sábado, 6 de septiembre de 2014

JESÚS, PIENSALO TU


Jesús a las almas:
¿Por qué os confundís agitándoos?
Dejad a mí la cura de vuestras cosas y todo se calmará.
En verdad os digo que cada acto de verdadero, ciego, y completo abandono en mí, produce el efecto
que deseáis y resuelve las situaciones espinosas.
Abandonarse a mí no significa atormentarse, trastornarse y desesperarse, volviendo luego a una oración
agitada para que yo os ayude, y cambiar así la agitación en oración.
Abandonarse significa cerrar plácidamente los ojos del alma, transferir el pensamiento de la tribulación,
y confiarse a mí para que sólo yo opere, diciendo: piénsalo tú.
Es contraria al abandono la agitación y el querer pensar en las consecuencias de un hecho.
Es como la confusión que traen los niños que pretenden que la mamá piense en sus necesidades, y
quieren pensarlas ellos, obstaculizando con sus ideas y sus fijaciones infantiles, su trabajo.
Cerrad los ojos y dejaos llevar por la corriente de mi gracia, cerrad los ojos y no pensad en el momento
presente, transfiriendo el pensamiento del futuro como de una tentación.
Reposad en mí creyendo en mi bondad, y os juro por mi amor que, diciéndome con estas disposiciones:

PIÉNSALO TÚ

yo lo pienso de lleno, os consuelo, os libero, os conduzco.
Y cuando debo llevaros por una vía diferente de aquella que veis vosotros, yo os adiestro, os llevo en
mis brazos haciéndoos hallar, como niños adormecidos en los brazos maternos, la otra orilla. Lo que os
trastorna y os hace daño inmenso es vuestro razonamiento, vuestro pensamiento, vuestro tormento, y el
querer a toda costa procuraros aquello que os aflige.
Cuantas cosas yo realizo cuando el alma, tanto en sus necesidades espirituales como en aquellas
materiales, se vuelve a mí, me mira y diciéndome: piénsalo tú, cierra los ojos y reposa.
Obtenéis pocas gracias cuando os atormentáis por producirlas, tenéis muchísimas cuando la oración es
abandono pleno a mí. Vosotros en el dolor oráis para que yo realice, pero para que yo realice como
vosotros creéis...
No os dirigís a mí, sino queréis que yo me adapte a vuestras ideas; no sois enfermos que piden al
médico la atención, sino que se la sugieren. No hagáis así, sino orad como os he enseñado en el Padre:
Santificado sea tu nombre, esto es, sed glorificado en esta necesidad mía; venga a nosotros tu reino,
esto es, todo concurra a tu reino, en nosotros y en el mundo; hágase tu voluntad así en la tierra, como en
el cielo, esto es, dispón tú en esta necesidad como mejor te parezca para nuestra vida eterna y temporal.
Si me decís de veras: hágase tu voluntad, que es lo mismo que decir: piénsalo tú, yo intervengo con
toda mi omnipotencia y resuelvo las situaciones más cerradas. He aquí, ¿Tú ves que la enfermedad
apremia en vez de decaer?, no te agites, cierra los ojos y dime con confianza: Hágase tu voluntad,

PIENSALO TÚ.

Te digo que yo lo pienso y que intervengo como médico, y llevo a cabo un milagro cuando ocurre. ¿Tú
ves que el enfermo empeora?. No te trastornes, sino cierra los ojos y di: piénsalo tú. Te digo que yo lo
pienso, y que no hay medicina más potente que una intervención mía de amor. Lo pienso sólo cuando
cierras los ojos.
Vosotros sois insomnes, vosotros queréis evaluar todo, escudriñar todo, pensar en todo, y os abandonáis
así a las fuerzas humanas, o peor, a los hombres, confiando en su intervención.
Es ésto lo que obstaculiza , impide mis palabras y mis miradas. Oh, como yo deseo de vosotros este
abandono para beneficiaros, y ¡cómo me entristezco al veros agitados!. Satanás tiende precisamente a
ésto: a agitaros para apartaros de mi acción y arrojaros como una presa de las iniciativas humanas.
Confiad por eso sólo en mí, reposad en mí, abandonaos a mí en todo. Yo hago milagros en proporción
del pleno abandono en mí, y del ningún pensamiento vuestro; ¡ yo derramo tesoros de gracia cuando
vosotros estáis en la plena pobreza!
Si tenéis vuestros recursos, aunque pocos, o si los buscáis, estáis en el campo natural y seguís por lo
tanto el recorrido natural de las cosas, que es a menudo frecuentemente obstaculizado por Satanás.
Ningún razonador o ponderador ha hecho milagros, ni siquiera entre los Santos; opera divinamente
quien se abandona a Dios.
Cuando veas que las cosas se complican, di con los ojos del alma cerrados: Jesús, piénsalo tú. Y
distráete, porque tu mente es aguda... y para ti es difícil ver el mal y tener confianza en mí distrayéndote
de ti. Haz así para todas tus necesidades, haced así todos, y veréis grandes, continuos y silenciosos
milagros. Os lo juro por mi amor. Y yo lo pensaré, os lo aseguro.
Orad siempre con esta disposición de abandono y tendréis gran paz y gran fruto, incluso cuando yo os
concedo la gracia de la inmolación de reparación y de amor, que importa el sufrimiento.

¿Te parece imposible?.

Cierra los ojos y di con toda el alma:

JESÚS, PIENSALO TÚ

No temas, lo pensaré y bendecirás mi nombre.
Mil oraciones no valen un solo acto de abandono: recuérdalo bien. No hay novena más eficaz que esta:

OH JESÚS, ME ABANDONO EN TÍ
PIENSALO TÚ
 

DOLINDO ROTUOLO

No hay comentarios:

Publicar un comentario