verdaderamente nuestra vida. Y este amor es verdaderamente constructivo. Lo que más aporta cada persona en su ida es el amor que da, y la gran tristeza es la de no poder llevar a cabo esa posibilidad.
 
David AMADO FERNÁNDEZ
 
 
 
 

jueves, 18 de septiembre de 2014

EL ÁRBOL Y SUS FRUTOS. LA VOCACIÓN (de cada uno) Y LA DEVOCIÓN.



Es menester acomodar la práctica de la devoción a las fuerzas, a los quehaceres y a las obligaciones de cada persona en particular; ¿Sería razonable que el obispo quisiera vivir en la soledad como los cartujos? Y si los casados quisieran vivir en castidad como los capuchinos, y el artesano estuviese todo el día en la iglesia como los religiosos, ¿No sería esta devoción ridícula, desordenada e insufrible? Sin embargo, este desorden es demasiado frecuente.

No, la devoción nada echa a perder cuando es verdadera; al contrario, todo lo perfecciona, y cuando es contraria a la vocación de alguno es, sin la menor duda, falsa. La abeja, dice Aristóteles, saca su miel de las flores sin dañarlas y las deja frescas y enteras, según las encontró; pero la verdadera devoción todavía hace más, porque  no solo no causa perjuicio a vocación ni negocio alguno, sino que los adorna y embellece. Cada uno de nosotros se hace más agradable a Dios en su vocación cuando la acomoda a la devoción: el gobierno de la familia se hace más amoroso; el amor del marido y de la  mujer, más sincero; el servicio del jefe, más fiel; y todas las preocupaciones se vuelven más suaves y amables.

 

San FRANCISCO DE SALES

(1567  -  1622).

sábado, 13 de septiembre de 2014

DAR EL PRIMER PASO.

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Otro paso del arte de amar, quizá el más difícil que pone a prueba su autenticidad y su pureza, requiere ser el primero en amar, tomando siempre la iniciativa, sin esperar que el otro dé el primer paso.
Este modo de amar nos expone en primera persona, pero si queremos amar a imagen de Dios y desarrollar esta capacidad de amor que Dios nos ha puesto en el corazón, debemos actuar como Él, que no esperó a ser amado por nosotros, sino que nos ha demostrado siempre de mil maneras que él es el primero en amarnos, sea cual sea nuestra respuesta. Hemos sido creados como un don los unos para los otros, y realizamos este modo de ser comprometiéndonos por nuestros hermanos y hermanas con ese amor que precede a cualquier gesto de amor del otro.
 
CHIARA LUBICH
(1920  -  2008)

miércoles, 10 de septiembre de 2014

EL GRANO DE TRIGO.


 Las proezas de los mártires, ornamento de la Iglesia en todo el mundo, nos hacen comprender que el Señor siente profundamente la muerte de los que lo aman. El precio de estas muertes es la muerte de uno solo. ¿Cuántos  muertos ha rescatado muriendo Él solo, ya que si no hubiese muerto, el grano de trigo no se hubiera multiplicado? Habéis  oído lo que dijo cuándo se acercaba a su pasión, cuando se acercaba nuestra redención: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, dará mucho fruto. Cuando su costado fue abierto por la lanza, salió sangre y agua, salió el precio del universo.

Los fieles y los mártires fueron rescatados; pero la fe de los mártires fue probada, su sangre es testimonio. Cristo ha dado su vida por nosotros. También nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos y en otro lugar: Si te sientas a la mesa de un poderoso, mira bien a quién tienes delante. Es una mesa espléndida donde comes con el amo del banquete que es Él mismo. Él es quien nos invita, Él mismo es la comida y la bebida. Los mártires prestaron atención a lo que comieron y bebieron para preparar luego lo mismo. Pero ¿Cómo podían imitar a su maestro si Él no les hubiera dado ejemplo primero? Esto es lo que nos recomienda el salmo que cantamos: El Señor siente profundamente la muerte de los que le aman.

San AGUSTÍN

(354  -  430).

sábado, 6 de septiembre de 2014

JESÚS, PIENSALO TU


Jesús a las almas:
¿Por qué os confundís agitándoos?
Dejad a mí la cura de vuestras cosas y todo se calmará.
En verdad os digo que cada acto de verdadero, ciego, y completo abandono en mí, produce el efecto
que deseáis y resuelve las situaciones espinosas.
Abandonarse a mí no significa atormentarse, trastornarse y desesperarse, volviendo luego a una oración
agitada para que yo os ayude, y cambiar así la agitación en oración.
Abandonarse significa cerrar plácidamente los ojos del alma, transferir el pensamiento de la tribulación,
y confiarse a mí para que sólo yo opere, diciendo: piénsalo tú.
Es contraria al abandono la agitación y el querer pensar en las consecuencias de un hecho.
Es como la confusión que traen los niños que pretenden que la mamá piense en sus necesidades, y
quieren pensarlas ellos, obstaculizando con sus ideas y sus fijaciones infantiles, su trabajo.
Cerrad los ojos y dejaos llevar por la corriente de mi gracia, cerrad los ojos y no pensad en el momento
presente, transfiriendo el pensamiento del futuro como de una tentación.
Reposad en mí creyendo en mi bondad, y os juro por mi amor que, diciéndome con estas disposiciones:

PIÉNSALO TÚ

yo lo pienso de lleno, os consuelo, os libero, os conduzco.
Y cuando debo llevaros por una vía diferente de aquella que veis vosotros, yo os adiestro, os llevo en
mis brazos haciéndoos hallar, como niños adormecidos en los brazos maternos, la otra orilla. Lo que os
trastorna y os hace daño inmenso es vuestro razonamiento, vuestro pensamiento, vuestro tormento, y el
querer a toda costa procuraros aquello que os aflige.
Cuantas cosas yo realizo cuando el alma, tanto en sus necesidades espirituales como en aquellas
materiales, se vuelve a mí, me mira y diciéndome: piénsalo tú, cierra los ojos y reposa.
Obtenéis pocas gracias cuando os atormentáis por producirlas, tenéis muchísimas cuando la oración es
abandono pleno a mí. Vosotros en el dolor oráis para que yo realice, pero para que yo realice como
vosotros creéis...
No os dirigís a mí, sino queréis que yo me adapte a vuestras ideas; no sois enfermos que piden al
médico la atención, sino que se la sugieren. No hagáis así, sino orad como os he enseñado en el Padre:
Santificado sea tu nombre, esto es, sed glorificado en esta necesidad mía; venga a nosotros tu reino,
esto es, todo concurra a tu reino, en nosotros y en el mundo; hágase tu voluntad así en la tierra, como en
el cielo, esto es, dispón tú en esta necesidad como mejor te parezca para nuestra vida eterna y temporal.
Si me decís de veras: hágase tu voluntad, que es lo mismo que decir: piénsalo tú, yo intervengo con
toda mi omnipotencia y resuelvo las situaciones más cerradas. He aquí, ¿Tú ves que la enfermedad
apremia en vez de decaer?, no te agites, cierra los ojos y dime con confianza: Hágase tu voluntad,

PIENSALO TÚ.

Te digo que yo lo pienso y que intervengo como médico, y llevo a cabo un milagro cuando ocurre. ¿Tú
ves que el enfermo empeora?. No te trastornes, sino cierra los ojos y di: piénsalo tú. Te digo que yo lo
pienso, y que no hay medicina más potente que una intervención mía de amor. Lo pienso sólo cuando
cierras los ojos.
Vosotros sois insomnes, vosotros queréis evaluar todo, escudriñar todo, pensar en todo, y os abandonáis
así a las fuerzas humanas, o peor, a los hombres, confiando en su intervención.
Es ésto lo que obstaculiza , impide mis palabras y mis miradas. Oh, como yo deseo de vosotros este
abandono para beneficiaros, y ¡cómo me entristezco al veros agitados!. Satanás tiende precisamente a
ésto: a agitaros para apartaros de mi acción y arrojaros como una presa de las iniciativas humanas.
Confiad por eso sólo en mí, reposad en mí, abandonaos a mí en todo. Yo hago milagros en proporción
del pleno abandono en mí, y del ningún pensamiento vuestro; ¡ yo derramo tesoros de gracia cuando
vosotros estáis en la plena pobreza!
Si tenéis vuestros recursos, aunque pocos, o si los buscáis, estáis en el campo natural y seguís por lo
tanto el recorrido natural de las cosas, que es a menudo frecuentemente obstaculizado por Satanás.
Ningún razonador o ponderador ha hecho milagros, ni siquiera entre los Santos; opera divinamente
quien se abandona a Dios.
Cuando veas que las cosas se complican, di con los ojos del alma cerrados: Jesús, piénsalo tú. Y
distráete, porque tu mente es aguda... y para ti es difícil ver el mal y tener confianza en mí distrayéndote
de ti. Haz así para todas tus necesidades, haced así todos, y veréis grandes, continuos y silenciosos
milagros. Os lo juro por mi amor. Y yo lo pensaré, os lo aseguro.
Orad siempre con esta disposición de abandono y tendréis gran paz y gran fruto, incluso cuando yo os
concedo la gracia de la inmolación de reparación y de amor, que importa el sufrimiento.

¿Te parece imposible?.

Cierra los ojos y di con toda el alma:

JESÚS, PIENSALO TÚ

No temas, lo pensaré y bendecirás mi nombre.
Mil oraciones no valen un solo acto de abandono: recuérdalo bien. No hay novena más eficaz que esta:

OH JESÚS, ME ABANDONO EN TÍ
PIENSALO TÚ
 

DOLINDO ROTUOLO

miércoles, 3 de septiembre de 2014

LA GRANDEZA DE MARÍA.


La visita de María a Isabel trae el cielo a aquella casa. Lleva en su seno el Rey del cielo y su presencia comunica una alegría que es de Dios y llega hasta lo más profundo de quienes la rodean. Por eso Juan salta dentro de su madre.

La suya es una vida impulsada por Dios que enciende en su amor a cuantos la rodean. Sabe que cuanto le sucede viene de la misericordia de Dios y proclama la grandeza de Dios y su propia pequeñez. Lo que nos aparta de Dios es no querer morir a nuestro propio yo. Entonces aparece el pecado, que es una manera de querer realizar nuestra voluntad en lugar de la suya. Pero, en la medida en que queremos engrandecernos, empequeñecemos a Dios y, al final, nos encontramos con que nos hemos reducido a nosotros mismos. María, en cambio se alegra porque Dios ha  mirado la humillación de su esclava. Su grandeza viene de que ha dejado que Dios sea grande en ella. ¡Cuánto tenemos que aprender!
 
 
David AMADO FERNÁNDEZ  

domingo, 31 de agosto de 2014

MI PADRE OS DARÁ OTRO DEFENSOR.


Igual que Jesús predicaba, así ahora el Espíritu Santo predica; igual que enseñaba, así el Espíritu Santo enseña; igual que Cristo consolaba, el Espíritu Santo consuela y alegra. ¿Qué pides? ¿Qué buscas? ¿Qué más quieres? ¡Tener dentro de ti un consejero, un administrador, uno que te guíe, que te aconseje, que te esfuerce, que te encamine, que te acompañe en todo y por todo! Finalmente, si no pierdes la gracia, andará tan a tu lado que nada puedas hacer, ni decir, ni pensar que no pase por su mano y su santo consejo. Será tu amigo fiel y verdadero; jamás te dejará si tú no lo dejas,

Igual que Cristo obra estas obras espirituales en las ánimas donde mora. Sana los cojos, hace oír a los sordos, da vista a los ciegos, encamina a los errados, enseña a los ignorantes, consuela a los tristes, da esfuerzo a los flacos. Como Cristo andaba entre los hombres haciendo estas tan santas obras, y así como estas obras no las pudiera hacer si no fuera Dios, y las hizo en aquel hombre y las llamamos obras que hizo Dios y hombre, así estas otras que hace acá el Espíritu Santo en el corazón donde mora, las llamamos obras de  Espíritu Santo con el hombre como menos principal.

San JUAN DE ÁVILA

(1499  -  1569)